Al papel
Para escribir su novela sobre el famoso vampiro, el irlandés Abraham “Bram” Stoker se inspiró en varias fuentes literarias. ¿Cuáles? El vampiro, de John William Polidori (el médico de Lord Byron); La metamorfosis del vampiro, de Charles Baudelaire; Berenice, de Edgar Allan Poe, o Carmilla, de Sheridan Le Fanu. También fue asesorado por Árminius Vambéry, un profesor húngaro especialista en la literatura y cultura del Imperio otomano. Desde su primera edición, allá por 1897, la obra tuvo un éxito arrollador. No obstante, y como suele ocurrirles a muchísimos autores, a Stoker se lo conoció solo por Drácula, y el resto de su producción literaria cayó en el olvido. Hace un puñado de años, apareció un libro muy interesante relacionado con el tema. La historiadora es la primera novela escrita por Elizabeth Kostova, en la que se narra la búsqueda de la tumba de Vlad Tepes. Paralelamente, se ahonda en su vida como figura histórica y en el mito construido a su alrededor.