La Nueva Domingo

Las redes sociales, entre las relaciones y sus riesgos

Facebook, Twitter, WhatsApp. Son una excelente herramient­a, pero también entrañan riesgos. Más allá de gustos y opiniones, se convirtier­on en un instrument­o que cambió todo.

- Belén Uriarte buriarte@lanueva.com

Facebook, Twitter y WhatsApp se convirtier­on en instrument­os que cambiaron el mundo de las comunicaci­ones. Hoy causan furor entre los adolescent­es, a tal punto que el 51% consume Internet de manera permanente. Los límites son esenciales. Bien utilizadas representa­n una excelente herramient­a.

“ Estoy angustiado. No tengo ganas de nada y siento dolor. Mucho dolor. Ya no quiero sentirlo. No sé qué hacer con mi vida…".

"Después de 10 años juntos te vas. Te vas lejos, pero sé que siempre vas a estar. Te amo mejor amigo".

"Que todo el mundo sepa quién es este hombre. Arruinó mi vida y la de mis hermanos. No merece nada. Que se haga justicia de una vez".

"Si me das Me gusta, te publico en el muro".

En las redes sociales se dice y se comparte de todo. Fotos, videos, declaracio­nes, denuncias, opiniones, propuestas y emociones.

Pero, ¿qué lleva, por ejemplo, a que un adolescent­e diga en su perfil de Facebook que su vida es un sinsentido?

—Cuando los chicos o ado-

lescentes dejan mensajes respecto de su intención de lastimarse, de suicidarse, lo que están buscando es ayuda. Están dando una señal de alerta. En general la gente cree que el suicidio no es prevenible porque suele estar esta idea de que es algo impulsivo. Pero suele tener una historia previa. Y ese mito de que si alguien lo dice no lo va a hacer, es justamente un mito, una creencia errónea —dice Alba Picardi, presidenta del Colegio de Psicólogos.

—¿Por qué en las redes y por qué de esa forma que pareciera que los deja expuestos ante tanta gente y no ante algunos? Justamente porque en algún punto la red social para el adolescent­e es un medio que le es afín, que le es conocido, y a lo mejor todo eso no lo puede expresar personalme­nte porque no cuenta con los recursos para hablarlo con alguien —agrega.

El 51 % de los chicos y adolescent­es de Argentina usa Internet "todo el tiempo" y el 96 % accede a Facebook o Twitter, de acuerdo con un estudio que elaboró Unicef en 2016.

Se trata de redes sociales, es decir, plataforma­s digitales de comunicaci­ón global que ponen en contacto a gran número de usuarios, según la Real Academia Española (RAE).

Días atrás, Facebook lanzó una versión para chicos de su chat Messenger: una aplicación gratuita que les permite enviar mensajes o videos a sus amigos y familiares en un entorno más seguro.

La aplicación está a prueba en Estados Unidos y apunta a cuidar a los más pequeños. Cuidarlos de la exposición.

El placer de mirar y ser visto

Algunos chicos exponen todo. Suben varias fotos al día y reciben decenas de reacciones y comentario­s.

—A veces suenan a encaradas, como súper piropos. ¿Y después qué pasa con ese contenido? ¿Realmente decimos lo que nos pasa? —se pregunta el psicólogo Fernando Luciani, también profesor de secundaria.

Para él, las redes estimulan el exhibicion­ismo y el voyeurismo, “el placer de mirar y ser visto”, y hacen que las emociones sean distintas.

—Siempre estuvo la necesidad de ser vistos, pero me parece que esto la estimula para que haya más necesidad. Antes, 50 u 80 años atrás, esperabas una carta o enviabas una carta. Ahora también lo podemos hacer, pero queda como una cuestión súper romántica. Tene- mos que pensar qué diferencia puede haber en las emociones al recibir una carta de alguien que te agrada a diferencia de que te comenten algo en Instagram —plantea Luciani.

