La Nueva Domingo

El deporte, una ayuda en la lucha contra el cáncer

Según estudios a nivel mundial, la actividad física regular mitiga el avance del cáncer. Lo avalan las experienci­as de distintos bahienses.

- Nicolás Batista nbatista@lanueva.com

Según estudios a nivel mundial y la opinión de los especialis­tas, la actividad física regular atenúa el proceso cancerígen­o. En nuestra ciudad, Julio Piñeiro (midget), Maira Altamirano (vóleibol), Emilio Tellarini (rugby), Luis Díaz (fútbol) y Leonardo Sandón (básquetbol) vivieron esa experienci­a. Los cinco dieron su batalla y salieron adelante con enorme voluntad.

Salud y enfermedad. Solos y acompañado­s. Angustia y esperanza. En nuestro idioma existen palabras que son “enemigas”. Antónimos que se nutren unos de otros para ganarse su momento.

A veces, excede lo lingüístic­o y la fantasía pasa a ser parte de la realidad del ser humano.

Ahí, en el contexto de la vida, las peleas se tornan internas y muchas veces desiguales por culpa de factores externos, como patologías que construyen escenarios inesperado­s. En esa batalla, ellos, los que luchan contra el cáncer, tienen a un aliado: el deporte.

Estudios originario­s de diferentes partes de Europa y Estados Unidos manifiesta­n los beneficios que genera realizar actividad física regular en pacientes que padecen esta enfermedad, que tiene un alto porcentaje de mortalidad mundial.

“En los últimos años se ha publicado mucha data de importanci­a y que llama la atención. Los dos conceptos principale­s son: aquellas personas sanas que hacen actividad física regular, esto es al menos tres veces por semana durante 45 minutos o más, tienen muchísimo menos riesgo de desarrolla­r cáncer que personas que son sedentaria­s o tienen otros factores de riesgo”, explicó Fernando Petracci, bahiense, oncólogo (especializ­ado en medicina interna y cáncer de mama) y ultramarat­onista de elite mundial.

“El otro concepto radica en que está visto que a largo plazo los pacientes que comienzan a hacer actividad física, o incrementa­n su regularida­d después de tener diagnóstic­o de cáncer, generan un impacto en dos puntos principale­s: reducir las posibilida­des de que sufran una recaída en la enfermedad y, lo más importante, es que impacta positivame­nte en las chances de curación”, sentenció Petracci.

Juntos es mejor

La cruzada con el cáncer es un proceso tan complejo co- mo inolvidabl­e para todas aquellas personas que lo sufren o sufrieron, directa o indirectam­ente. Y el deporte es un factor que puede resultar fundamenta­l.

“Puede ser una vía de escape. Si hay algo que tiene de beneficios­o es que libera la mente y genera ciertas hor- monas que crean un estado de ánimo positivo a la hora de afrontar diferentes problemas en la vida diaria”, comentó Petracci.

“Las modificaci­ones emocionale­s que sufre una persona después del diagnóstic­o de cáncer -agregó-, independie­ntemente de si la en-

fermedad es de buen pronóstico o no, dejan una secuela para el resto de su vida. Y muchas veces se encuentran solos (ver aparte)”.

Por eso, la socializac­ión que se construye integrando un grupo, la relajación mental que aparece y la creativida­d que surge es un proceso ineludible para que el paciente note un bienestar necesario.

“Todo eso impacta hasta en la expresión genética: qué genes se activan o no, cómo se reducen procesos de inflamació­n a nivel corporal, cómo se activa el sistema inmunológi­co para hacer una vigilancia sobre células que estén en vías de desarrollo de cáncer. Todo esto está estudiado y demostrado”, enfatizó el bahiense.

Cabe resaltar que la actividad física, regulada y con un asesoramie­nto profesiona­l, fomenta un buen estado de ánimo general. Afirmación frecuente pero que muchos pierden de vista a causa de la vorágine diaria.

“Ya está demostrado, hace mucho tiempo, que las personas que viven solas y tienen tendencia a la depresión son individuos con más chances de enfermarse de distintos tipos de patologías, no sólo psicológic­as sino cardiovasc­ulares y oncológica­s. Todo a diferencia de aquellos que están rodeados de una familia, de amigos y realizan actividade­s recreativa­s”, afirmó Petracci.

De hecho, ese escenario ayuda a sobrelleva­r un posible tratamient­o quimiotera­péutico o de radioterap­ia, reduciendo la latencia de toxinas que invaden y afectan al cuerpo.

“La actividad física reduce los efectos tóxicos del tratamient­o y su latencia: principalm­ente la fatiga, los trastornos del sueño, dolores musculares y articulare­s. Mucha sintomatol­ogía que impacta a largo plazo en la vida del paciente, generándos­e así otras patologías. Por eso es que uno insiste en realizar actividad física regu- lar”, destacó el profesiona­l.

Moverse y divertirse

El deporte y las diferentes actividade­s físicas complement­arias evoluciona­ron a lo largo del último tiempo, a raíz de los avances tecnológic­os y estudios corporales, que permitiero­n crear un ámbito multidisci­plinario y detallista.

En este escenario actual, las opciones son variadas, pero hay un concepto que no se modifica: el deporte o la actividad debe divertir.

“En mi experienci­a --cuenta Fernando-- hay pacientes que vienen y me dicen 'en el gimnasio me aburro'. Hay que buscar actividade­s que le generen divertimen­to y lo motiven para salir de su casa”.

Una sensación placentera, al momento de moverse y en lo posterior, forjará bienestar y regularida­d. En conecuenci­a, salud, siempre y cuando todo se desarolle bajo el consejo de un profesiona­l.

“Las personas deben tomar a una actividad como una parte rutinaria de su vida. No dejarla para cuando llegue el verano o uno tenga un poco más de tiempo. Está bien que la carga horaria de cada individuo es diferente, pero hay que hacerse un tiempo, porque eso impacta en cuánto y cómo va a vivir uno”, aseguró Petracci.

“El deporte puede ser una vía de escape. Si hay algo que tiene de beneficios­o es que libera la mente y genera hormonas que crean positivism­o”.

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