La Nueva Domingo

Bahía, destino de la nueva inmigració­n

En los años 70, miles de argentinos llegaron al país caribeño huyendo de la dictadura. Hoy, 40 años después, son ellos los que emigran hacia aquí en busca de mejores condicione­s de vida.

- Laura Gregoriett­i lgregoriet­ti@lanueva.com

Todos están afincados, tienen sus papeles en regla, DNI argentinos, sus niños concurren a la escuela y hasta hablan un perfecto “argentino”. El nivel de desabastec­imiento de Venezuela es digno de una crisis humanitari­a y la pobreza, alcanza al 75 por ciento de los hogares.

La situación no es nueva. Desde la llegada de Hugo Chávez al poder Venezuela comenzó a vivir una debacle financiera y humanitari­a que su sucesor, Nicolás Maduro, llevó a niveles impensados.

Desde entonces, el país caribeño posee la inflación más alta del mundo -de un 2.006%- por delante de Sudán e Irán. Conseguir medicinas, harinas, carne, azúcar -y todos los elementos que se pueden considerar de primera necesidad- resulta prácticame­nte imposible, si se tiene en cuenta que para comprar un paquete de papel higiénico la gente tenga que realizar una fila de 7 horas. El nivel de desabastec­imiento es digno de una crisis humanitari­a y la pobreza, alcanza al 75% de los hogares.

En los últimos 5 años, según cifras del Gobierno argentino, la ola inmigrator­ia de venezolano­s en nuestro país creció un 1.600 por ciento y nuestra ciudad no es ajena a este movimiento.

Algunos vienen con trabajo, mientras otros se encuentran a la espera de revalidar sus títulos profesiona­les para comenzar a ejercer. Todos están afincados, tienen sus papeles en regla, documentos argentinos y sus hijos ya concurren a la escuela. Y hasta hablan un perfecto “argentino”.

Carolina Melinger, Eleana Moreno, Yorley Casanova, Jesús Díaz, Isabel Oliveros y Rodolfo Crespo son algunos de los más de 200 venezolano­s que dejaron su país, sus historias, costumbres y familias en busca de un futuro mejor en Bahía Blanca.

Isabel y Jesús

Jesús Díaz e Isabel Oliveros, de 33 y 24 años, se instalaron hace unos pocos meses en Bahía con sus hijos Juan Andrés y Mathías. Ambos vivían en Valencia (Estado de Carabobo) y se conocieron gracias a la música.

“Mi mujer es abogada y toca el violín y el fagot y yo, el saxo y la trompeta y llegamos aquí gracias a la publicació­n de una compañera de la Orquesta Sinfónica local en donde había un puesto vacante de segundo fagot. Me animé, concursé y gané en noviembre de 2017 ese lugar”, cuenta Jesús con un acento caribeño inconfundi­ble. Jesús venía de trabajar en la orquesta Simón Bolívar de Venezuela, donde pudieron concretar más de 10 giras internacio­nes compartien­do la pasión por la música.

“Teníamos ya tres años viviendo en Valencia. Mi esposa daba clases en una de las universida­des más prestigios­as del país, hacíamos una vida normal pero el sueldo no alcanzaba. Llegamos al punto de tener cada uno 4 trabajos y a veces no teníamos para comer”, agregó.

A ambos los tranquiliz­a ver que sus hijos se han adaptado bien a un país con tradicione­s y formas de expresarse tan distintas.

“En Venezuela está instalada un poco esa creencia de que el argentino es antipático, pero para nada sentimos eso. Aquí son súper amables, atentos, todo el mundo tiene disposició­n de ayudar, sobre todo con los niños. Los vecinos, los amigos de la orquesta, todo el mundo nos ha tendido la mano, hasta para 'hacer el mercado' (las compras)”, cuenta Isabel, quien todavía no puede ejercer como abogada, aunque sí como docente de música para enseñar violín y fagot.

Yorley Casanova

Con dos décadas de experienci­a como abogada y un hijo de 20 estudiante de Comunicaci­ón, Yorley Casanova, de 41 años, decidió que la situación no daba para más en su país y tomó la decisión que nunca se había imaginado. Hace dos años dejó todo y se fue a Chile, pero allí sólo pudo conseguri trabajo como moza.

“Toda mi familia está en Venezuela, hasta mi abuela”, cuenta entre lágrimas. Trabajaba en una empresa de consultorí­a en la que prestaba asesoría y ejercía como profesora universita­ria. Pero nada alcanzaba”.

Estando en Chile se reencontró con un amigo argentino compañero del bachillera­to, que había llegado a Venezuela con su familia en los 70 y regresó a la Argentina en el 96.

“¡Y allí nació el amor! Nos hicimos pareja y vinimos para Bahía. El trabaja en Profertil, pero a mí me ha costado mucho conseguir trabajo, no solo por mi edad sino porque no tengo una profesión que se adapte a otro país, ya que claro está, las leyes aquí son distintas”.

Pero Yorley tiene una máxima en su vida: “Si vas a emigrar piensa que es lo que puedas aportar al lugar donde llegues”.

“Mientras estudio para la reválida, estoy comenzando con un pequeño emprendimi­ento personal que es una tienda virtual de alimento para mascotas a domicilio, pero con sentido social, porque parte de lo recaudado será donado a fundacione­s sociales y castracion­es de los animales abandonado­s que es algo que se necesita mucho. Se llama Mascoteros Delivery".

Según destaca, todos los abogados que recalaron en nuestro país se encuentran realizando la reválida de la carrera de Abogacía en la UBA, porque en la UNS te exigen dos años de residencia.

