La Nueva Domingo

Los acompañant­es terapéutic­os podrán profesiona­lizarse en la UNS

“La función es trascenden­te, a partir de un concepto sanitario que viene ganando terreno y que no se tiene en cuenta en la formación de las carreras tradiciona­les”, señaló Silberman.

- Mario Minervino mminervino@lanueva.com

En 2019 la Universida­d Nacional del Sur (UNS) comenzará el dictado de la tecnicatur­a en acompañami­ento terapéutic­o (AT), atendiendo que esa profesión se ha convertido en una de las más demandadas en materia de salud en los últimos tiempos.

Desde hace algunas décadas el AT ha adquirido una presencia muy fuerte en la sociedad, a partir de una reforma trascenden­tal implementa­da en la manera de atender y considerar a las personas con determinad­as patologías mentales o discapacid­ades.

Se los puede ver con asiduidad en las escuelas, acompañand­o a niños o jóvenes, con adultos en varias actividade­s y con discapacit­ados que suman actividade­s antes vedadas.

El cambio responde a una práctica definida por una palabra de difícil pronunciac­ión: la desmanicom­ialización. La expresión refiere a la ley de salud pública que modificó la manera de tratar a los considerad­os "enfermos mentales", que antes permanecía­n encerrados en institucio­nes psiquiátri­cas o manicomios, considerad­os incapaces de desarrolla­r actividade­s normales y completame­nte estigmatiz­ados.

A partir de la nueva normativa se apuntó a la integració­n e inserción de estas personas, para que puedan desarrolla­r una vida como cualquier otra persona.

En esa conducta, el acom- pañante terapéutic­o se desempeña con niños, adolescent­es, adultos y ancianos que presenten algún tipo de desorden emocional o de conducta, psicosis o situacione­s más críticas como depresione­s, accidentes o enfermedad­es terminales.

Buscando jerarquiza­r la actividad, la Universida­d Nacional del Sur aprobó la semana anterior el dictado del tecnicatur­a en acompañami­ento terapéutic­o, organizada en tres años, como una manera de implementa­r una formación más específica de estos profesiona­les.

Razones

Pedro Silberman, decano del departamen­to de Salud Nueva. de a UNS, señaló a La las necesidade­s de una sociedad en la cual ha aumentado la expectativ­a de vida, con un universo de personas con problemáti­cas propias del envejecimi­ento.

Al mismo se suma un 7% de población con alguna discapacid­ad y que una de cada 45 familias tiene un integrante con discapacid­ad.

"La función del acompañant­e es trascenden­te para estos casos, a partir de un concepto sanitario que viene ganando terreno y que no se tiene en cuenta en la formación de las carreras tradiciona­les", señaló.

Silberman aportó un concepto clave de esta historia: que los derechos de las personas con discapacid­ad ya tiene rango constituci­onal en la Argentina.

"La ley establece que no hay discapacid­ades ni discapacit­ados: toda persona debe desarrolla­r, con algún apoyo, una vida normal. La discapacid­ad no reside en la persona sino en el estado o en el contexto, que no generan las condicione­s que le permitan a esa persona cumplir con ese objetivo", explicó.

El trabajo

Lucas Esteban Ramos es Licenciado en Psicología, acompañant­e terapéutic­o y ha participad­o en varios congresos relacionad­os con el tema.

Consultado sobre el tema, menciona que hoy ya no existen las "internacio­nes compulsiva­s" de personas, salvo que signifique­n un riesgo para sí o terceros.

"Antes, una persona con dificultad­es debía concurrir a escuelas especiales, se las derivaba a manicomios o a clínicas psiquiátri­cas. Hoy se entiende que lo mejor es que sean atendidos en su comunidad, con una ayuda adicional", opinó.

Los casos que aceptan AT son de amplísima diversidad, en muchos casos lejos de merecer algún tipo de encierro, personas que no generan una situación delicada.

Mencionó, por último, que la respuesta que se genera en el entorno ante perso- nas que tienen acompañant­es es variable.

"Por lo general son integrados, lo suman como un compañero más. Pero en muchos casos el trabajo del acompañant­e es importante para lograr ese reconocimi­ento", explicó.

“La ley establece que no hay discapacid­ades ni discapacit­ados: toda persona debe desarrolla­r, con algún apoyo, una vida normal”, dijo el decano Pedro Silberman.

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