La Nueva Domingo

Matemática­s: solo un 6% pasó la prueba de nivelación en la UNS

- Anahí González agonzalez@lanueva.com Hernán Guercio hguercio@lanueva.com

A la evaluación se presentaro­n 1.438 aspirantes. La aprobación de la materia se exige en 13 de los 16 Departamen­tos Académicos. Por otra parte, los estudiante­s de la zona que vengan a Bahía deberán desembolsa­r entre 7.000 y 10.000 pesos por mes. El mayor gasto correspond­e a los alquileres, que aumentaron un 20%.

Un estudiante de la zona deberá desembolsa­r entre 7 y 10 mil pesos por mes, como mínimo, para cursar durante este año en una universi- dad o institució­n terciaria de Bahía Blanca.

El dato surge de un relevamien­to realizado por este diario entre empresario­s y estudiante­s que ya están viviendo en la ciudad desde hace algunos años.

El mayor gasto es el alquiler, que se puede llevar hasta dos tercios del presupuest­o. El dato positivo, en este ru- bro, es que los aumentos estimados para este año rondan el 20%.

Los valores parten desde los 4.500 pesos para departamen­tos funcionale­s y 6.500 para aquellos de por lo menos dos ambientes (todos ubicados en el barrio Universita­rio o el macrocentr­o).

Si se busca un lugar más amplio, de dos habitacion­es por ejemplo, los precios parten desde los 7 a 9 mil pesos. En la actualidad, por una cuestión de independen­cia, hay mayor demanda por los inmuebles con una sola habitación. Además, por la escasa diferencia en el precio, los funcionale­s han quedado en un segundo plano en las preferenci­as.

A estos costos hay que agregarle las expensas, que pueden ir desde los 500 a los 1.500 pesos por mes, dependiend­o del edificio y de los servicios con que cuente.

De cualquier modo, quien aún no cerró contrato o no se decidió a buscar algún inmueble es probable que se quede con las manos vacías: es tan alta la demanda que ya casi no quedan departamen­tos disponible­s en el barrio Universita­rio, que es el que

tiene la mayor demanda. La oferta, indicaron referentes del sector, está cubierta prácticame­nte en un 100%.

Carlos Esteban, presidente del Colegio de Martillero­s y Corredores públicos de la provincia de Buenos Aires, destacó que en comparació­n con el año pasado la suba de los alquileres fue del 20%.

“Es un porcentaje menor al índice de inflación de 2017, que rondó el 24%, porque se tuvo en cuenta que el poder adquisitiv­o de la gente ha disminuido y las paritarias -en general- vienen cerrando en un 15%”, aclaró.

Lucas Bochile, de Bochile Inmobiliar­ia, indicó que el “caballito de batalla” es el departamen­to de un dormitorio, con valores de alquiler de 6 mil pesos en adelante y expensas de al menos 800. La prioridad, explicó, son edificios horizontal­es, próximos a la universida­d y al centro.

“Esto se da más que nada con las mujeres, por una cuestión de seguridad. Generalmen­te, los padres prefieren pagar un poco más y hacer un esfuerzo, pero tener la tranquilid­ad de que su hija va a estar más resguardad­a, en lugares iluminados y con tránsito fluido”, dijo.

Cuestión de expensas

Carlos Sabaloy, de Sabaloy Estudio Inmobiliar­io, señaló en que las expensas son las que hacen la diferencia al momento de elegir un inmueble para alquilar.

“La gente te pregunta antes qué expensas tiene un departamen­to y después averigua el precio del alquiler”, confió.

Con él coincidier­on desde Bochile, donde aseguraron que si bien el valor de los alquileres no difiere demasiado en departamen­tos de similares caracterís­ticas y ubicación, son las expensas las que oscilan mucho.

“El valor de las expensas es mayor en edificios que tienen encargado, portero, ascensor y demás”, dijo.

“Por ejemplo, los edificios multifamil­iares de hasta tres pisos suelen compartir gastos mínimos que oscilan entre los 600 y 800 pesos; los demás, con más servicios, no bajan de 1.000”, agregó.

¿Tendencia o independen­cia?

Desde Inmobiliar­ia Girotti, Claudia Succurro coincidió en que la preferenci­a es por los departamen­tos para universita­rios solos.

“En otros años ha habido una gran demanda de depar- tamentos para compartir, pero este año han venido más universita­rios solos. Antes se estilaba más que se juntaran dos o tres amigos”, señaló.

“Un funcional cerca del centro ronda los 4.500 pesos más expensas, y los de un dormitorio desde 6.500 para arriba, con expensas de 600 hasta 1.500. Estos últimos son los que tienen cochera, aunque es raro que los estudiante­s busquen algo con tantos servicios”, dijo.

Para Carlos Esteban, los departamen­tos de un dormitorio son los más requeridas porque tanto los padres de los estudiante­s como los jóvenes mismos buscan comodidad e independen­cia.

“En épocas de crisis profunda, los estudiante­s convivían en departamen­tos de dos dormitorio­s para abaratar costos. Desde hace unos tres años esta tendencia se revirtió”, indicó.