“He mandado muchos CV a escribanía­s, para asistente jurídico, pero no he tenido suerte y también me han discrimina­do en varias oportunida­des, pero hay que seguir. Tenemos mucho para agradecer porque nos han hecho sencillo el tema de los trámites. En tres días teníamos el DNI acá en Bahía. Lo único que me ha venido costando mucho es el invierno”, recuerda entre risas.

Eleana Moreno

Eleana tiene 43 años, trabajaba en Administra­ción y Marketing y está casada con un bahiense al que conoció gracias a internet.

“Tenía un grupo de juegos virtuales integrado por varias personas de otros países y un día armamos una juntada en Buenos Aires. Y ahí estaba él, al que conocía 'vir-

tualmente' gracias a su hermana que hizo de 'cupido'. Yo estuve un mes aquí en 2008 y en 2009 viajó él para Venezuela, nos casamos y se quedó. Veníamos a la Argentina una vez al año. Pero en 2011, ya no pudimos viajar más. Mi marido estuvo años sin ver a su familia, lo sufrió mucho”, cuenta emocionada.

Por entonces, pensar para ellos en radicarse en la Argentina era una posibilida­d cada día más cercana.

“Yo me negaba, soy muy "mamitera" (mamera) como decimos allá, y siempre había una excusa para quedarnos. No tenemos hijos, tengo problemas para quedar embarazada y tuve tres abortos y el último, fue devastador. Tenía que ingerir 4 cápsulas de progestero­na por día y mis amigos me las mandaban desde el exterior porque allá no se consiguen, hasta que se me terminaron y pasé 4 días sin tomarlas y lo perdí”.

Entre lágrimas, Eleana relata que hay muchas necesidade­s en su país. Que la gente tiene hambre.

“Conseguir un poco de leche, arroz, harina, todo era un sufrimient­o. Desde acá me queda el consuelo de que puedo ayudar a mi madre y a todas las madres que pasan desde la madrugada haciendo 6 horas de cola para conseguir apenas un kilo de azúcar. Todo el sistema está podrido, nada funciona”.

Tanto Eleana como su marido hoy trabajan en una granja de huevos de nuestra ciudad.

Carolina Melinger

Carolina, al igual que todos, recuerda con melancolía todo lo que dejó en ese país que ella siente como su patria. Aunque nació en Bahía Blanca, sus padres se mudaron a Venezuela cuando Argentina vivía su última dictadura.

Se calcula que actualment­e viven unos 8.500 argentinos en ese país, cuya mayoría llegó no sólo en los años 70, sino también en la crisis de 2001.

“Nací un 24 de enero de 1978 en Bahía Blanca y en agosto del 79 nos fuimos para Venezuela. Aquí la situación era dificil y una hermana de mi mamá le contó a mis padres que allí había oportunida­des de trabajo y nos fuimos. Y así fue, ese país nos dio todo, incluyendo educación pública y gratuita, y de un día para otro, todo se vino abajo”, relata.

Si bien conseguir papeles de residencia o documentac­iones siempre fue una tarea difícil en Venezuela -”tardabas dos años en recibir todo y te llegaba vencido”- con la llegada de Hugo Chávez Frías al poder todo fue peor.

“Este hombre, por cuestiones políticas, de un día para otro nacionaliz­ó a chinos, árabes, rusos,sirios y cuanto extranjero se le cruzó, con el único fin de sumar votantes en las elecciones. Algo que consiguió ampliament­e, claro”.

Con lágrimas en los ojos, asegura que “Venezuela es su lugar en el mundo, su hogar, donde está toda su familia”.

“Al lugar que tú llegues, te recibían con un plato de comida. En Venezuela no eres un vecino, eres un hermano, un compadre. A mi edad, cuando estás 'terminando de empezar', cuando a la casa que construist­e de a poco y con sacrificio le faltan apenas detalles por terminar y tienes que dejar todo e irte, es muy triste, no tiene perdón”.

Carolina tiene con su marido 5 hijos en común y una vida de sacrificio. Es entrenador­a y chef y en su hogar había inaugurado un espacio de salud y nutrición que a los 6 meses, con toda la crisis, desapareci­ó.

Ahora, desde aquí tengo mi pagina de cocina, llamada 'La Cocina de Carolita', que la han acepetado muy bien y donde promociono lo que se llama 'Chef en casa'. Voy a tu casa a cocinar para tus reuniones de amigos y fiestas, las arepas venezolana­s son lo que más me piden”.

Además, Carolina trabaja en un gimnasio donde entrena y brinda consejos a la gente que quiera sentirse bien y cambiar de hábitos.

“También quiero armar una fundación para ayudar a los venezolano­s a salir de ese infierno, lamentable­mente no hay otra salida, no hay vida allí, solo hambre y miseria”, afirma emocionada.

Se calcula que hoy viven unos 8.500 argentinos en ese país, cuya mayoría llegó no sólo en los años 70, sino también en la crisis de 2001. En los últimos 5 años, según cifras del Gobierno argentino, la ola inmigrator­ia de venezolano­s en nuestro país creció un 1.600 por ciento".

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Desde la izquierda: Yorley Casanova, Rodolfo Crespo, Eleana Moreno, Carolina Melinger, Jesús Díaz e Isabel Oliveros. Abajo, los niños Camila Crespo y Mathias y Juan Andrés Díaz. Todos posaron en un edificio emblemátic­o de la ciudad: la Catedral.
 ??  ?? Carolina Melinger nació en 1978 en Bahía Blanca y con dos años de vida emigró con su familia hacia el país caribeño.
Carolina Melinger nació en 1978 en Bahía Blanca y con dos años de vida emigró con su familia hacia el país caribeño.
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