La Nueva Domingo

Los Zapp se preparan para otro largo viaje alrededor del mundo

Herman visitó la comarca serrana en la que se crió, frente al cerro Tres Picos. Llegó junto a Candelaria, con quien recorre el planeta desde hace 18 años en un auto de 1928, y con sus cuatro hijos, nacidos en el camino.

- Anahí González agonzalez@lanueva.com

RETOMARÁN SU VIAJE POR EUROPA

Herman Zapp y Candelaria, quienes llevan 18 años viajando por el mundo en un Graham Paige de 1928, y tuvieron cuatro hijos en el camino, estuvieron de visita por la comarca serrana, donde dieron una charla, visitaron familiares y subieron el cerro Tres Picos.

Fue un momento muy especial no solo porque la pareja se conoció en Sierra de la Ventana, cuando ella tenía 8 años y el 10, sino porque él vivió en el campo de su abuelo Eduardo Von Wernich, en

Tornquist -justamente frente al cerro- hasta los 9 años y siempre regresó.

La visita estuvo signada por charlas, recuerdos y el reencuentr­o con la familia -entre ellos la tía Carmen y el tío Herman Von Wernich- y se coronó con la subida “en patota” al Tres Picos.

Luego, la pareja volvió a Cardales, donde tiene su casa, para organizar una juntada de viajeros -el 17 y 18 próximos, en Presidente Derqui- antes de retomar su viaje por Europa, ya que les faltó recorrer algunos países.

La gran aventura de dar la vuelta al mundo comenzó en el año 2000 cuando el matrimonio se lanzó a recorrer en un auto de 1928, el tramo Argentina-Alaska.

Todo el mundo les decía que estaban locos, pero no les importó. Planeaban tardar unos seis meses pero se dieron cuenta de que querían seguir viajando. Y se animaron...

Desde entonces, no pararon hasta conocer los cinco continente­s: además Argentina-Alaska hicieron Ushuaia-La Quiaca, USA-Canadá, Oceanía, Asia, África y Europa.

En el camino tuvieron cuatro hijos, todos en distintos países, a los que fueron sumando al viaje: Pampa (EE. UU), Tehue (Argentina), Paloma (Canadá) y Wallaby (Australia).

A bordo del "Macondo Cambalache", a unos 50 kilómetros por hora, calentaron mamaderas, cambiaron pañales, cantaron nanas y vieron lunas y amaneceres en desiertos, monumentos históricos o a la vera del mar.

Su querido auto-casa también fue testigo de la conversión de Candelaria en mamámaestr­a, ya que dio clases a los chicos a través de un pro- grama especial para viajeros del Ministerio de Educación

No creen en la buena o mala suerte sino en las leyes del universo.

Su lema es: “Si uno se abre al mundo, el mundo también se abre”.

***

--Herman ¿cómo fue el alto por los pagos de la infancia?

--¡Fantástico! Cada tres años o cuatro años nos tomamos unas vacaciones de dos o tres meses para visitar a la familia en Argentina y estar un poco en casa --¿Muchos recuerdos?

--¡Claro! Yo nací en EE.UU. pero me crié en el campo de mi abuelo, frente al cerro Tres Picos, hasta los 9 años, rodeado de tíos.

Después me fui a vivir a Buenos Aires, pero pasaba todas mis vacaciones de verano en Tornquist. No me perdía ni un día.

--Siempre nombrás a tu abuelo Eduardo Von Wernich ¿fue una influencia?

--Me marcó muchísimo. Él de repente decía: “Mañana vamos a la Laguna Las Encadenada­s”, y terminábam­os en Puerto Pirámides, en la Península de Valdez.

Fuimos dos veces a Iruya (Jujuy) y como no pudimos cruzar los puentes, por las lluvias, terminamos en las Cataratas de Iguazú, ¡que estaban ahí nomás! (bromea) Dormíamos al lado del Renault 12, en una bolsa de dormir de lona. --Era un aventurero...

--Sí. Tenía un mapa de la Argentina que desplegaba en la mesa y señalaba caminos que no figuraban pero que él los había andado. Con su Ford A del año 28 vadeaba ríos tirado por mulas o subía cuestas empinadas, tirado por bueyes. Estaba acostumbra­do a dormir a la intemperie porque de chico había sido resero. Arriaba vacas, a caballo, desde una estancia en Bariloche hasta Zapala. La vida en movimiento --Dieciocho años de viaje ¿en qué cambiaste?

--En todo. Nada que ver el que salió, con el que volvió. Tenés la mente mas abierta. Discutís menos y escuchás

Los Zapp escribiero­n el libro “Atrapa tu sueño”, que se tradujo a varios idiomas y les permite sustentar su particular estilo de vida.

¿Tras la vuelta al mundo? Nos quedaremos en un lugar, recibiremo­s muchos viajeros y haremos viajes de un año en vez de cinco".

más. No querés imponer nada, sino aprender, escuchar ideas. Te das cuenta de que el mundo es tan gigante y vos tan pequeñito. Viajar te hace más humilde y a la vez te da mucha confianza porque te das cuenta de siendo tan pequeño sos capaz de hacer tan grandes cosas.

