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LAS PLATAFORMAS DIGITALES RECONFIGURARON LOS HÁBITOS DE CONSUMO. YOUTUBE, SPOTIFY Y NETFLIX, AL PODER.
Alrededor del mundo, todos los días se reproducen 1000 millones de horas de video por YouTube. El sitio, que atrae a un tercio de los usuarios conectados a Internet, tanto en general como en su versión móvil, llega a más personas de 18 a 34 años y de 18 a 49 años que cualquier proveedor de televisión por cable de los Estados Unidos. Algo similar sucede con Netflix: la poderosa plataforma de origen norteamericano ya cuenta con más de 115,6 millones de suscriptores, y proyecta para esta temporada una inversión anual de entre 7000 y 8000 millones de dólares. La compañía liderada por Reed Hastings, que dio el puntapié inicial como empresa de alquiler de DVD por correo, ahora es líder del oligopolio de las plataformas de streaming. Y lo que antes era un catálogo repleto de series y películas de los grandes estudios de Hollywood, desde Friends hasta Arma
geddon, fue mutando hasta convertirse en una máquina de crear producciones originales, como Orange is the New
Black o Black Mirror. En 2017, Spoti registró unos 140 millones de usuarios. De estos, solo 50 millones serían pagos. El crecimiento de este canal de música por streaming es exponencial: en 2016 contaban con 100 millones; en 2015, con 75 millones. Como YouTube y Netflix, Spoti es, sin lugar a dudas, una de las principales potencias de un negocio que contiene otras variantes, como iTunes, Amazon y Time Warner. Hace rato ya que las pantallas causaron una verdadera revolución, reformulando la industria cultural característica del siglo XX: los espectadores son dueños de elegir cuándo y cómo disutar de su serie o su canción preferida, amén de producir contenido capaz de atravesar onteras sin la autorización de ningún editor. No obstante, y pese a la sospecha de propios y extraños, este vendaval de ofertas no parecería afectar la demanda de espectáculos tradicionales,