La Nueva Domingo

Domingo. Turismo Eslovenia, todo el mundo en un pequeño país

En Bled están la iglesia de la Asunción y el mito de sus milagrosas campanas, mientras que Postoina tiene la gruta kárstica más visitada de Europa y Zalec la primera fuente pública de cerveza.

- Corina Canale corinacana­le@yahoo.com.ar

Este pequeño país de Centroeuro­pa está a tan sólo 130 kilómetros de Venecia y a 200 de Salzburgo, la ciudad austriaca de la música, y aún más cerca de sus vecinas Serbia y Croacia.

Desde Liubliana, su capital, en dos horas se llega a cualquier parte de su territorio, poco más de 20 mil kilómetros cuadrados, por rutas que atraviesan bosques, granjas madereras, viñedos y aldeas colgadas de las laderas alpinas.

La medieval Liubliana tiene una rica historia de caballeros, princesas y fastuosos castillos y palacios, y de terrazas que se asoman al río y a los bares que sirven la cerveza eslovena de Zalec, el gran productor de lúpulo.

En ese pueblo se inauguró en 2016 la primera Fuente de Cerveza Pública del mundo, que demandó una inversión de 170 mil euros para que los turistas no pasaran de largo. Fue un éxito.

“No queremos emborracha­r a los visitantes, sólo que prueben nuestras cervezas rubia y ámbar”, alertó el alcalde, quién como al pasar habló de los beneficios de la cerveza en la salud.

La fuente de tiene cinco distribuid­ores donde por 6 euros se puede llenar 5 veces una jarra de 100 ml con microchip. Los eslovenos copiaron el modelo de la Primera Fuente Pública de Vino, que los italianos instalaron en Abruzzo, que sin cargo alguno derrama vino tinto, considerad­o “el agua de los dioses”.

La diversa geografía eslovena está poblada de bosques, cascadas y naturaleza en estado puro, cuyo mayor exponente es el Parque Nacional Triglav, nombre de la montaña más alta del país.

Pero debajo de los campos verdes y de los viñedos subyace un mundo subterráne­o digno de la febril imaginació­n de Julio Verne: las más de 10 mil grutas de la región del Karst, formadas por las milenarias lluvias que horadaron la piedra caliza.

La cueva de Postoina tiene 20 kilómetros de túneles y galerías y es la más visitada de Europa, en especial por los espeleólog­os, que vienen a ver sus estalactit­as y estalagmit­as, algunas plegadas como cortinas.

Allí habita, según describió hace 300 años el historiógr­afo Janez Valvasor, una cría de dragón que sale a la superficie cuando el agua tapa la cueva. Pero no es el único: lo acompañan en ese mundo oscuro ratones, arañas, langostas y murciélago­s.

Actualment­e la cueva está iluminada y los turistas ya no tienen que llevar antorchas, y hay un tren eléctrico que llega hasta el “El Salón de los Conciertos”, un recinto famoso por su acústica.

Bled es el más popular de los destinos turísticos del país, en cuyo lago hay una pequeña isla y en ella la Iglesia gótica de la Asunción de la Virgen, del siglo XV. El mito, que se cumple religiosam­ente, dice que tocar su campana trae suerte.

A la isla se llega en chalupas con guías, o remando en botes de madera, ésta última una gran experienci­a. Para llegar a la iglesia hay que subir 99 escalones; desde allí se ven los picos de los Alpes Julianos, frontera natural del país con Italia y Austria.

Muy cerca está el castillo medieval, sobre un acantilado, donde en el año 1004 había una fortaleza con una torre románica. Ahora hay un museo que exhibe fósiles y hallazgos arqueológi­cos de la región. Para llegar hay que subir por otra vieja escalinata.

Fue el turismo termal lo que hizo de Bled en el siglo XIX un destino de vacaciones todo el año. Su lago de aguas verdes en invierno se transforma en una pista de patinaje.

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