Hay tantas maneras distintas de vivir, de rezar, de comer y funcionan ¡Hasta manejar el auto del otro lado está bien. Entendés que las cosas no tienen por qué ser nada más que como me enseñaron o como yo creía que eran y que la vida es muy corta para pelearse por un lugarcito. Mejor disfrutemo­s todos juntos.

No hagamos guerras por honor, orgullo o patriotism­o. Hay que ser más humanistas y menos nacionalis­tas.

--De fronteras, ni hablar. ¡Tuvieron un hijo en cada país!

--Fue algo muy natural para nosotros. Cuando salís a conocer el mundo ya no ves fronteras, ves una gran casa, con distintos colores, perfumes e idiomas, pero es tu casa. ¡No es tan raro!

Pampa (su hijo más grande, hoy de 15 años) en Navidad de 2016, nos pidió un pasaje para visitar a unos amigos de Israel. Se fue como si viajara de Bahía Blanca a Coronel Suárez. --¿Cómo se fueron acomodando los seis en el auto?

--Salimos solo dos personas con el auto lleno. Por cada niño que llegaba hubo que sacar cosas para que entrara el chico ¡con sus cosas!. Fue una gran inversión cambiar cosas por niños.

Al final, todo es cuestión de amor. Una incomodida­d, falta de espacio o de cosas, todo se combate con amor.

Es preferible tener menos cosas y más tiempo para estar con ellos que trabajar más para darles más cosas y quitarles tiempo.

--¿Cuál fue la decisión más difícil de esta experienci­a?

--Nos ha pasado de todo. Nos ha faltado dinero para pagar partos, tuvimos visas rechazadas, pasamos por enfermedad­es, y tantas cosas. Nada, nada, fue tan difícil como el primer día, el de la salida, cuando todo el mundo te decía ¡Vos estás loco! ¡No sabés esto! ¡No tenés lo otro! ¿En ese auto van a ir?

La decisión de sentir que quería hacer algo y que iba a intentarlo fue la más difícil y la mejor que tomé en mi vida.

--¿Hay algo que te haya marcado para siempre en este viaje?

--Un señor en Ecuador me preguntó: "¿Qué es lo contrario de noche?"; y yo dije: “día”. “¿Y de amor?”; dije: “odio”. “¿Y de sueños?”; ahí me quedé mudo. No hay nada contrario a los sueños. Me dijo: el mundo está hecho para los soñadores.

No vinimos al mundo para vivir 50 mil años. Somos capaces de tantas cosas. pero tenemos que salir a probarnos, a meternos en desafíos enormes. Es la manera de crecer, de no tener una vida insulsa. --¿Cómo es estar con tu esposa las 24 horas?

--(Ríe a carcajadas) O te matás o te enamorás más. Uno se enamora de otro por lo que quiere hacer, por sus sueños y después la rutina te lleva a olvidarte por qué te enamoraste.

Nosotros, justamente, trabajamos por mantener vivo lo que nos hizo enamorarno­s. Estamos en ese camino... --¿Cómo sigue la aventura?

--Pronto volveremos a Eu- ropa para terminar de recorrerla. El auto nos espera en Bruselas, en un museo de autos antiguos. De ahí a Marruecos y después a las Islas Canarias y bajar a Brasil. Quizás lo hagamos en un barco holandés que se dedica a hacer transporte de carga a vela, pero aún no nos cierra el presupuest­o. Después visitaremo­s las Guyanas, Uruguay y Paraguay. Y cuando lleguemos a la Argentina ¡nos vamos a dormir una buena siesta!

--Ahora que los chicos están más grandes ¿Alguno planteó no viajar más?

--No. ¡Ellos están felices! Les dimos la opción a los dos más grandes (Pampa y Tehue) de quedarse en Argentina, en casa de los tíos, para cursar la secundaria un año con sus primos, pero quisieron venir. ¡Imaginate! Visitamos lugares nuevos constantem­ente. En Europa hay costas, museos de ciencias enormes, de esos que tardás semanas en recorrer. --¿Por qué recorrer el mundo?

--Porque te da ganas de vivir. Estamos de paso, vinimos sin nada y nos vamos sin nada.

¿Cómo no vas a disfrutar de tu amor y de tus sueños? Si tenés eso, no te falta nada. Un chino dijo: "Ser feliz es simple, lo difícil es ser simple". Tenemos que aprender a simplifica­r las cosas.

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Pasaron dos meses juntos en Inglaterrr­a, Escocia e Irlanda. Planean volver al Viejo Continente.
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 ??  ?? Herman definió a África como la libertad absoluta: "de acampar, cocinar y comer donde quiera. No ves a los animales en un zoológico: estás lavando ropa y pasa un elefante".
Herman definió a África como la libertad absoluta: "de acampar, cocinar y comer donde quiera. No ves a los animales en un zoológico: estás lavando ropa y pasa un elefante".

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