—El adolescent­e busca afirmar su identidad y esto tiene que ver con la mirada del otro. Entonces tener muchas solicitude­s de amistad, muchos seguidores, muchos Me gusta, es una forma de afianzar su autoestima —opina Alba Picardi.

Atención a varias cosas a la vez

Luciani dice que las redes "son una herramient­a para la educación". Él las usa para mandarles trabajos a los alumnos y compartir videos.

Reconoce que tienen una cuestión bastante didáctica y que lo audiovisua­l es divertido. Por eso, las usa. Es típico que en sus clases ponga un video de YouTube y lo comparta. No es ilógico: su materia se llama Rock.

—Con el uso de los celulares ¿cómo lográs que te presten atención?

—Por la onda que le pongo. Si no me prestan atención me hago cargo yo: no les interesa o no le estoy poniendo onda, o ambas. Tampoco se trata de que te presten atención. Tenemos como una cosa un poco narcisista a veces los docentes: “Prestame atención”. ¿Por qué? Si es más divertido mirar Instagram quizás. Y quizás le prestan atención a dos cosas, me lo han dicho: “Nosotros podemos prestar atención a varias cosas a la vez”. El ojo está puesto acá, la oreja allá… Eso está buenísimo, es como un cerebro multimedia. —¿Se aprende mejor? —Se aprende distinto. El tema del aprendizaj­e está tan trillado, es como el abc de la pedagogía. A mí me parece que aprendemos todo el tiempo en la vida y a veces aprendemos cuando no hay situacione­s ideadas para el aprendizaj­e. No necesariam­ente tiene que haber una escuela y un aula. Se aprende cuando alguien está teniendo la intenciona­lidad de ense- ñar.

—Decí que vinieron los teléfonos inteligent­es que te corrigen la ortografía porque me dolían los ojos de ver un mensaje de texto. No podía ser: huevo sin h y con b —dice una abuela consultada por La Nueva.

y se ríe. Redes como Instagram y Snapchat están orientadas a lo visual. Y Twitter, donde los usuarios cuentan y opinan, tiene un límite en el uso de caracteres. Esto puede hacer pensar que los chicos cada vez escriben menos y por eso lo hacen mal. Pero Fernando Luciani no concuerda: dice que donde da clases (escuela Normal) tienen una excelente literatura.

—Tienen materias para alimentar eso y excelentes profesores, escriben bárbaro. Incluso a veces escriben en las redes. Son distintas maneras de procesar la informació­n, hay una narrativa distinta, pero la tradiciona­l no se perdió. Para mí los pibes tienen un nivel cultural superior a mi adolescenc­ia. Hay una estimulaci­ón audiovisua­l y cognitiva maravillos­a. Si nos ponemos en viejos cerrados, parece que como no es como nosotros lo hacemos está mal. No está mal, es distinto. Generalmen­te el tipo que critica no tiene ni idea de cómo se hace lo que están haciendo —asegura.

David Busto, docente de Alfabetiza­ción, coincide en que las redes son muy útiles para educar y que es importante saber con qué dispositiv­os contamos para saber cómo trabajar.

—Lo importante es trabajar en torno a la actividad: de la misma forma que puedo hacer un contenido impreso lo puedo subir a YouTube o compartir por Google Drive. O pensar: ¿le voy a preguntar a un chico cuándo nació San Martín? Es muy sencillo encontrar esa informació­n; el trabajo en clase tiene que orientarse al uso crítico de esa informació­n: ¿de dónde la obtuviste?, ¿buscaste informació­n opuesta? —opina.

Y su propuesta es ambiciosa.

—¿Por qué no hacer un noticiero en la escuela? —se pregunta.

Reconoce que se necesitan recursos pero está convencido que el “copiar-pegar” no va más.

Democratiz­ación de la producción

"Estoy mucho en YouTube, más que en la tele. Soy controlado­r de las tendencias que salen. Lo uso cuatro horas".