Bochile aseguró que los estudiante­s prácticame­nte no solicitan departamen­tos de dos dormitorio­s, salvo en contados casos en que se mudan dos hermanos.

“Los funcionale­s tienen su demanda pero, en general, la gente se inclina por los departamen­tos de un dormitorio porque la diferencia de costos entre uno y otro no es tan grande”, indicó.

Cantidades

En la Universida­d Nacional del Sur hay actualment­e 22.725 alumnos regulares, de los cuales 11.383 son bahienses; el resto proviene de la zona cercana, pero también hay de provincias limítrofes y territorio­s bastante más alejados.

De la provincia de Buenos Aires hay 7.477 estudiante­s. El segundo lugar lo ocupa Río Negro, con 2.223 (9,78%) y en + puesto queda La Pampa con 720 (3,17%).

Después se ubican Chubut (383 alumnos), Neuquén (180), Santa Cruz (111), Tierra del Fuego (72), Ciudad de Buenos Aires y Salta (26), Corrientes (22), Jujuy (21), Córdoba (15), Catamarca, San Luis y Misiones (9), Entre Ríos (8), Tucumán (7), Santa Fe (6), Mendoza (5), Chaco (4), Formosa y Santiago del Estero (3), San Juan (2) y La Rioja (1).

En la Universida­d Tecnológic­a Nacional Bahía Blanca, los estudiante­s de la ciudad son mayoría: 1.358 contra 1.034, además de 4 extranjero­s. En total, son 2.396 alumnos.

Esteban relacionó el constante incremento de la matrícula con una oferta académica cada vez más amplia.

“Sé de casos de gente que tenía estudiando a sus hijos en La Plata y, al abrir esa mis- ma carrera en Bahía Blanca, los trajeron para acá por una cuestión de costos. El valor de los alquileres incluso es menor en nuestra ciudad”, subrayó.

Una de las consecuenc­ias es la creciente demanda de inmuebles para estudiante­s.

Succurro se mostró de acuerdo y agregó un dato que lo prueba: para esta época ya se han alquilado casi todos los departamen­tos más cercanos a la universida­d y sólo quedan algunos en zonas como Estomba al 1.200 o Mitre al 1.300, entre otras.

“Hoy, estudiar es un privilegio”

Maite Arana vive en Bahía Blanca desde hace 11 años. Llegó desde Pigüé para estudiar licenciatu­ra en Ciencias Biológicas en la UNS, luego de dos años de cursar kinesiolog­ía en la UBA.

Nunca se quedó quieta: en todo momento trabajó para solventar parte de sus estudios y hasta, por un par de años, debió dejar la cursada porque los horarios de su empleo se superponía­n con los de las materias.

Hoy calcula que se recibirá a más tardar a fin de año: le quedan una materia y una tesina. Para 2019 el proyecto es comenzar un doctorado y conseguir alguna ayudantía. Mientras tanto, se mantiene dando masajes. De otra forma, asegura, no podría seguir la carrera.

“Hoy estudiar es un privilegio. Más allá de que la universida­d sea gratuita, no cualquiera puede cursar una carrera lejos de su casa. Es complicado no trabajar. En mi caso siempre quise hacer algo para poder tener mi plata, pero eso no significa que no haya recibido ayuda de mi familia. Hasta el día de hoy siempre me dan una mano”, reconoce.

Vive sola en un departamen­to, con su gato Malandra. Su gasto mensual ronda los 9 mil pesos, de los cuales más de la mitad -4.700- correspond­en al alquiler. Otros 3 mil se van en comida, y el resto, en expensas, servicios, internet, obra social y el plan mínimo de celular.

“Con el alquiler casi siempre me ayudan, aunque a veces alcanzo a pagármelo yo, algo que me encanta. Normalment­e alcanzo a cubrir la mitad de todo el gasto con el trabajo de masajista; con lo demás me ayuda mi familia, cuando puede. Si no, sería imposible; ya hubiera dejado de estudiar hace mucho”, dice.

La realidad, y aunque no todos en la UNS comulgan con la idea de que los alumnos trabajen mientras cursan, es que siempre debió colaborar con su familia para pagar su estadía. Primero, viajando a Pigüé para dar clases de danza clásica, con lo que pagaba el curso de masajista.

También hizo encuestas, hasta que un perro la mordió en el barrio Patagonia y dejó. Incluso vendió seguros para automotor y tuvo un taller de cerámica. En paralelo, estudiaba y hacía masajes para solventars­e.

“Los horarios de comisiones y de laboratori­os de mi carrera hacen que sea prácticame­nte imposible tener un trabajo fijo; cuando lo tuve, debí dejar de cursar alrededor de dos años”, cuenta.

Eso sí: asegura que el cambio de Capital Federal-UBA por Bahía Blanca-UNS fue un acierto en todo sentido.

“Me encantó venir a Bahía, donde ya estaba la mayoría de mis amistades de toda la vida; me sentí en un lugar y entorno más familiar: podía andar en bicicleta, ir caminando a la universida­d sin tener necesidad de tomar un colectivo. Además, al estar cerca de Pigüé viajaba más seguido”, cuenta.

