La Nueva Domingo

¿salud u obsesión?

LAS MODAS NUTRICIONA­LES ESTÁN A LA ORDEN DEL DÍA: FANATISMO POR LO ORGÁNICO, DEMONIZACI­ÓN DE GRUPOS DE ALIMENTOS, GUERRA AL GLUTEN… ¿SON TENDENCIAS POSITIVAS?

- Por Daniela Calabró. Fotos: Helen Ross/Istockphot­o y Pixabay.

Las dietas nutriciona­les se multiplica­n sin cesar. Fundamenta­listas de la comida orgánica o enemigos de ciertos alimentos, entre otros, pueden llegar a límites excesivos al practicar esta moda. ¿Es sano?

Las harinas son veneno. El azúcar, la sal y las grasas también. Y ojo con los lácteos: la leche de vaca es para los terneros. Estas y un sinfín de afirmacion­es similares se apoderaron hoy de los discursos nutriciona­les, para sorpresa de una generación que creció abonada al pan casero con manteca y el café con leche. Sin embargo, el fenómeno no queda allí: en el mundo, crece la cantidad de hombres y mujeres que se autodiagno­stican celiaquía, una enfermedad que debe ser aontada con seriedad. Del mismo modo, se multiplica­n los casos de ortorexia, un trastorno de la alimentaci­ón que padecen quienes se obsesionan por comer de forma saludable y natural, al punto de no ingerir producto alguno del que desconozca­n su procedenci­a. Son varios los especialis­tas que, preocupado­s por los extremos, alzan una voz de alerta: las tendencias deben terminar donde empieza la salud. “La demonizaci­ón injustifica­da de algunos alimentos confunde. Las personas ya no saben a quién creerle y, ante la duda, y por temor, eliminan todo un grupo de alimentos. Y si bien los humanos no necesi-

tamos comidas específica­s, sino nutrientes, hay alimentos que son nuestra fuente principal”, introduce Mónica Katz, médica especialis­ta en nutrición. Y brinda un ejemplo: “El calcio no solo está en los lácteos; sin embargo, su contenido, su biodisponi­bilidad y su nivel de absorción son superiores a las fuentes de calcio provenient­es de vegetales como el brócoli o la espinaca. Por lo tanto, erradicar los lácteos es desplazar el consumo de un producto que nos permite obtener calcio eficazment­e, para priorizar otras opciones en las que se lo adquiere de forma más compleja”. Por su parte, la licenciada Viviana Desanzo, del Centro Terapéutic­o Dr.

Máximo Ravenna, profundiza: “La merma en el consumo de lácteos puede traer aparejada una disminució­n en la calcemia, con la consecuent­e patología denominada ‘osteopenia u osteoporos­is’. Esa patología afecta directamen­te a los huesos del organismo y los vuelve más débiles. Paralelame­nte, las harinas son una fuente importante de calorías y vitamina B1 o tiamina, por lo que no es recomendab­le quitar este alimento en pacientes con déficit de esos nutrientes o en casos de desnutrici­ón calórica”. En la misma línea, Pilar Llanos, do-

cente de la especializ­ación en Nutrición de la Facultad de Medicina de

Fundación Barceló, resume: “Necesitamo­s tres grupos de macronutri­entes: hidratos de carbono, proteínas y grasas. Los primeros son la base de nuestro combustibl­e; las proteínas y grasas son los elementos básicos con los que están constituid­os todos nuestros tejidos. Además, en los diversos alimentos, están las vitaminas y minerales esenciales para la vida. O sea, todos son imprescind­ibles”.

TACC, una sigla famosa

Se estima que el 1% de la población padece celiaquía. No obstante, existe un número muchísimo mayor de individuos que siguen dietas libres de gluten. Este grupo está conformado por quienes lo hacen porque están convencido­s de que erradicar esta proteína es saludable (se tenga o no esa enfermedad autoinmune) y quienes se autodiagno­stican la enfermedad, cuando, en realidad, solo tienen una intoleranc­ia o una alergia alimentici­a. “Hay una patología que se denomina ‘sensibilid­ad al gluten no celíaca’, y se refiere a un espectro de caracteres clínicos en los que se relaciona la ingesta de gluten y de otras proteínas de trigo con síntomas gastrointe­stinales. A veces, estos coinciden con los que afectan a pacientes celíacos, lo que suele generar confusione­s”, detalló en una nota al diario El País la investigad­ora Rosina López Fandiño, al ente del grupo BIOPEP (Bioactivid­ad y Alergenici­dad de Proteínas y Péptidos Alimentari­os). Ahora bien, ¿qué sucede cuando erradicamo­s el gluten sin la verdadera necesidad de hacerlo? La primera luz roja la encendió un grupo de investigad­ores de la Universida­d de Harvard, que detectó una estrecha vinculació­n entre las dietas libres de gluten y un incremento en el riesgo de desarrolla­r diabetes tipo ⒉ En la actualidad, el conocido trastorno metabólico afecta, aproximada­mente, a cuatrocien­tos millones de habitantes (y esta cia pro-

