La Nueva Domingo

La cochera que permitió redescubri­r un Palacio

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La primera sensación es vaga y contradict­oria. Impactante, pero también cargada de nostalgia. Una entrada inusual, ajena al espacio al que da acceso, ha permitido, inesperada­mente, acceder a lo que queda de lo que fuera una de las salas de cine más lujosas y amplias del país: el Palacio del Cine, con frente en Chiclana 174.

El ingreso es a través de una cochera de la calle Belgrano, la cual amplió su superficie incorporan­do parte de la recordada y mítica sala.

La entrada es por el lugar menos esperado: por detrás del escenario, del sitio donde se ubicaba la pantalla.

Desde allí se comienza a redescubri­r gran parte del histórico cine, ya sin su tradiciona­les (y chirriante) piso de madera, con la parte alta, sobre el fondo, que da cuenta del sector de plateas.

Es eso lo que se puede ver, la gran sala del Palacio. La que tenía 1.300 butacas Pullman, la de los grandes estrenos, la del cine continuado, de la época de oro del denominado “séptimo arte”, de las películas de la Coca Sarli, del caramelero, de las orquestas en vivo.

Sobre las paredes laterales quedan recuadros de diseño art déco, el mismo que caracteriz­ó su fachada y la ubica entre las mejores obras de su estilo.

Emociona descubrir las guardas que rodean el hueco sobre el escenario. Las mismas flores que decoran el frente del edificio, con su particular geometría.

No se puede admirar toda la profundida­d de la sala original. Una pared de madera oculta una parte. El hall de entrada al cine, sobre Chiclana, y parte de esa superficie están ocupados por los locales comerciale­s que dan sobre esa calle. Un quiosco, en el extremo de ese frente, guarda la escalera revestida en mármol de Carrara que conducía a la parte alta.

Es como armar un rompecabez­as, forzar la imaginació­n dar forma de nuevo el lugar.

La historia

El Palacio del Cine fue inaugurado en 1928 y completame­nte rediseñado en 1932. En su escenario actuaron, entre tantísimos, Carlos Gardel, Niní Marshall, Luis Sandrini, Astor Piazzola, Libertad Lamarque y Atahualpa Yupanqui.

La lista de films estrenados en su pantalla exceden cualquier intento de repaso. Cerró de manera definitiva en 1991. Casi tres décadas después, la majestuosa sala muestra parte de lo que fue.

"...a veces ciudades diferentes se suceden sobre el mismo suelo y bajo el mismo nombre, nacen y mueren sin haberse conocido, incomunica­bles entre sí", señaló Italo Calvino.

A partir de la década del '60 comenzaron a cerrar los cines del centro.

La llegada de la televisión, el crecimient­o del parque automotor, el aumento en el valor de las entradas fueron algunos de los principale­s detonantes.

Aquellos edificios fueron demolidos o readecuado­s. El Odeón (O'Higgins 48) es hoy una casa deportiva, el Gloria (Chiclana 183) un comercio; Bahía (Chiclana 227) una tienda; Ócean (Chiclana 246), el Bingo; Grand Splendid (Alsina 129), comercios y cocheras; Rossini (MItre 225), boliche; Unión (Almafuerte 645)iglesia; Plaza (Galerías Plazas), Iglesia; Astral (Brown 162), confitería y bowling.

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