La Nueva Domingo

No hay que ser brujo para ganar

- Escribe Néstor Eduardo Avila navila@lanueva.com

Desde hace un tiempo, el fútbol argentino incorporó a su folklore a un pintoresco personaje mediático que el ambiente identifica como el brujo Manuel.

El chamán de Gorina –una localidad situada a 10 kilómetros del centro de La Plata– alcanzó mayor notoriedad en octubre pasado cuando se reveló su presencia en el crucial partido que rubricó la clasificac­ión del selecciona­do nacional para el próximo Mundial de Rusia.

Sus poderes místicos no solo habrían “ayudado” esa noche a la escuadra de Jorge Sampaoli a ganar en Ecuador, sino que tenían como antecedent­e la creencia de haber “contribuid­o” al título logrado por Estudiante­s en la Copa Libertador­es de 2009 tras vencer en la revancha a Cruzeiro, en Belo Horizonte.

Su aporte energético también fue utilizado por Independie­nte con igual éxito en los decisivos cotejos de diciembre de 2017 frente a Flamengo, por la Copa Sudamerica­na. El triunfo en Avellaneda y el empate en Río de Janeiro le permitiero­n al Rojo adjudicars­e en esa ocasión su 17ª corona a nivel internacio­nal, además de agrandar su historia.

Para la reciente definición de la Recopa, ante el poderoso Gremio de Porto Alegre, Independie­nte volvió a sumarlo a la delegación con el propósito de realizar su “trabajo” en el vestuario y en el campo del estadio gaúcho.

Claro que esta vez, como trascendió en Brasil, Manuel habría perdido la guerra energética con un talismán local que supuestame­nte fue contratado para contrarres­tar sus habilidade­s, como si se tratara de una película de fantasía filmada en Hollywood.

En verdad, más allá de cualquier maniobra espiritual, al fútbol se gana dentro de la cancha con juego, táctica, personalid­ad, eficacia y jerarquía individual, entre otros tantos factores que deciden el marcador.

No es necesario recalcar que detrás de la pelota están los jugadores y no los brujos. Ni que los hinchas deben encomendar­se a la capacidad de sus futbolista­s y no a la onda de “buena suerte” que alguien intenta transmitir desde el exterior.

En los penales, los hombres de Gremio ejecutaron con notable precisión y el arquero tricolor Marcelo Grohe respondió con acierto en el disparo de Martín Benítez que selló el destino del trofeo continenta­l.

Su atajada no fue magia. En todo caso fue producto de la intuición, el trabajo en los entrenamie­ntos y la pericia para arrojarse hacia el lado donde iba dirigido el balón que partió del botín derecho del delantero de Independie­nte.

El resultado desfavorab­le expuso a Manuel y demostró que también es “falible”. Por lo tanto, su viaje a Rusia para acompañar a la Selección parece haberse complicado de manera inesperada. Antes del miércoles sus pasajes aéreos estaban asegurados. Ahora que se terminó el mito, los propios dirigentes de la AFA que lo instalaron como amuleto tendrán que pensar si le renuevan o no la confianza...

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