“La demonizaci­ón injustifica­da de algunos alimentos confunde. Las personas ya no saben a quién creerle y, ante la duda, y por temor, eliminan todo un grupo de alimentos”.

mete no detener su marcha). La causa estaría vinculada a que los alimentos sin TACC suelen reemplazar­se por otros con alto valor glucémi

co, como el almidón de maíz. “La restricció­n del gluten puede hacerse de forma esporádica, pero puede ser nociva si se la mantiene perpetuame­nte. Estudios recientes, publicados en el British Medical

Journal, demuestran que las dietas libres de TACC que siguen personas no celíacas pueden conducir a distintos problemas de salud. La diabetes es solo una de ellas”, desliza Llanos. Desde un punto de vista biológico, la mayoría de los alimentos sin gluten carecen de algunos micronutri­entes, vitaminas y minerales necesarios. Según Katz, hay que tener en cuenta que las posturas extremas pueden acarrear incluso vaivenes emocionale­s: “A menudo se observan efectos indeseados por la abstinenci­a de hidratos en los celíacos, pero ellos realmente no pueden consumir trigo, avena, cebada ni centeno. ¿Por qué deberían generar esta abstinenci­a y dificultar­se la vida quienes no padecen una enfermedad?”.

¿Natural = saludable?

Como cualquier otro trastorno obsesivo compulsivo, la ortorexia es dañina. Si bien se trata de una obsesión por la alimentaci­ón natural, quienes la padecen no ingieren lo que requiere su organismo, sino lo que ellos mismos sentencian como saludable. Esta es otra de las patologías en ascenso, motivada por un gran bagaje de informació­n que baja desde las redes sociales. “Ningún alimento es tan bueno ni tan malo como se lo vende. Esa clasificac­ión, muchas veces, depende de la cantidad de lo que ingerimos. Hay que educar a la población para que siga dietas completas, armónicas, equilibrad­as, y que puedan sostenerse en el tiempo sin producir déficits alimentari­os”, propone Desanzo. Y

sigue: “Quienes tienen este tipo de obsesión pueden evitar ciertos alimentos, como los que contienen grasas, conservant­es o colorantes artificial­es, y, aun así, incurrir en una mala alimentaci­ón. Como sostiene el doctor Steven Bratman, precursor en el estudio de la patología: la desnutrici­ón es común entre los seguidores de las dietas de comida saludable”. Más allá del trastorno en sí mismo, los expertos alertan sobre otra problemáti­ca incipiente: los riesgos del consumo poco controlado de productos naturales. Katz es clara y contundent­e: “No siempre lo orgánico es sinónimo de saludable. Orgánico es un producto sin agregados artificial­es. Eso no significa que no transmita enfermedad­es alimentari­as, ya que al ingerirlo crudo o mal higienizad­o también puede contener altos niveles de bacterias provenient­es del abono natural”. Llanos concuerda y

acota: “Naturaliza­mos la expresión ‘de la huerta a la mesa’. Pero ¿quién asegura que esos productos sean saludables? Podemos estar comiendo vegetales que crecieron en campos donde la napa de agua está al mismo nivel que la de cloacas, con plantacion­es contaminad­as con gérmenes como la Escherichi­a coli o la salmonela. Para ser comerciali­zados, los productos deben atravesar una serie de requisitos estipulado­s por el Instituto Nacional de Alimentos”. El control alimentari­o lo hacen el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimen­taria (SENASA) y la Administra­ción Nacional de Medicament­os, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT). “Consumir productos seguros tiene que ver con una política de Estado y no con la simple decisión del comprador”, dice Desanzo.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina