Scarlett Johansson, la bella heroína que se luce en Los Vengadores
“EL PÚBLICO PIDE VER HEROÍNAS FUERTES”, NOS DICE SCARLETT JOHANSSON, EN PLENO ESTRENO DE LA ¿ÚLTIMA? ENTREGA DE AVENGERS.
Detrás de ese rostro angelical, ¿quién se esconde? ¿Nola Rice, la seductora aspirante a actriz de Match Point? ¿ Anna, la joven soñadora engañada en Simplemente no te quiere? ¿O Natasha Romanoff, la tan mentada Viuda Negra, heroína que quiere salvar el mundo desde el universo de Marvel? Sea quien fuere, es imposible no advertir ese halo de sensualidad que Scarlett Johansson despliega a cada paso. No obstante, y es justo aclararlo, hace ya rato que superó todo lo que se genera en torno a su figura… aunque eso le haya costado sudor y lágrimas. Considerada una de las femme fatale de la modernidad, suele liderar las listas de las más deseadas del planeta: en un hecho inédito, la revista Esquire la proclamó dos veces (en 2006 y 2013) “la mujer viva más sexy”. Pero ese rótulo quedó solo como una parte del perfil de esta neoyorquina de 33 años. Su carrera fue en ascenso con largometrajes como Per
didos en Tokio (por la que fue premiada como mejor actriz en el Festival Internacional de Cine de Venecia y en los BAFTA), Scoop y Vicky Cristina Barcelona (ambas bajo la batuta de Woody Allen), Hitchcock, Her, Don Jon, Lucy y
¡Salve, César! (dirigida por los hermanos Cohen). Hoy la encontramos en plena presentación de la ¿última? entrega de ese fenómeno taquillero que fue Avengers, y que renovó el aire de los superhéroes en la pantalla grande. En
Infinity War aparece rubia y dejará entrever lo que viene: la película de la Viuda Negra. Pero Scarlett no quiere anticiparse, y queda en evidencia un dejo de nostalgia por el inminente final. “Para mí ha sido emocionante poder compartir el set con actores a los que admiro profundamente. Ya somos como una suerte de familia extendida”, nos confiesa.
–¿Y qué te brindó esta familia?
–Fue maravilloso encabezar esta historia con compañeros tan comprometidos y talentosos. Cada uno le dio un ángulo diferente a su personaje. Fue fascinante.
–En teoría habría un compás de espera en Avengers. ¿Te causa tristeza el final de algo que disfrutaste al máximo?
–Por supuesto, ya que observo a mi alrededor, tanto al elenco como al equipo de producción, y tal vez sea la última vez que estemos todos juntos de esta manera.
–Es el típico sabor de las despedidas.
–Exacto. Es un sabor un poco amargo… mejor dicho, agridulce. Estoy orgullosa de lo que hicimos y muy feliz con lo que hemos construido. En particular, llevé a Viuda Negra lo más lejos que podía. Estoy contenta con el resultado. Madre de Rose Dorothy (3), a quien tuvo con su exmarido el periodista francés Romain Dauriac, Scarlett está atravesando una etapa en la que sabe perfectamente lo que quiere. Se la nota satisfecha con lo que sembró desde que comenzó a recorrer una ruta que tuvo una meta muy clara desde la largada: su padre –arquitecto oriundo de Copenhague– y su madre –productora de ascendencia polaca– la bautizaron así por Scarlett O’Hara, la protagonista de la clásica novela de Margaret Mitchell
Lo que el viento se llevó. De hecho, su mamá era quien la acompañaba a cuanta audición y casting de publicidad surgiera. Eso sí: la pequeña Johansson se tomaba tan a pecho cualquier rechazo que decidieron que participara exclusivamente en pruebas para películas. “Mis padres siguieron mi profesión con alegría. Yo me identifico bastante con mi padre: soy seca cuando recién me conocés, parece que lo digo todo muy en serio, pero en el fondo tengo un gran sentido del humor. Quizá sea la sangre danesa...”, reflexiona. Asentada en el plano laboral y segura de sí misma cuando se prende la cámara, Scarlett jura haberse desentendido de las críticas. “No suelo leerlas. De vez en cuando, me muestran alguna negativa o brillante, pero trato de que no me influyan, ni para bien ni para mal. Para qué me voy a detener en eso si ya no hay modo de volver atrás y rehacer las cosas. Es una pérdida de tiempo”, se sincera. La distancia que impone una entrevista con personalidades de este calibre no nos impide adivinarla dueña de un espí-
Cuestión de estatus
Scarlett jura que nunca trazó ninguna estrategia para convertirse en una de las actrices más afamadas de Hollywood, que todo se dio naturalmente. “Supongo que pasé por una etapa de transición entre roles más ingenuos y otros más maduros. Nunca me atrajeron las comedias comerciales ni las grandes producciones, por lo que fue un reto encontrar el estilo de películas que funcionaban para mí. Solo me interesan las propuestas que suponen desafíos artísticos”, dice, con una convicción desbordante. ¿Si le pesó esa presión de mantener el éxito a la hora de aceptar un nuevo personaje? “Hace ya muchos años que me dedico a esta profesión y no siento que deba probarle nada a nadie. Tengo la suerte de gozar de un estatus en el que puedo darme el lujo de ser selectiva”, contesta.