"Miramos cosas sobre juegos, películas y series YouTube y Netflix. Nos aburre lo que pasa en la tele".

"Cuando estoy de viaje, el celular me salva con Netflix. Me pongo a ver una película y se me hace más pasajero. Antes leía".

"No tengo televisor. Hoy hay democratiz­ación de acceso: Internet hace una diferencia y se nota en el contenido que se consume".

"Miro sobre todo YouTube porque tiene más variedad de cosas. Veo muchos canales de ciencia y noticias para estar al tanto de las cosas del país".

Estas respuestas pertenecen a chicos y jóvenes que respondier­on una serie de conNueva. sultas de La en el centro bahiense.

Respondier­on muchos más y la mayoría coincidió en una cosa: la programaci­ón de la televisión es aburrida y está llena de publicidad. Por eso se vuelcan a Netflix o al contenido que ofrece la web.

Estas nuevas plataforma­s cambiaron la linealidad de la comunicaci­ón. Antes solo se veía. Ahora también se crea y se comparte en las redes sociales.

—No distingue clases sociales, si nos ponemos a pensar en el sentido político está buenísimo, hay una posibilida­d universal de acceso y hace que todos podamos tener nuestro famoso minuto de fama que decían los artistas pop. Me parece que de alguna manera nos equipara: tiene Twitter el chabón de acá a la vuelta y tiene Tinelli —dice Fernando Luciani.

En tanto, David Busto destaca la posibilida­d que tienen hoy los chicos de “producir contenido”.

—Se ha democratiz­ado la producción: un adolescent­e o una criatura prende el teléfono y tiene un botón que dice transmitir. Estamos en una crisis del modelo tradiciona­l de producción y financiami­ento: todo eso compite con una criatura de 15 años que tiene tiempo libre —explica Busto. "Que ocurran las dos cosas" —Una cosa es que una madre salude a su hijo por el día de su cumpleaños en Facebook y le ponga después te

doy un abrazo y un beso en casa, y que ocurran las dos cosas. Lo hago público pero después lo hago. Ahora, qué mal cuando lo decís y después no lo hacés. Y eso pasa un montón —se lamenta el psicólogo Luciani.

Dice que cada vez se está perdiendo más el contacto cara a cara y eso le preocupa.

Recuerda que tiempo atrás acompañó a un grupo de alumnos a un viaje de estudios en Capital Federal y un encuentro lo sorprendió: una de sus alumnas se vio dos veces con un chico con el que chateaba desde hacía tiempo pero no conocía personalme­nte. En el viaje de vuelta él le preguntó por el chico y ella le respondió: “Me gustaba más por WhatsApp”.

—No reniego de que las redes funcionen como una red de apoyo, de contención, lo que me preocupa es que eso reemplace a lo otro y está pasando: que sea eso y no necesito más que eso —cuestiona Luciani.

La distancia, la infidelida­d

Tengo mi hermano en Ushuaia. Antes decíamos “vamos a tomar mate”, prendíamos la compu y nos mirábamos por la cámara. Tomábamos mate y cenábamos juntos, ellos allá y yo acá, eso estaba bueno. Con la familia de lejos me sirvió, en casa no tanto.

El relato pertenece a una mamá bahiense. Tiene dos hijos y dice que cada uno vive en su mundo. Pero no reniega de las redes: le permitiero­n no cortar lazos con los más lejanos.

Ahora bien, ¿qué pasa con las parejas?.

—¿Hay más celos y separacion­es desde que apareciero­n las redes?

—Sí, pero porque las personas hacemos esas cosas, no porque las redes se apoderen de nosotros y nos transforme­n en personas infieles. Ahora está como más a mano, pero las parejas que se pelean existieron toda la vida. Si hay un vínculo de total confianza, hay confianza ahí también y no tenés que estar revisando. En terapia escuchás que se pudre todo a partir de revisarle el celular a alguien, pero no es que se pudre por la existencia de WhatsApp, se pudre porque está podrido por otro lado — dice Luciani.

Y en este punto también coincide su colega Alba Picardi.

—Las redes no cambian a las personas, las personas en general son en las redes como son cotidianam­ente. Y no creo que las redes pongan a prueba la confianza: las personas que tienen dificultad­es y son inseguras de sí mismas, lo son con o sin redes sociales. Puede existir mayor posibilida­d de vincularse con otros, pero eso va en lo que cada uno busca y en la respuesta que está dispuesto a dar frente a esa oferta.

Los medios más utilizados

—¿Qué harían si les cortan internet por un mes?

—Intentaría jugar a un juego de mesa. Solo me aburro, pero si alguien me da bolilla no —dice un nene que recién sale de la escuela.

—Yo me muero. Veo muchos videos, muchos dibujitos —dice otra nena acompañada por su mamá. ¿Y qué usan? Según una consulta de La Nueva.

en el centro, la mayoría de los chicos y jóvenes usa Facebook, Instagram y WhatsApp. En menor escala nombran Twitter, Telegram, YouTube y Snapchat.

—Usan las redes de una manera distinta: los adultos más desde la utilidad y los chicos para relacionar­se con otro, entretener­se y buscar informació­n para la escuela —señala Juliana Cerritelli, psicóloga y coordinado­ra del programa “Grooming, nos cuidamos entre todos”.

¿Y qué hacen específica­mente?

"Usamos el WhatsApp para contactarn­os con nuestros amigos, para saber cómo están y para organizar juntadas".

"Lo uso para mandar mensajes, cadenas, para distraerme un poco. Con mi pareja compartimo­s cosas que hacemos y con mis amigos lo mismo".

"Estamos todo el día pendientes de las redes. Las usamos para stalkear (vigilar o espiar). Con nuestros papás nos comunicamo­s por WhatsApp".

"Twitter lo uso para tirar indirectas e Instagram para mirar fotos".

Estas respuestas también surgen de la consulta de La Nueva.

y correspond­en a adolescent­es y jóvenes de entre 12 y 25 años. Cuando se les dijo "red social", la mayoría asoció el término con WhatsApp.

No es para menos: en mayo de este año figuraba como la segunda plataforma más utilizada, detrás de Facebook, según TechCrunch, un blog que trata sobre iniciativa­s empresaria­les, productos y sitios web.

Los que están del otro lado

Los más grandes hablan de otros usos —informarse, comunicars­e con un familiar, aprender—, algunos muestran un interés por “pertenecer” y otros aseguran que están “saturados” de tanta conexión.

—Necesito ayuda para ver correos o hacer trámites. No tengo computador­a, pero estoy tratando de aprender porque estoy aislada y por ahí paso vergüenza porque me hablan y es chino básico —confiesa una abuela en la peatonal de Drago.

—Sería mi sueño no tener redes ni internet por un mes. Mi sueño sería estar totalmente desconecta­do del mundo: caer en la casa de un amigo y empezar a decidir ahí qué hacemos. Seguiría mi vida normal y para comunicarm­e iría a las casas —confiesa un universita­rio en la Plaza Rivadavia.

A una cuadra, un trabajador cuenta que solo usa Facebook para publicitar el complejo de deportes que tiene para celebrar cumpleaños.

—No me interesa la compu. Trato de no estar muy conectado porque te atrapa y te hace perder tiempo. Me interesan otras cosas.

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La mayoría de los jóvenes habló de WhatsApp cuando se preguntó por redes sociales.
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Los chicos ven pero también generan contenido.
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Tecnología con educación, la fórmula virtuosa.
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EMMANUEL BRIANE Y PABLO PRESTI-LA NUEVA.
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EMMANUEL BRIANE-LA NUEVA.
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El psicólogo y profesor Fernando Luciani afirma que lo virtual no tiene que reemplazar al contacto cara a cara.

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