Polista por un día o una pasión para toda la vida
Este deporte ecuestre convoca por año a 10 mil turistas del país y el extranjero, con varias propuestas que se complementan con un día de campo.
Uno de los visitantes tira la bocha entre los dos equipos para iniciar el juego y otros tocan la campana entre los chukkers. Pura adrenalina. El origen del polo es incierto, pero una versión lo ubica en la Persia del siglo 6 a C. Entrenaban la caballería con jinetes que emulaban el juego.
Nunca se sabe qué quedará en nosotros de las nuevas experiencias que emprendemos, pero es bueno despejar esas dudas.
Ahora, a menos de una hora de Buenos Aires, en Capilla del Señor, quienes alguna vez pensaron acercarse al polo pueden hacerlo.
En Argentina Polo Day un equipo de expertos comandados por Rubén Jabib propone un día de campo para contar todo sobre el polo, uno de los íconos internacionales de nuestro país como el tango, los vinos y el asado.
El objetivo es que el turista se sienta un polista, conozca el campo de juego, equiparable a seis canchas de fútbol, y vea de cerca la increíble conexión entre jinetes y animales, persiguiendo una bocha a 70 kilómetros por hora.
La jornada comienza con una charla sobre el juego y los caballos de la raza polo argentina, una mezcla de criollos con los pura sangre ingleses, y sigue con un partido entre dos equipos de jugadores profesionales a 4 chukkers, vocablo que en la jerga de este deporte ecuestre significa tiempos.
Uno de visitantes tira la bocha entre los dos equipos, para iniciar el juego, y otros tocan la campana entre los chukkers. Una forma de que todos participen y comiencen a sentir la adrenalina que desata el juego y el rítmico golpeteo de los tacos y los galopes.
Para muchos el origen del polo es incierto, pero una versión lo ubica en la Persia del siglo 6 a.C., donde según algunos grabados entrenaban la caballería con jinetes que parecen emular este juego.
También se dice que su nombre proviene del vocablo tibetano “pulu”, que significa pelota.
Mucho tiempo después, entre el 485 y el 521 a.C., se hallaron registros de un juego similar entre las tribus iraníes, pero al parecer a occidente este juego llegó desde Manipur, India, donde se llamaba Sagol Kangjei, a través de un grupo de oficiales ingleses que estaban destinados en esa región.
Volviendo a nuestro relato, luego del partido espera a los visitantes una mesa tendida a cielo abierto, cerca de las parrillas y los asadores, y una amena charla con los juga- dores.
Éstos relatan cómo es la vida de quienes pertenecen al mundo del polo, que además suelen ser convocados por equipos del exterior, y cuentan anécdotas referidas al comienzo de cada uno de ellos a este deporte al que califican de “una gran pasión”.
Rubén proviene de una familia ligada a la gastronomía y con una historia de mucha equitación campera en los campos maternos de Carlos Tejedor, donde jugaba con amigos.
Hasta que en 2009 creó la marca APD con Celia, su mujer, y en 2014 se asoció con Hernán Zabala porque, dice, “era necesario expandirnos”, y se instalaron en Capilla del Señor en un predio de 42 hectáreas, más 13 de pastoreo para una manada de 200 caballos.
Por allí pasan anualmente unos 10 mil turistas que eligen entre diferentes programas: Polo Clinic, que demanda entre 2 y 7 días; Polo Day, como ya se explicó; Polo Night, que es igual con excepción de que en lugar de asado sirven sandwichería gourmet, y Eventos Corporativos, con actividades a convenir.
Todos los programas finalizan con los turistas vistiendo pecheras, polainas y cascos para jugar un mini partido, y saliendo a la cancha a caballo, dispuestos a pegarle a la bocha con el taco que llevan en la mano derecha, tal como debe ser. “Estoy orgulloso de dedicarme al turismo de polo”, dice el creador de esta experiencia única, una de las más genuinas del campo argentino.
Capilla del Señor está ubicada en el centro noreste de la provincia de Buenos Aires.
Es cabecera del partido de Exaltación de la Cruz; el cual limita con San Antonio de Areco, San Andrés de Giles, Luján, Pilar, Campana y Zárate.