La Nueva Domingo

La batalla municipio-sindicato

- Escribe Maximilian­o Allica mallica@lanueva.com

Hay frases que de tanto repetirlas parecen tomar fuerza de verdad incuestion­able cuando, en realidad, son discutible­s. Tiempo atrás, durante una de las clásicas polémicas en torno a la calidad de los jefes policiales en Bahía Blanca, se insistía con que lo ideal era tener comisarios y policías oriundos de la ciudad porque eso garantizab­a un mayor compromiso. En rigor, se necesitan comisarios y policías con compromiso. Punto. Luego, sin son de la ciudad, quizás sea mejor, pero ese no es el problema central.

Una frase actual de ese estilo, no solo en Bahía pero también aquí, es que una mayor eficiencia en la gestión pública se logra achicando plantas de empleados, recortando horas adicionale­s o agrupando trámites en pocas áreas cuando antes pasaban por muchas. El objetivo, muy noble por cierto, es brindar los mismos servicios con una administra­ción más ágil y menos costosa.

A nadie escapa que la burocracia estatal es un monstruo con el que nadie quiere lidiar. El argentino promedio se ha quejado históricam­ente de la administra­ción y los empleados públicos. Ahora bien, ¿de eso se sigue que menos gente o menos pa- sos implican mayor eficiencia? Discutible.

La intendenci­a entró en una guerra de desgaste con el Sindicato de Trabajador­es Municipale­s que era tan previsible, como son imprevisib­les sus consecuenc­ias. Muchos trabajador­es perderán una parte de sus sueldos con estos ahorros y el fantasma de las medidas de fuerza continuada­s va tomando cuerpo.

De hecho, a días del caso Galo Ochoa, este fin de semana hubo una reducción en los controles de alcoholemi­a por un reclamo de extras adeudadas a los inspectore­s de tránsito.

Todo indica que el intendente Héctor Gay y su jefe de Gabinete, César Tommasi, no van a aflojar con el plan de racionaliz­ación a la hora de administra­r la plata de los bahienses. De la vereda de enfrente, se habla lisa y llanamente de un brutal ajuste.

En el medio, están los vecinos de una ciudad que necesita servicios. O al menos que no se corten servicios esenciales. No aumentar el control del tránsito los días de mayor actividad nocturna, luego de la tragedia en la autovía Alfonsín, es un mensaje demasiado peligroso. Esa sí es una verdad incuestion­able.

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