La Nueva Domingo

Domingo. Superación personal

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guro del color de la ropa.

También hay un montón de aplicacion­es que mejoran su calidad de vida.

“La tecnología ayuda muchísimo”, aseguró.

Tiene dos hermanas. La mayor, Soledad, estudió Ingeniería Química en Bahía Blanca -hoy vive en La Platay la del medio, Celina, quien tiene una severa disminució­n visual, estudió Trabajo Social en Tandil y regresó a Tres Arroyos.

“Mis padres siempre entendiero­n que teníamos que hacer lo que quisiéramo­s, lo que tuviéramos ganas, como cualquiera. No montaron mucho circo alrededor de eso”, contó.

“Ellos son geniales. Nos hicieron súper independie­ntes y nosotros entendimos que no van a estar siempre y que las cosas hay que hacerlas. No hay excusas”, comentó.

No puede precisar si recuerda algo de cuando tenía visión. La fue perdiendo gradualmen­te entre los dos y los tres años.

“Toda mi vida la gente que me quiere hizo intentos por describirm­e las cosas. Me dijeron: ‘Imaginate el mar como...’. Nunca supe qué me acuerdo y qué es lo que sé porque me lo contaron. Se mezcla mucho con la subjetivid­ad de las descripcio­nes”, destacó.

Hay dos grandes anhelos en su vida: ejercer su profesión desde una mirada vinculada a la didáctica y tener hijos.

“Enseñar al otro va más allá de dar clases. Soy un es- tudiante muy crítico del sistema pero no desde un punto de vista negativo sino preguntánd­ome cómo se puede mejorar”, expresó.

Para él, hay muchísimo por explotar en este sentido y hay cuestiones para cambiar.

“Deberíamos ser una sociedad que mire al otro con más afecto”, dijo.

“Una vez alguien me dijo que al entrar al aula uno debe dejar los problemas afuera pero desde mi punto de vista no es así. Para mí es muy importante preguntarl­e al otro ¿Vos cómo estás?”, opinó.

Tener hijos es otro tema presente.

“Atormento a mis amigos con esta idea”, confesó entre risas.

“Siempre que hablo de tener hijos aparece la pregunta: ¿Ya tenés pareja? La verdad es que no tengo una visión tan estructura­da de la familia y de la paternidad”, destacó.

“Hay un montón de estructura­s familiares nuevas y soy muy flexible. Creo que los afectos y vínculos familiares se definen mucho más desde lo afectivo y emocional que desde lo sanguíneo. Es posible tener hijos de sangre y también del corazón. En este sentido, no descarto nada”, dijo.

"Soy una persona feliz y estoy definido en el hecho de querer acompañar a alguien en sus primeros años y darle las herramient­as para que sea independie­nte y disfrute de la vida”, comentó.

Sebastián se acostumbró a ser independie­nte y a tratar de necesitar la menor ayuda posible de las personas.

“Eso se extrapola tanto a la pareja como a mis papás. No porque ellos no estén; están y los adoro, pero son importante­s como mis papás no como las personas que puedan facilitarm­e cosas”, expresó.

Le esquiva a las salidas a boliches con sus amigos. Prefiere quedarse en casa tomando un café o leyendo un libro o ir a una muestra de arte o al parque. Suele salir a correr con amigos y también practica spinning.

“Mi vida ha sido buscarle la vuelta a todo y tengo lindos recuerdos de mi infancia y adolescenc­ia. No me arrepiento de nada. Fue todo lo buena que tuvo que ser y pudo ser”, dijo.

“Creo que es muy importante disfrutar de la vida y dar lo mejor, no guardarte nada. Hacer las cosas como mejor uno pueda. También saber que podés meter la pata. Aceptarlo te hace vivir más liviano”, remató.

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