Formentera, aires del Caribe en el azul mediterráneo

pulcro Megalítico Ca na Costa, del final del tercer milenio a.C., demuestra que en ese tiempo la isla ya estaba poblada. En el sepulcro se hallaron 6 cuerpos de hombres y 2 de mujeres, y piedras geométricamente dispuestas en círculo. La gente lo llama “el reloj”, por su parecido con los relojes de sol.

Más tardíos son los tres yacimientos Cap de Barbaria, pero en ambos se percibe su conexión con la cultura ibérica.

También está Can Blai, una fortaleza del siglo IV d.C. que testimonia el pasado romano de la isla, cuya misión era vigilar y defender el lugar. Parte de sus murallas aún se conservan.

En la península de Es Trucadors está la playa de Ses Illetes, la más turística, y la de Llevant, con sus rocas negras en la arena blanca y fina. Desde los chiringuitos costeros la puesta de sol abruma.

Y en el sur la playa Migjorn, que parece una media luna, y allí nomás la pequeña cala Es Calo des Mort, cuya geografía lunar deslumbró al escritor francés Julio Verne.

Verne también nombró al Faro de Mola en su libro “Viajes y Aventura a través del mundo solar”, al que se llega por la Ruta Verde 29.

Otro faro de Formentera, el Faro de Cap de Barbaria, que se levanta en un paisaje desértico y solitario, fue captado por la cámara del director y guionista vasco Julio Medem Lafont para una secuencia de su película “Lucía y el sexo”.

Cerca de allí se alza majestuosa la Torre des Garroveret, una torre de vigilancia del siglo XVIII.

Luego del período islámico Formentera pasó al dominio de la corona de Aragón, y hubo tiempos buenos y malos. En estos últimos la gente huyó de la peste negra y el asedio pirata. Mucho después, a finales del siglo XVII, comenzó el trabajo de repoblarla, que se consolidó un siglo más tarde. El turismo fue, y es, su mayor actividad económica. La joven industria convirtió a Formentera en uno de los más exclusivos destinos de playa del planeta.