ritu que no quiere perderse un solo minuto de las veinticuatro horas del día. Por eso, no sorprende verla alternar los decorados de utilería con otros proyectos, como cuando se probó como cantante y sacó el disco Anywhere I Lay My Head, con versiones de temas del cantautor Tom
Waits. “Cada vez me convenzo más de que mi faceta como actriz no va a satisfacerme por completo. Me interesa la política y las leyes vinculadas a los servicios de salud de mi país. A la vez, me gustaría crear una línea de ropa masculina, involucrarme en el ámbito de la agricultura, y no descarto tener mi propio restaurante”, fantasea. De unos meses a esta parte, Scarlett quedó en el medio del debate acerca del abismo que persiste entre los sueldos de las actrices y los actores hollywoodenses. Aunque ella es una de las mujeres más rentables del ambiente, plantó bandera en esta lucha por la igualdad de
derechos. “Hace casi una década que estoy defendiendo el mismo propósito: que se vislumbre una energía más femenina tanto en los repartos como en los equipos de producción. Lo que nos incita a perseverar no es solo comprobar esta mayor diversidad, sino que el público apoya esta corriente e incluso pide ver heroínas fuertes. ¡Queremos personajes que representen mejor a la población! Para mí es extraordinario ser testigo y formar parte de esa evolución”, remarca.
–Basta repasar algunos reportajes de tus colegas para constatar que te toman como una referente.
–¡Es sensacional! Adoro trabajar con actores, sobre todo con aquellos que están iniciando su camino. Mis años en la profesión me están poniendo en un papel de guía. Y si puedo ayudar al otro a sentirse más cómodo, a aclimatarse a una situación o a explorar nuevas opciones, ¡genial! Es fantástico cuando confiás en la gente con la que trabajás, y podés abrir tus alas y echarte a volar.
–Después de tantas películas, ¿qué te motiva a filmar?
–En el caso específico de Viuda Negra, fue fabuloso poder retomar el rol una y otra vez para poder ir pelando sus distintas capas. Es un personaje que amo porque me refleja en varios aspectos, y manifiesta mi crecimiento y mis propios retos. Fue un verdadero regalo que me convocaran para interpretarla.
–¿Y eso te ocurre con frecuencia?
–No tanto como quisiera. Pocas veces podés volver continuamente sobre un rol tan complejo como el de Natasha. Fue una oportunidad increíble y tengo que agradecer a la gente porque hablamos de un personaje superemblemático.
Solo para fanáticos
La propia Scarlett es la que se sumerge en la trama de Avengers: Infinity War: “Hay mucho para explorar en este nuevo tramo. Eso sí: desarrollé una historia de fondo para mi personaje que ahora lo hace estar más determinado que nunca e ir por su lado. Capitán América y Viuda Negra están intentando salirse un poco de la estructura del grupo de superhéroes. Operan su propio equipo, por así decirlo. Se puede apreciar a una Natasha más endurecida por las experiencias que debió atravesar”. La gran pregunta es qué pasa entre ella y Steve Rogers. La actriz arroja una pista: “Ellos mantienen una comunicación muy fluida. Compartieron cientos de misiones, dirimiéndose entre la vida y la muerte. Funcionan como verdaderos compañeros. A esta altura, se entienden sin palabras”. Los fans aceptaron mi caracterización y me permitieron calzarme los zapatos de Natasha... ¡Y repartir unas cuantas patadas! ( Risas). Fue un lujazo.
De armas tomar
Si bien con sus hermanos la une la pasión por la misma vocación, los separa una estrella: la que ella ostenta en el Paseo de la Fama de Hollywood, en California, Estados Unidos. Sobre cómo fue ser una celebrity desde tan jovencita, Scarlett responde: “Desde que obtuve mis primeros trabajos, mi madre me insistió en que debía llevar adelante una vida normal, pasara lo que pasase. Así que fui a la escuela, tuve a los típicos amigos del vecindario, iba a campamentos juveniles… ¡Todo como cualquier chica!”. En un solo instante, su simpatía flaquea: cuando se indaga sobre su relación con los periodistas, la obsesión por la primicia y el ser foco permanente de los flashes. “No me fasti- dian tanto como se supone, pero, a riesgo de sonar antigua, creo que antes los medios de comunicación tenían otro comportamiento. Hoy, los actores son acosados por la prensa desde muy jóvenes. Y no solo eso: reciben críticas horribles. Cuando yo era chica, no me importaba la fama: me dedicaba a hacer lo mío y punto. No recuerdo haber tenido que enfrentarme a ningún ataque periodístico. Ahora veo a niñas de 14 años a las que persiguen para tomarles fotos. ¡Es una locura! Hay que tener una gran familia detrás para poder sobrevivir a algo así”, relata, casi haciendo una catarsis. Cuando se la escucha hablar así, o cuando oeció un discurso en la Marcha de las Mujeres (fue en Los Ángeles, ente a quinientos mil asistentes, respaldando a aquellas actrices que suieron algún tipo de acoso), nos preguntamos quién es más brava: si Viuda Negra o Scarlett. Es su momento de alzar la voz: “Valoro mucho mi intimidad. Nunca intenté vender o explotar mis sentimientos, pero todavía no descubrí la forma de que otros los respeten, así que solo me queda protegerme. Me asombran los actores que juegan con eso: publican en Facebook, en Twitter, y lo transforman en algo positivo. Yo no sé hacerlo”. Hay individuos a los que la notoriedad no les movió un pelo. ¿Será que Scarlett integra ese grupo? “Uno tiene conseguir olvidarse de que es una celebridad y ser consciente de quién es y de dónde viene. Hay que ser muy realista y cauteloso a la hora de elegir, y no dejarse influenciar por los demás. Por mi parte, estoy muy centrada en mi trabajo y –para qué negarlo– un tanto sensible: me estoy dando cuenta de que todos no somos blanco o nen gro, sino la suma de un montón de grises”.