El suarense Nicolás Schwab prueba que no hay límites
Tras una experiencia de integración, recibió el título secundario en la Escuela Parroquial Santa María (Suárez). Ahora planea tomar clases de cocina.
Nicolás Schwab acaba de recibir su título de egresado de la secundaria de la Escuela Parroquial Santa María y está feliz de haber pasado por una experiencia de integración positiva.
Hijo de Soledad Kaul y Ariel Schwab, nació hace 20 años en Pueblo Santa María, en el que hoy viven unos 2 mil habitantes, a 15 kilómetros de Coronel Suárez.
Su mamá tenía 21 años y nunca había tenido contacto o vínculo con alguien con Síndrome de Down, por lo que no sabía concretamente cómo podría llegar a ser la vida de Nico y estaba llena de temores.
"Hace 20 años, los chicos down se guardaban un poco; no era tan común verlos en la calle", recordó.
"En Buenos Aires me encontré con una mamá con un bebé recién nacido y me mostró una foto de su nena más grande, con Síndrome de Down, con una cara de vaga divina y feliz. Ahí entendí que mi hijo podría tener una vida normal", relató.
Con el tiempo la sociedad comenzó a llevar a la práctica el concepto de integración, desde distintos ámbitos, como el educativo, y a desarrollar herramientas para que este tipo de experiencias fue- ran viables.
Así fue como Nico llegó al Jardín de la Escuela Parroquial Santa María, de la mano de su mamá, quien había sido alumna de la institución.
"Uno siempre espera el 'No', pero tuve las puertas abiertas de la escuela desde el principio. Quien era la directora me facilitó todo", contó.
En estos años, no todo fue sencillo. Se dieron algunas situaciones que ameritaron charlas con los chicos, padres y autoridades de la entidad, pero siempre en un marco de buena voluntad, respeto y predisposición al diálogo por parte de todos.
"Sentimos el apoyo no sólo de la escuela, sino de las familias. Todos aportamos un grano de arena", contó.
Para Soledad, la empatía es esencial para construir lazos positivos.
"Es genial que, desde la casa, los padres alienten a sus hijos a la paciencia, al respeto. Nicolás es súper abierto y sociable, pero a veces es demandante y eso no era fácil para sus compañeros. Debíamos acompañar con un freno, desde este lado", co- mentó.
"La experiencia de integración fue buena para todos. A sus compañeros, estar cerca de Nico y convivir con él, les enseñó a ponerse en el lugar del otro y a conocerlo y borrar prejuicios. Eso los acompañará siempre. Uno nunca sabe las situaciones que le depara la vida", dijo.
Nico tiene una vida social muy activa. Toma la bici temprano y sale por el pueblo a visitar amigos y familiares. Su mamá siempre lo motivó a ser independiente, a moverse solo y a sociabilizar. Tiene una hermana de 15 años, Bárbara y un hermanito de 6, por parte de su papá.
"Soy consciente de que, por ley natural de la vida, no voy a estar con él siempre y, cuánto más independiente sea mejor la va a pasar", dijo.
"Como lo tuve de muy jovencita, tengo esa ventaja o expectativa de vivir mucho tiempo junto a él, es mi deseo", confesó.
Proyectos
Ahora que Nico terminó la secundaria, empieza una nueva etapa. Deberá tomar algunas decisiones importantes y definir un camino de integración en el mundo laboral.
Entre las actividades que más disfruta y que podrían proporcionarle una salida laboral, se encuentra la cocina. En la escuela tenía un taller de cocina con la maestra in- tegradora dos veces por semana y le gustaba mucho.
Su mamá contó que ronda por su cabeza el proyecto de desarrollar una panificadora en el Taller Protegido local, aunque también avalúa que viaje al Taller Protegido de Coronel Suárez, sobre todo para que aprenda a manejarse en colectivo, a manejar dinero y a desenvolverse en las instituciones de la ciudad.
Otra alternativa sería tomar clases de cocina en el Instituto Gastronómico de las Américas (IGA), entidad privada que se mostró flexible en cuanto a horarios y modalidades de exámenes.
Marianela Sanclemente, directora de la Escuela Parroquial, aseguró que la inclusión implica que el chico pueda trabajar igual que el resto, considerando que tiene capacidades diferentes, pero que puede potenciar sus habilidades de la misma manera en un espacio de confianza.
“Fue una experiencia enriquecedora y representó un crecimiento en lo profesional y en lo humano. Nico fue un excelente alumno, muy extrovertido, fue participativo y realizó carteleras históricas que compartió con sus compañeros. La calidez y el cariño que nos ha brindado en estos años han sido magníficos”, dijo.
“Rescato el trabajo de los docentes y el compañerismo de los alumnos de la institución. Nadie ha marcado nunca una diferencia con respecto a Nicolás y lo han integrado en todas las actividades y propuestas áulicas e institucionales”, añadió.
Nicolás Schwab nació hace 20 años con Síndrome de Down y fue integrado por una escuela de Pueblo Santa María desde el Jardín de Infantes.