La Nueva Domingo

En el teatro se luce en Perfectos desconocid­os y en cine hace lo propio en No llores por mí, Inglaterra. Pero la razón por la que Gonzalo Heredia anda con una sonrisa de oreja es la novela con la que se lanza como escritor. “Me encanta la metaficció­n”, co

PARA GONZALO HEREDIA, ESTE 2018 TIENE UN VERTIGINOS­O RITMO LABORAL: SE LO PUEDE VER EN TEATRO, EN CINE Y CADA VEZ MÁS AFIANZADO EN SU ROL DE ESCRITOR.

- Por Belén Herrera. Fotos: Diego Spivacow. Agradecimi­ento: Hotel Novotel.

Arriba del escenario del teatro Metropolit­an, Gonzalo Heredia es un chanta, una suerte de “busca” casado con una joven y bella mujer. Él mismo lo define como el más argentino de todos los personajes de Perfectos desconocid­os. Debajo de las tablas, nos encontramo­s con un hombre curioso, inquieto, que aprendió a convivir con su popularida­d y a mostrarse un poco menos reacio a la hora de hacer notas. Sin embargo, hay algo de esa situación que aún le incomoda y que, entre risas, lo llevará a confesar que le divierte hacer algunos silencios para inquietar al entrevista­dor. En pareja desde hace ocho años con Brenda Gandini, con quienes son padres de Eloy ⑹ y Alfonsina (9 meses), el actor atraviesa un 2018 prolífico y polifuncio­nal. Hace algunas semanas no solo estrenó la obra dirigida por Guillermo Francella, sino que durante la última Feria del Libro de Buenos Aires presentó su primera novela, Construcci­ón de

la mentira (Alto Pogo), y en los últimos días llegó al cine con No llores por mí, Inglaterra, junto a Diego Capusotto. Como si fuera poco, recomienda libros en los programas de radio Notas al pie (Cultura) y Días como estos (Metro), y en la cuenta de Instagram La gente anda leyendo. El argumento de la obra que protagoniz­a junto a Alejandro Awada, Agustina Cherri, Mercedes Funes, Peto Menahem, Carlos Portaluppi y Magela Zanotta, se centra en un grupo de amigos que se reúnen a cenar con la excusa de un eclipse y la presentaci­ón de la novia de uno de ellos. Entre bocado y bocado, la dueña de casa les propone que, si no hay nada que esconder entre ellos, dejen los celulares arriba de la mesa y cada mensaje que llegue sea leído en voz alta. “Un juego osado, que todos tenemos la fantasía de hacer pero nunca llevamos a cabo. En esa noche, la amistad no es tan honesta como se cree al principio”, afirma Heredia.

–¿Te animarías a un juego así?

–No, la verdad que no. No por una cuestión de esconder cosas, sino porque nosotros tenemos diferentes máscaras. Me refiero a las máscaras sociales: no somos los mismos con nuestros hijos que con nuestros sobrinos, o yo mismo en este preciso instante que cuando estoy en mi casa. Hay un ensayo del sociólogo canadiense Erving Goffman, La

presentaci­ón de la persona en la vida cotidiana, que habla justamente de eso: de cómo somos en diferentes lugares. Creo que adoptamos distintos roles, y con el celular ocurre algo similar. Es como una caja negra.

–¿Cómo es eso?

–Sabe todas las inquietude­s que nosotros tenemos y a partir de eso puede trazarnos un perfil detallado, mucho más del que puede hacer tu mamá sobre vos. Entonces, descubrir tan en carne viva a la otra persona no sé si me gustaría. Por el otro y por mí, porque, de alguna forma, es un grado de exposición ridículo. Siempre lo asociamos con infidelida­d, pero va más allá de eso: por ejemplo, no me interesarí­a que sepan que me gusta ver trapos de piso en páginas de Internet. Yo prefiero quedarme con lo que el otro tiene para mostrarme.

–¿Te pasó alguna vez darte cuenta de que no conocías tanto a un amigo como creías?

–Eso pasa todo el tiempo, pero es normal. Uno nunca termina de conocerse. Por más que aseguremos lo contrario, me parece que todos los días uno se sorprende a sí mismo haciendo o teniendo inquietude­s nuevas. Por lo tanto, siempre hay sorpresas y también decepcione­s. Me pasó y celebro que haya ocurrido, está bueno.

–¿Qué te sedujo de la propuesta?

–El elenco, la dirección. Tiene muchos indicios para que sea un suceso teatral como lo fueron otras obras. Cuando me la propusiero­n, me pasaron un DVD, vi la película y me dieron muchas ganas de participar como actor. Es algo que no se había contado, que siempre estaba en el aire, pero que nunca se terminó de plasmar. Es muy actual.

–Que te dirija Francella, que es un referente dentro de la comedia, ¿genera una presión diferente?

–No, porque él no se pone en ese lugar de prueba, que presiona al actor para ver si le sale bien o mal. Guillermo nos puso a disposició­n todas sus herramient­as como actor, que son varias y muy efectivas, para que cada uno pueda elegir la que le sirva en su propio proceso creativo.

En clave de escritor

Hasta hace algunos meses pocos podían imaginarse que Heredia siempre lleva una libreta en uno de sus bolsillos. Cuando menos se lo espere, alguna idea o situación lo asaltará y deberá escribirla para poder retomarla más tarde. Tenía 14 años cuando se descubrió leyendo El túnel, de Ernesto Sabato, un libro que lo atrapó tanto que no podía soltarlo. Lo apoyaba sobre la mesa e inmediatam­ente después lo invadía la imperiosa necesidad de agarrarlo. Años más tarde, confirmó que lo que le sucedía no era otra cosa que el comienzo de una adicción: a la literatura. Ahora no solo lee vorazmente, sino que también escribe. –¿De qué se trata Construcci­ón de la mentira? –Para mí es difícil vender la novela, pero si tengo que resumirla en una oración, diría que su personaje intenta, una y otra vez, buscar su verdadero yo, quién es realmente. La escribí durante casi cuatro años. Me encanta un género literario que es la metaficció­n, que es una forma de narrativa autorrefer­encial. Me parece muy atractivo lo que le pasa a un actor cuando está solo ente a un espejo: ¿puede dejar de actuar o sigue actuando para sí mismo?

–¿Y vos qué ves cuando te mirás en el espejo?

–A una persona que quiere expresarse.

–Lo estás consiguien­do.

–En algún punto sí. Pero puede mutar.

–¿Te planteaste escribir una novela o se dio naturalmen­te?

–No, se fue dando. Yo escribo hace mucho, así que estaba latente. La mayoría de las veces la idea empieza con un pico que, probableme­nte, decanta o se esfuma, pero esto era algo que se engrosaba cada vez más. Ya no escribía la novela, sino que la novela casi se escribía sola. Era un universo que tenía sus propias leyes. Yo solamente movía las fichas para que se ramificara­n.

–Además de escribir, recomendás títulos en La gente anda leyendo, que tiene más de treinta mil seguidores.

–Es una cuenta donde se hace mucho hincapié en que cualquiera puede leer, y que lector se forma, no se nace.

–Es muy amplio el abanico de figuras. Por allí pasaron desde Lali Espósito hasta Sylvia Molloy.

–Sí, porque me parece saludable sacarle el esnobismo a la literatura. En la radio me sigo creyendo que no es una columna de libros y que, simplement­e, voy a hablar de lo que leo, pero tengo que admitir que ya es una columna ( risas).

–Libros, teatro, radio, cine, Internet. ¿Hay algún lugar en el que te sientas más cómodo?

–( Casi sin pensarlo) Sí, en mi casa. Es el único sitio en el que ciertament­e me siento muy cómodo.

–¿Qué soñás?

–No sé y me gusta no saberlo porque eso me hace seguir haciendo. Está bueno seguir buscando.

–Hace poco salió publicado que con Brenda tienen planes de casamiento para el año que viene. ¿Es cierto?

–Eso se debió a que necesitaro­n poner un título. Con Brenda estamos unidos de por vida, no nos hace falta casarnos. Sí tenemos ganas de celebrar el amor, pero no hay fecha estimativa ni nada en concreto.

–¿Cómo sos como papá?

–No lo sé, sinceramen­te. Cuando era adolescent­e juraba que no iba a ser como mi papá, pero ahora estoy cada vez más convencido de que me parezco. Y eso me enorgullec­e. Por eso, todos los planes que uno idealiza se rompen y se van construyen­do diariament­e.

–¿Qué te gusta compartir con Eloy?

–Todo, desde pegar figuritas hasta leer un libro. Quiero ser testigo de cada cosa que le pase.

–¿Cómo vivieron la llegada de Alfonsina?

–Fue muy movilizant­e. Siempre quise ser padre de una nena, más en esta época que estamos viviendo, donde la mujer está alzando la voz después de mucho tiempo de patriarcad­o. Hoy por hoy, los hombres solamente tenemos que escuchar y aprender.

 ??  ?? Con Zanotta, Portaluppi, Cherri y Menahem. Perfectos desconocid­os tiene el plus de ser dirigida por Francella.
Con Zanotta, Portaluppi, Cherri y Menahem. Perfectos desconocid­os tiene el plus de ser dirigida por Francella.
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