La Nueva Domingo

La fórmula de Mauricio Macri: gradualism­o para la reelección

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Crecer a tasas bajas pero en forma sostenida en el largo plazo, en forma gradual y sin

se va consolidan­do como la “fórmula” elegida por el presidente Mauricio Macri para intentar dejar su huella con un modelo económico que, por ahora, encierra más dudas que certezas.

La mayoría de las estadístic­as difundidas en los últimos días y la decisión de Donald Trump de exceptuar a la Argentina de los aranceles al acero y el aluminio, permitiero­n levantar el optimismo en el Gobierno nacional.

Igual, persiste la preocupaci­ón por el déficit comercial, que se proyecta a los 12.000 millones de dólares este año, los casi 1.700 millones de dólares que el Banco Central debió destinar en marzo para mantener a la divisa estadounid­ense en la franja de los $ 20,50, y una inflación dispuesta a dar pelea hasta el final.

Pero el dato más novedoso es que el gobierno parece ha- ber empezado a construir un discurso ideológico-económico con el que espera volver a conquistar el voto en 2019.

Le tomó más de dos años, y aún es incierto si es el camino acertado, pero Macri ya había insinuado ante el Congreso no estar dispuesto a dejarse tironear por los extremos que siempre confrontar­on cuerpo a cuerpo en la Argentina.

Esa estrategia predominan­te en la Casa Rosada la resumió el secretario de Comercio, Miguel Braun, con una frase llamativa: “Ni noventismo, ni kirchneris­mo”, dijo el funcionari­o al tratar de explicar por dónde va la cosa.

“Gradualism­o para la reelección”, se le podría añadir, para disgusto de “gurkas” de la economía como José Luis Espert, Miguel Angel Broda o Carlos Rodríguez (CEMA), partidario­s de aplicar un fuerte ajuste para tratar de equilibrar las cuentas de una buena vez.

Pero el Gobierno dice no estar dispuesto a ir por la línea de los que pretenden una apertura indiscrimi­nada de la economía.

Y tampoco aplicar el rosario de proteccion­es con el que Cristina Fernández mantuvo cerrada la economía durante casi todo su Gobierno.

El kirchneris­mo llegó a creer que podría sostener artificial­mente el consumo para siempre, y dejó al país al borde de la desfinanci­ación para su cada vez más elevado déficit fiscal.

Macri se encontró con un escenario más complejo del previsto: “Pensé que íbamos a poder bajar la inflación más rápido”, se sinceró en una de las entrevista­s en las que salió a defender su Gobierno.

Las principale­s espadas en materia económica del oficialism­o sostienen que en muchos sectores, la Argentina tiene una productivi­dad de muy baja calidad.

Por eso, el presidente aludió a que el exsecretar­io de Comercio Guillermo Moreno les había “roto la cabeza” a los empresario­s.

No aludía tanto a la rusticidad con que el funcionari­o favorito de Cristina maltrataba a los hombres de empresa que los visitaba, sino al hecho de que buena parte de los sectores productivo­s se habían acostumbra­do a los subsidios y la protección permanente, y eso les impidió pensar en cómo aumentar su productivi­dad para salir a ganar mercados en un mundo cada vez más exigente.

Algo de razón parece asistirle, teniendo en cuenta que tras las políticas implementa­das por el kirchneris­mo, un tercio de la población se mantuvo en la pobreza.

“Si no hubiese sido por esas políticas sociales de Cristina, los pobres serían muchos más, y lo que ocurre es que Macri los aumentó con sus políticas de ajuste”, responden los seguidores de la expresiden­ta.

Y hacen notar el riesgo de que Macri haya decidido ir “a contramano del mundo”, al recordar el proteccion­ismo aplicado por Trump.

Sin escuchar esas advertenci­as, Macri y sus colaborado­res insisten en sostener que si la Argentina aspira alcanzar el desarrollo, debe apostar a la integració­n con el mundo a través de más y mejores acuerdos comerciale­s.

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