“Acá me encontré con la UNS, donde tocás una puerta y encontrás al profesor”, agrega.

Una rionegrina que la pelea para ser contadora

Florencia Álvarez Guerrero es de Choele Choel (Río Negro) y llegó a Bahía Blanca en 2009 para estudiar la carrera de Contador Público Nacional en la Universida­d Nacional del Sur.

“El primer alquiler que pagué era de 850 pesos y ahora estoy pagando 5 mil y 1.400 de expensas”, comparó la rionegrina, a quien le restan solo nueve finales para terminar la carrera.

“La mayoría de los contratos se reajustan cada 6 meses, por el 10 o 12%. A mí me aumentan 30% al año. O sea que, en setiembre, estaría pagando más de 6 mil pesos”, contó.

Por el momento -y hasta fines de marzo- comparte un departamen­to de un dormitorio en el macrocentr­o con una amiga. Luego se mudará a vivir sola a unas cuadras.

“Es mucho más fácil vivir con una amiga porque compartís no solo el alquiler sino los gastos básicos: internet, luz, gas. También compartimo­s las cosas básicas de limpieza y cocina, y después cada una tiene su comida”, comentó.

Asegura que antes le resul-

Entre la UNS y la UTN tienen en la actualidad 25.121 alumnos regulares. De esos, 12.376 provienen de la zona de influencia y distintas provincias argentinas.

taba más fácil sostenerse económicam­ente.

“Antes la plata me alcanzaba mejor y a medida que fue pasando el tiempo empecé, cada vez más, a vivir con lo justo. Está bien que los sueldos aumentan, pero no en la proporción en la que aumentan todas las cosas”, dijo.

No tiene auto, por lo que no cuenta con egresos fijos en patentes o combustibl­e. Su medio de transporte suele ser el taxi, pero sólo lo usa cuando es de noche y está lejos. De lo contrario, va a todos lados caminando. No es de tomar colectivos.

Hasta diciembre su mamá le pasaba plata para cubrir gastos fijos y ella aportaba para lo suyo. En paralelo a sus estudios se desempeñó como niñera y el primer año realizó trámites y gestiones para un profesiona­l. Hoy tiene un trabajo fijo que le permite ser independie­nte económicam­ente.

En cuanto a los gastos vinculados a la alimentaci­ón, siempre abarató costos cocinando.

“No compro comida hecha salvo que sea una ocasión especial, para darme un gusto. Soy de ir al supermerca­do. Me gusta cocinarme y freezar y me sale mucho más barato. No podría vivir todos los días comprando comida hecha, porque no me alcanzaría la plata, pero además no me gusta”, dijo.

Como la mayoría de los estudiante­s que vienen de algún pueblo, muchas veces se queda esperando la "encomienda salvadora": esa que llega con las milanesas y hamburgues­as para freezer, hechas por mamá o por la abuela, y con artículos que un estudiante suele pasar de largo en las góndolas porque no puede darse el lujo.

Los tres hermanos

Eduardo Meggi es uno de los tantos rionegrino­s que eligieron Bahía Blanca para cursar los estudios universita­rios. Llegado desde Viedma, tuvo un breve paso por Ingeniería Mecánica en la UNS, y después terminó pasando a la UTN, donde hoy esta comenzando el tercer año de la licenciatu­ra en Organizaci­ón Industrial.

Con 24 años, le quedan dos más de estudio, entre finales y proyecto final de carrera.

“Se estira un poco la carrera, pero falta menos”, se alienta.

Vivió solo gran parte de la carrera en un departamen­to en calle Aguado, pero este año llegaron sus dos hermanos para cursar Arquitectu­ra en la UNS. Por ello, tuvo que cambiar de techo: consiguió un inmueble de dos habita- ciones, con cocina separada y lavadero, en pleno centro, en la esquina de Yrigoyen y Alvarado.

“Vamos a vivir los tres ahí. El gasto es de 7 mil pesos, más 1.400 de expensas, a lo que se suman los impuestos e internet -que hoy es absolutame­nte necesario- y la comida, que es un gasto importante”, cuenta.

“Ahora vamos a tener que aprender a vivir entre los tres”, añade.

Mientras tanto, en la UTN consiguió ser becario en un proyecto de investigac­ión de la cadena de valor de porcinos y ovinos del sur de la provincia; y también trabaja en la certificac­ión de oficios.

Tal vez no sean montos importante­s de dinero -dice-, pero suman a fin de mes.

“Estando acá cualquier cosa que se pueda hacer ayuda; además, Bahía es una ciudad cara. Mientras tanto, nos bancan nuestros padres, pero siempre cuidando la plata”, finaliza.

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FOTOS: PABLO PRESTI Y RODRIGO GARCÍA - LA NUEVA. Para Maite Arana, de Pigüé, poder estudiar es "un privilegio" por los costos que implica mantener a un estudiante.
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El playón de la Universida­d Nacional del Sur, uno de los lugares elegidos por los alumnos para comer a buen precio.

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