Creo en la suerte
La muchacha rubia y argentina había aprendido suficiente inglés como para ocupar un puesto en un banco de Nueva York. Mientras bailaba con un joven alto y rubio en las ferias de Sevilla, le preguntó a qué se dedicaba: “Soy príncipe”, respondió él. Las carcajadas sonoras, pero espontáneas por tan buen chiste, lo movieron a aclarar a Guillermo Alejandro: “¿ Ves esos cien señores que están allí? Son mi guardia de seguridad”. Degustaron una manzanilla de Sanlúcar de Barrameda para festejar. En la actualidad, Máxima Zorreguieta es la reina de los Países Bajos. Norma Jean Baker revisaba helicópteros en una planta de municiones. Un día pasó el fotógrafo de la revista Jane, dedicada a los soldados en combate, y le sacó una instantánea para publicarla en la portada, lo que despertó un gran entusiasmo entre sus lectores. Fue entonces cuando decidió llamarse Marilyn Monroe, aclararse el pelo y tomar clases de actuación. Luego posó para el fotógrafo André de Dienes, y lo demás es historia conocida. Por su parte, Mel Gibson jamás pensó en ser actor, pero llevó a un amigo a una audición. Para divertirse, hizo el casting, aunque tenía la cara hecha un desastre por una pelea que había protagonizado en un bar el día anterior. El director le dio la oportunidad de volverlo a ver ya recuperado... Y le dio el papel principal de Mad Max, la película que lo lanzó a la fama. Freud considera que las casualidades forman nuestro destino porque las buscamos sin darnos cuenta. Asegura que dos personas pueden comunicarse con sus inconscientes sin pasar por el consciente. Lacan es decididamente determinista: “Vamos hacia donde nos 8 hemos propuesto”. Woody Allen dirigió el filme Match Point (golpe decisivo en el tenis), donde el protagonista, un asesino sin culpas, se libera de toda condena por un detalle minúsculo, y sigue contento y feliz con sus ambiciones desmedidas. Voltaire razona: “Suerte es lo que sucede cuando la preparación y la oportunidad se encuentran y fusionan”. Ava Gardner f ue actriz contra su voluntad porque el novio de su hermana le sacó una foto y la mandó a la Paramount, que la contrató al instante. En cada caso, hay una razón. Máxima Zorreguieta es culta, linda y simpática, y aprendió el holandés antes de que le presentaran a su suegro; Marilyn Monroe nació tocada por el ángel; Mel Gibson es un duro recalcitrante, y Ava Gardner era una estatua viviente. ¿Pero los que se sacan la lotería? Dicen que la mayoría pierde el dinero porque lo que no se ganó no se valora, aunque tengo una familia amiga que después de semejante premio no se mareó: fueron cautos, cada uno persiguió sus anhelos y no exageraron en sus gastos. No se f ueron a Miami a comprarse veinte pares de zapatos ni se fotografiaron en Nueva York como soberanos en destierro. Tardaron un tiempo en concretar un viaje allende los mares. Konrad Adenauer dispara: “La suerte es una f lecha que hace blanco donde menos se lo espera”. ¿Me disculpan? Estoy de acuerdo. Dicen que, en sus últimas presentaciones, Juan Martín del Potro es un globo mágico con suerte. ¿Lo será nuestro Messi? ¿Lo fue Maradona? Sin embargo, hay otros que practicaron tanto como ellos y no alcanzaron esos galardones. Pero a pesar de mi convicción –casi supersticiosa– de los logros que podemos adjudicarle al azar, coincido con las instituciones francesas que, preocupadas por la educación de las futuras generaciones, adoptaron la postura de Alfred Binet, aquel inigualable pedagogo y psicoanalista: “Parece probado que en la vida se triunfa gracias a tres factores: la salud, la inteligencia y el carácter; añadamos un cuarto factor: un poco de suerte”.
“Freud considera que las casualidades forman nuestro destino porque las buscamos sin darnos cuenta. Asegura que dos personas pueden comunicarse con sus inconscientes “sin pasar por el consciente .