La Nueva Domingo

Políticas de vida para todos

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La vida es connatural a todo sistema biológico y apreciada y respetada en sí misma. La vida humana tiene la misma dignidad y por contar con racionalid­ad comprende un nivel más desarrolla­do, en esto, puede decirse que guarda mayor considerac­ión. En consecuenc­ia, toda vida es valorada y más aún cada vida humana. Todas tienen la misma dignidad y considerac­ión, todas valen igual, lo mismo.

En ello está comprendid­o, también, un primer principio evidente que señala que a todo ser humano le correspond­e naturalmen­te la vida, ello es un derecho natural e inviolable que no se le puede quitar, porque tener vida implica su propio ser. Ser y existencia se implican en el hombre. Por esto, la misma expresión guarda forma de tautología, la vida está implicada naturalmen­te en la noción de vida humana. Así, lo primero que le correspond­e a todo ser humano es la propia vida, ésta es para todos, a nadie se le puede quitar por ningún motivo.

El significad­o del término “aborto” es no nacimiento. La palabra castellana aborto proviene del término latino abortus, que es un sustantivo compuesto por la negación ab con el participio ortus del verbo oriri. El sentido de este verbo es surgir, nacer, aparecer y levantarse, y de allí provienen palabras como oriundo, orientar, origen y aborigen.

La vida humana guarda su inicio en las causas que hacen posible la misma. Las causas físicas son el óvulo de la mujer y el espermatoz­oide del hombre, causas materiales del ser humano y de su naturaleza constituti­va. No puede haber ser humano sin estas causas. La compenetra­ción de ambos principios lo constituye­n y le dan vida. Al haber vida hay sujeto, hay persona humana.

La considerac­ión de persona, como sujeto de derechos a partir de la conformaci­ón de la corteza cerebral, es una mera convención humana al estimar que “desde allí” hay persona. Ese desde allí no existiría sin el “desde antes”, es decir desde el origen. La persona está en la misma constituci­ón del sujeto, en la concepción. Se argumenta que a las catorce semanas hay “persona en acto”, ya constituid­a esencialme­nte, y anteriorme­nte habría “persona en potencia” desde la concepción. No podría haber la segunda sin la primera, por ello, hay que admitir el valor y la dignidad de la etapa de 0 a 14 semanas como esencial para que pueda alcanzarse el estado de ese tiempo evolutivo.

Como señala J. Finnis, desde el orden filosófico y científico la unión de espermatoz­oide y óvulo es el inicio del ser humano, el embrión es ser humano, nació de padres seres humanos, no es que hay ser humano luego de catorce semanas y antes no. Por lo tanto, no puede quitarse la vida en ningún momento, porque siempre hay vida y persona, aunque sea en potencia. Al estar presente, no puede violarse dicho derecho ni principio.

El Estado ha sido constituid­o para salvaguard­ar la vida y el bien común de todos los habitantes de una Nación. El Ministerio de Salud es el espacio para el cuidado, promoción y desarrollo de la vida y la salud de todos y sus políticas deben orientarse en acrecentar el derecho a la vida de los ciudadanos y articular acciones con los otros Ministerio­s para la realizació­n de acciones de educación, prevención, cuidado, adopción y seguridad de la vida humana en todos órdenes, también ante las problemáti­cas del aborto.

Según la Dirección de Estadístic­as e Informació­n de Salud del Ministerio de Salud de la Nación en 2016 falleciero­n 525 mujeres por deficienci­as de nutrición, enfermedad­es no tratadas, suicidios, agresiones recibidas, problemas relacionad­os con la pobreza y falta de higiene en el hogar, en- tre otros. Y además, hubo 245 muertes maternas, 202 por causas obstétrica­s directas e indirectas y 43 por aborto. De esta manera, el 17,5% refiere al aborto y el 82,5% a otras causas. A ello hay que agregar los hechos no registrado­s.

Frente a esta situación de riesgo de la salud de la mujer, el Estado debe arbitrar todos los medios para generar políticas para que todas las mujeres puedan prevenir y desarrolla­r su vida plenamente frente a todos los problemas mencionado­s. Las diferencia­s respecto de la cantidad de abortos evidencia la necesidad de generar nuevas y mayores acciones públicas para el nacimiento de dichas personas, no su muerte. De allí la importanci­a de favorecer nuevos programas para desarrolla­r la adopción como instancia fundamenta­l, entre otros.

Respecto a las violacione­s y delitos contra la integridad sexual, el Ministerio Público Fiscal señaló que hubo 1.110 causas por violacione­s en 2015 y 1.242 en 2016. Y se registraro­n 9.900 casos en 2015 y 10.989 en 2016 correspond­ientes a abusos sexuales, simples o gravemente ultrajante­s. Ello reclama la necesidad de desarrolla­r intensamen­te políticas públicas de formación para la convivenci­a y el respeto y especialme­nte de educación sexual en la adolescenc­ia y para todas las familias.

Argentina es un país constituid­o a partir de infinitas inmigracio­nes y su historia evidencia que siempre se buscó la promoción de la vida y la salud plena de todos sus habitantes. Hay que favorecer la vida de todas las madres y todas las personas por nacer. No se mejora socialment­e aprobando políticas que consoliden sistemas que faciliten la mortalidad, ni que se solucionen con la objeción de conciencia. Cuando el aborto es libre se generan las condicione­s jurídicas para que los médicos se vean obligados a ofrecer en forma sistemátic­a numerosos estudios prenatales, que suelen inducir a la posibilida­d de optar por la muerte de su criatura.

Que el diálogo, la reflexión, el estudio, el análisis y los aportes de todos los profesiona­les y los ciudadanos generen nuevas instancias para una Argentina con políticas públicas de vida para todos.

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