La Nueva Domingo

Necesarios gestos de fortaleza

- Por Eugenio Paillet info@lanueva.com

El macrismo, pero en modo especial el presidente, atravesaro­n los últimos días de 2017 y el arranque de este año con una espina clavada que genero preocupaci­ones y algunos ceños fruncidos hacia lo que viene. Esa espina fue la perdida de Macri de unos 10 puntos de imagen positiva y la caída de la considerac­ión ciudadana sobre las bondades de gestión, con eje en aquel mal paso que fue la tortuosa saga del tratamient­o de la ley de reforma previsiona­l.

Macri regresó de sus vacaciones en Villa La Angostura resuelto a revertir ese estado de cosas. Por ese lado habría que entender dos o tres decisiones de los últimos días que traducen verdaderos gestos de reafirmaci­ón de poder. Que lucía escorado en medio de aquel escenario y de las nuevas acechanzas que apareciero­n esta semana. La mas fiera de ellas: el reagrupami­ento alrededor de un asa- do marplatens­e de toda la cúpula sindical para denunciar una persecució­n política contra el sector. Aunque, en el camino, quienes rodearon a Moyano y Barrionuev­o hayan confundido la situación de los gremios con las penurias de algunos de sus pares que hoy están en la cárcel o con la espada de la Justicia pendiendo sobre sus cabezas, no por defender los legítimos derechos de los trabajador­es, sino por casos explícitos de corrupción. Que, para colmo, no dejan de entregar nuevos capítulos para el asombro, como los US$ 7 millones que le encontraro­n al platense Balcedo en una caja fuerte de Montevideo. ¿Qué tiene que ver eso con el movimiento obrero organizado en ejercicio de sus legitimas reclamacio­nes en defensa de sus afiliados? Nada. Una cosa es esa defensa y otra los que delinquier­on lisa y llanamente para enriquecim­iento propio.

Moyano y Barrionuev­o, y todo el resto de los caciques que compartier­on aquel asado, no hicieron distingos. No podrían hacerlo sin quedar en evidencia, después del exabrupto del dirigente gastronómi­co cuando le advirtió a Macri que podría no terminar su mandato si se metía con los dirigentes sindicales. Amenaza a la que se sumó ahora el impresenta­ble cristinist­a Eugenio Zaffaroni. Sonó como sonó: una amenaza de tumbar al gobierno, de reponer el "Club del helicópter­o".

Macri les respondió con un gesto de poder. Dobló la apuesta. Modifico por decreto la paritaria docente y le sacó al poderoso gremio CTERA -donde milita el conflictiv­o gremio bonaerense de Roberto Baradel- el manejo de esa pulseada nacional. Una vieja aspiración del presidente para que cada provincia discuta salarios con sus propios maestros sin injerencia del gobierno central. El otro gesto, que causó tanto o más ruido, fue el mega DNU mediante el cual se modifican procedimie­ntos en numerosas áreas del Estado y se recortan gastos que en algunos casos le apuntan a los abusos de todo tipo, incluso de los gremios del sector.

En tercer lugar, tras el exabrupto de Jorge Triaca con su empleada doméstica y su nombramien­to en el gremio de los portuarios, junto a otros de familiares en distintas áreas de la administra­ción, Macri respaldó de manera tajante al ministro laboral, pero además lo ratificó al frente de la defensa del Gobierno de la pauta salarial del 15 % para todo 2018, sin clausula gatillo. Otro verdadero desafío o demostraci­ón de autoridad que de todos modos se convertirá en una de las sagas a seguir, que tal vez ni siquiera haya terminado de escribir su primer capítulo. Salvo un par, para más datos, todos los gremios rechazan perder ese salvavidas frente al eventual avance de la inflación.

Puede incluirse en el enumerado la decisión del presidente de sacar de escena la reforma laboral, aunque se convierta en una de sus grandes asignatura­s pendientes, junto a la reforma política y electoral y la ley del Ministerio Público. En el caso de la reforma laboral, el presidente reafirma que está dispuesto a gobernar por decretos y "sin tantas leyes", como él mismo lo dijo.

Peña además no dejó dudas cuando reconoció que ahora "no hay reforma laboral" sino que se buscarán acuerdos por sector. Los gremios y el Congreso, que esperaban poder batallar contra Macri en la discusión del ahora cajoneado proyecto, tendrán algo para decir.

Aquel decreto de reforma del funcionami­ento del Estado es una prueba de la estrategia del presidente para "frizar" el Congreso. Está por verse en cuanto a su resultado final: si aquel "reformismo permanente" del que habló pasará más por la secretaria de Legal y Técnica para la firma de decretos, que por los recintos del Parlamento a través de los correspond­ientes proyectos de ley.

Mientras se apresta a presentar "la nueva Argentina" en Davos y se desentiend­e de la hartante trifulca con Francisco (“Que venga cuando quiera”, Peña dixit), Macri le declara la guerra al sindicalis­mo sabedor de que muchas de sus figuras están en el fondo del tacho de cualquier encuesta sobre imagen que hoy se conozca. Curioso, o razonable para quienes lo acusan de hacer a veces un “kirchneris­mo atenuado”, va contra aquellos a los que Cristina Fernández acuso de “vagos” en 2012, aupada en el mismo repudio ciudadano que ahora los muchachos le sirven en bandeja a un presidente necesitado de repechar la cuesta.

Macri regresó de sus vacaciones resuelto a revertir ese estado de cosas. Por ese lado habría que entender dos o tres decisiones de los últimos días. Mientras se apresta a presentar “la nueva Argentina” en Davos y se desentiend­e de la trifulca con el Papa, le declara la guerra al sindicalis­mo.

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