El deporte, una ayuda en la lucha contra el cáncer
Según estudios a nivel mundial, la actividad física regular mitiga el avance del cáncer. Lo avalan las experiencias de distintos bahienses.
Según estudios a nivel mundial y la opinión de los especialistas, la actividad física regular atenúa el proceso cancerígeno. En nuestra ciudad, Julio Piñeiro (midget), Maira Altamirano (vóleibol), Emilio Tellarini (rugby), Luis Díaz (fútbol) y Leonardo Sandón (básquetbol) vivieron esa experiencia. Los cinco dieron su batalla y salieron adelante con enorme voluntad.
Salud y enfermedad. Solos y acompañados. Angustia y esperanza. En nuestro idioma existen palabras que son “enemigas”. Antónimos que se nutren unos de otros para ganarse su momento.
A veces, excede lo lingüístico y la fantasía pasa a ser parte de la realidad del ser humano.
Ahí, en el contexto de la vida, las peleas se tornan internas y muchas veces desiguales por culpa de factores externos, como patologías que construyen escenarios inesperados. En esa batalla, ellos, los que luchan contra el cáncer, tienen a un aliado: el deporte.
Estudios originarios de diferentes partes de Europa y Estados Unidos manifiestan los beneficios que genera realizar actividad física regular en pacientes que padecen esta enfermedad, que tiene un alto porcentaje de mortalidad mundial.
“En los últimos años se ha publicado mucha data de importancia y que llama la atención. Los dos conceptos principales son: aquellas personas sanas que hacen actividad física regular, esto es al menos tres veces por semana durante 45 minutos o más, tienen muchísimo menos riesgo de desarrollar cáncer que personas que son sedentarias o tienen otros factores de riesgo”, explicó Fernando Petracci, bahiense, oncólogo (especializado en medicina interna y cáncer de mama) y ultramaratonista de elite mundial.
“El otro concepto radica en que está visto que a largo plazo los pacientes que comienzan a hacer actividad física, o incrementan su regularidad después de tener diagnóstico de cáncer, generan un impacto en dos puntos principales: reducir las posibilidades de que sufran una recaída en la enfermedad y, lo más importante, es que impacta positivamente en las chances de curación”, sentenció Petracci.
Juntos es mejor
La cruzada con el cáncer es un proceso tan complejo co- mo inolvidable para todas aquellas personas que lo sufren o sufrieron, directa o indirectamente. Y el deporte es un factor que puede resultar fundamental.
“Puede ser una vía de escape. Si hay algo que tiene de beneficioso es que libera la mente y genera ciertas hor- monas que crean un estado de ánimo positivo a la hora de afrontar diferentes problemas en la vida diaria”, comentó Petracci.
“Las modificaciones emocionales que sufre una persona después del diagnóstico de cáncer -agregó-, independientemente de si la en-
fermedad es de buen pronóstico o no, dejan una secuela para el resto de su vida. Y muchas veces se encuentran solos (ver aparte)”.
Por eso, la socialización que se construye integrando un grupo, la relajación mental que aparece y la creatividad que surge es un proceso ineludible para que el paciente note un bienestar necesario.
“Todo eso impacta hasta en la expresión genética: qué genes se activan o no, cómo se reducen procesos de inflamación a nivel corporal, cómo se activa el sistema inmunológico para hacer una vigilancia sobre células que estén en vías de desarrollo de cáncer. Todo esto está estudiado y demostrado”, enfatizó el bahiense.
Cabe resaltar que la actividad física, regulada y con un asesoramiento profesional, fomenta un buen estado de ánimo general. Afirmación frecuente pero que muchos pierden de vista a causa de la vorágine diaria.
“Ya está demostrado, hace mucho tiempo, que las personas que viven solas y tienen tendencia a la depresión son individuos con más chances de enfermarse de distintos tipos de patologías, no sólo psicológicas sino cardiovasculares y oncológicas. Todo a diferencia de aquellos que están rodeados de una familia, de amigos y realizan actividades recreativas”, afirmó Petracci.
De hecho, ese escenario ayuda a sobrellevar un posible tratamiento quimioterapéutico o de radioterapia, reduciendo la latencia de toxinas que invaden y afectan al cuerpo.
“La actividad física reduce los efectos tóxicos del tratamiento y su latencia: principalmente la fatiga, los trastornos del sueño, dolores musculares y articulares. Mucha sintomatología que impacta a largo plazo en la vida del paciente, generándose así otras patologías. Por eso es que uno insiste en realizar actividad física regu- lar”, destacó el profesional.
Moverse y divertirse
El deporte y las diferentes actividades físicas complementarias evolucionaron a lo largo del último tiempo, a raíz de los avances tecnológicos y estudios corporales, que permitieron crear un ámbito multidisciplinario y detallista.
En este escenario actual, las opciones son variadas, pero hay un concepto que no se modifica: el deporte o la actividad debe divertir.
“En mi experiencia --cuenta Fernando-- hay pacientes que vienen y me dicen 'en el gimnasio me aburro'. Hay que buscar actividades que le generen divertimento y lo motiven para salir de su casa”.
Una sensación placentera, al momento de moverse y en lo posterior, forjará bienestar y regularidad. En conecuencia, salud, siempre y cuando todo se desarolle bajo el consejo de un profesional.
“Las personas deben tomar a una actividad como una parte rutinaria de su vida. No dejarla para cuando llegue el verano o uno tenga un poco más de tiempo. Está bien que la carga horaria de cada individuo es diferente, pero hay que hacerse un tiempo, porque eso impacta en cuánto y cómo va a vivir uno”, aseguró Petracci.
“El deporte puede ser una vía de escape. Si hay algo que tiene de beneficioso es que libera la mente y genera hormonas que crean positivismo”.