“Aprendí que la ansiedad es la antesala del miedo”
Karina Mosqueira llegó a la ONG La Misión con una pesada historia de vida, con situaciones de enfermedades y droga, pero logró reencauzar sus emociones y encontrar una salida.
Pueden ser innumnerables los orígenes de conflictos familiares, que no distinguen escenarios sociales o culturales; y no siempre la voluntad o el amor alcanzan para hallar la solución, que pueden acercar profesionales en ese tipo de terapia.
“La angustia y, sobre todo, la ansiedad, motivadas en los problemas de salud que tiene mi hijo (de 17 años) y que fue desahuciado por los médicos”, hicieron que Karina Mosqueira (42 años) descubriera la existencia de La Misión, una Organización No Gubernamental que desde hace 18 años realiza una importante tarea en nuestra ciudad y la zona.
“Él (por su hijo) nació con problemas de salud y sufrió muchos traumas y operaciones, tiene EPOC (Enfermedad Pulmunar Obstructiva Crónica) irreversible y, además, probó drogas en la escuela”, dijo la mujer para ir descubriendo las causas de aquella angustia.
Aseguró que al tomar conocimiento de la situación “fuimos a la raíz. Hablé con un directivo de la escuela para decirle lo que pasaba ahí adentro e hicimos la denuncia penal, porque había nenes que vendían droga y los mandaba otro chico de 21 años. Nos hicimos responsables porque no quería que otra mamá pasara por lo que yo estaba pasando. No quería ser egoísta”.
Explicó que, en aquel momento, el chico “me dijo 'te lo voy a decir antes que te enteres por otros: tomé tal pastilla'. Terminó internado y le hablé de su responsabilidad en ello, porque no le miento ni lo encubro en la mentira, lo hago cargo de su decisión. Él me decía que si avanzábamos (en la denuncia) no lo iban a querer. Bueno, si eso ocurría íbamos a trabajar en el rechazo. Todo eso desató una pastillita”
Una coraza
La licenciada en psicología Luciana López afirmó que “le tenemos mucho temor al rechazo”.
“En los momentos de crisis se hace lo que se puede, y uno tiende a ponerse una coraza. Es una forma muy práctica, vamos poniendo debajo de la alfombra nues- tros problemas sin resolver, pero un día nos chocamos con la alfombra y debemos decidir qué hacemos”.
Mencionó que “el lema de La Misión es `cambiá tu manera de pensar para cambiar tu manera de vivir´. Podemos decidir hacer eso o seguir enfrentando los problemas como lo veníamos haciendo y que por algo no estaba funcionando. Ese es el desafío de cada uno. Y solos no podemos”.
“Yo me preguntaba los porqué y estaba desesperada”, retomó Karina, quien, según contó, llegó llorando a la primera entrevista.
“No daba más y empezar el curso me permitió dar cuenta que me hacía mejor a mi que lo que pudiera hacerle a mi hijo. Es que las emociones no son malas, son necesarias y me hicieron verlas de una forma totalmente diferente. Yo creía que llorar era malo. No es malo mostrar que uno puede estar débil. Tenía reprimidas muchas cosas y duelos atrasados, porque nunca había llorado por la enfermedad de mi hijo. Me hicieron encontrar la punta del ovillo y conocerme a mí misma”.
La mujer considera que “las emociones no son malas”, pero “hay que aprender a encauzarlas, después de haberlas reconocido. Ese aprendizaje demandó ocho meses y sigo haciéndolo. Educaron mi mente, y aprendí a escuchar. Ayudaba al resto, pero no a mí misma. A medida que uno se va escuchando es como que se le va sanando el alma”.
La abogada Julieta Carre- ño, coordinadora de La Misión, aseguró que la ONG “no es un grupo de autoayuda. Nosotras decimos que es un grupo psicoeducativo. Lo que hacemos es brindar herramientas educativas para poder manejar y expresar de una manera adecuada nuestras emociones”.
Karina muestra satisfacción al mencionar que “cambió el ámbito de mi familia. Ya no escapamos, nos soltamos, dialogamos y llegamos al acuerdo, aunque podemos estar enojados”.
Su familia también la integran, además de su marido Juan Carlos Díaz, seis hijos y dos nietas, y asegura que “pongo límites y descubrí que soy perseverante. Antes, lo único que sabía era que tenía que seguir, pero mi modo era malo, estresante. No sabía frenar y tapaba mi ansiedad con más actividades. Ahora aprendí que la ansiedad es la antesala del miedo”.
Y “la forma autoriza el contenido” del mensaje, según el concepto de Julieta.
Libertad
Juan Carlos completa la idea al mencionar que “la caparazón que formamos, muchas veces nos esconde la sensibilidad. Y principalmente con nuestros hijos. Creo que la libertad la conocen cuando uno los hace cargo de las cosas a futuro. Ellos se tienen que empezar a armar y deben saber en qué se van a basar para cumplir sus sueños. Y debemos formarlos con esa identidad”.
Finalmente, Karina comentó que “fui mamá muy joven y siempre muy responsable, pero esa responsabilidad me llevó a la culpa y a la carga. Yo decía que no quería ser como mi madre y terminé siendo como ella. Ahora se abrió mi mente, solté las estacas y eso me trajo paz. Duermo de noche sin tener que usar una pastilla”.
“Fui mamá muy joven y siempre muy responsable, pero esa responsabilidad me llevó a la culpa y a la carga”.