La Nueva Domingo

El lugar que ocupa el trabajo en nuestra vida cotidiana se modificó. De los baby boomers a los millennial­s, aparecen los “desencajad­os”, quienes tratan de mediar entre los viejos mandatos y las nuevas demandas.

AYER, TRABAJO Y SACRIFICIO. HOY, PLENITUD LABORAL. DOS MODELOS, UN VIRAJE DE RUMBO Y TODA UNA GENERACIÓN QUE SORTEA LA DIFÍCIL TAREA DE LIDERAR LA TRANSICIÓN.

- Por Daniela Calabró. Foto de apertura: Freepik.

Un trabajo menos condiciona­do, más flexible, versátil y motivador. Hacia eso evoluciona, en un viaje sin escalas, el mercado laboral de esta era. Como en todo barajar y dar de nuevo, las válvulas de escape son la variable humana; en este caso, una generación que se debate entre dos modelos, aspirando a los beneficios del recién llegado, pero educada en la filosofía del que se va. “En el viejo paradigma, la identidad la daba el trabajo. Todo lo demás estaba en otro nivel: la familia, los amigos, los

hobbies, el deporte, el ocio… Esta concepción fue central en la mentalidad de los baby boomers, una generación que hoy promedia los 65 años y que abandonó muchos intereses por su total dedicación a lo profesiona­l”, introduce Paula Molinari, conferenci­sta y consultora especializ­ada en Recursos Humanos. “El nuevo paradigma se expresa de otra forma. La identidad se construye a partir de la vida completa, que incluye el trabajo, pero no en forma exclusiva”, describe quien también es presidenta y fundadora de la consultora Whalecom. Las personas que recién ingresan al universo del trabajo (nacidas en los albores del nuevo milenio) se pavonean con comodidad en este escenario renovado; sin embargo, quienes lideran el ente de batalla y allanan el camino son profesiona­les que ostentan unos 30 o 40 y tantos. Molinari reflexionó acerca de ellos y los catalogó bajo el término de “desencajad­os”. De allí el título de su más reciente libro: Desencajad­os. Herramient­as para el nuevo mundo del trabajo. “Podríamos hablar de ellos como los abanderado­s del paradigma que se inicia. Creen sinceramen­te que el disfrute y la satisfacci­ón en el trabajo son posibles y vienen a ejercer un cambio. Exploran oportunida­des, hacen ensayos, se replantean su realidad. Tienen el síndrome y la responsabi­lidad de una generación de transición. Por supuesto que no es sencillo, ya que tienen que cuestionar sus viejos mandatos, pero están dispuestos a poner esfuerzo, optimismo y convicción en el proceso de cambio”, detalla la especialis­ta que tiene su propio blog: pmolinari.com

El quiebre

El modelo caduco, más enfocado en la dirección y el control, se caracteriz­aba por organizaci­ones piramidale­s, decisiones centraliza­das y compartime­ntos estancos, a la vez que ponía el foco más en la presencia que en los resultados. El actual, bautizado como “modelo de colaboraci­ón”, es transparen­te, incentiva a los empleados a trabajar interconec­tados, tiene estructura­s chatas y fomenta la cercanía. Molinari lo resume de esta manera: “En el primero, tu tiempo es de la empresa; en el segundo, tu tiempo es tuyo”.

Tal vez por esto, cada vez más, las consultora­s de trabajo o los encargados de reclutar a los talentos que emergen se topen con una inquietud recurrente entre los aspirantes: cuál será la misión social, ambiental o cultural que encarnará el empleo. O sea, qué harán ellos por la comunidad que

los rodea. “Antes, en la actividad laboral, el concepto de lealtad incluía cierta falta de cuestionam­iento. Hoy no es más así: a la gente le importa para qué trabaja y para qué existe esa empresa en el mundo. Esto tiene que ver con la búsqueda de sentido en el trabajo. De esa forma, se lo conecta no solamente con lo vocacional, sino también con la finalidad, con el aporte, con una socie

dad mejor”, explica Molinari. Por su parte, Viviana Blas, licenciada en Psicología y coach ontológico especializ­ada en management y liderazgo,

suma la variable del placer: “Las actividade­s que nos gustan son aquellas que nos permiten desplegar nuestros talentos. Cuando las hacemos, sentimos que fluimos con ellas y el tiempo se pasa rápido. En cambio, cuando nuestras labores no están acompañada­s por el desarrollo de nuestras capacidade­s, surgen el aburrimien­to y la insatisfac­ción”. Esto último, en los adultos jóvenes de esta era, significa que la actividad que se está llevando adelante está cercana a su fecha de vencimient­o. “El hastío es una emoción que aparece cuando lo que hacemos ya no nos interesa, no nos gusta

“Debemos tener bien en claro qué nos hace sentir bien y qué no. Aunque a veces nos parezca una fantasía o una ilusión, el trabajo ideal existe, solo que hay que atreverse a soñarlo”. Paula Molinari

o no genera ningún valor a nuestra vida. Entonces, interpreta­mos que esas actividade­s nos hacen perder tiempo y ya no le encontramo­s sentido a seguir realizándo­las”, analiza Blas, autora, entre otros

libros, de Conoce tus emociones (y sé feliz), La inteligenc­ia optimista y Alcanza tu propia cumbre. Y aconseja: “En ese caso, debemos detectar nuestras emociones negativas, conectarno­s con ellas y escuchar el mensaje que nos quieren transmitir para poder destrabarl­as. Tanto el aburrimien­to como la insatisfac­ción nos están diciendo que precisamos hacer un cambio en nuestro modo de vida y tomar contacto con aquellos deseos que nos contentará­n a nivel interior”. Y es entonces cuando los “desencajad­os” se recategori­zan y pasan a ser “explorador­es”. ¿Cómo son? Así los define Molinari: “Son personas en modo explorador porque se mueven continuame­nte hacia una situación de trabajo mucho más cercana a la plenitud. Como líderes de equipo, por ejemplo, tienen la convicción de que cuanto más se ocupen de su propio desarrollo, mejores serán a la hora de ayudar en el desenvolvi­miento de sus colaborado­res”.

Tomar cartas en el asunto

Convivir con el mandato de un hogar y de un sistema en donde el trabajo y el sacrificio fueron palabras mayores puede generar ciertos escollos a la hora de entrar en la vertiente de un empleo que conviva con la plenitud. Sin

“Necesitamo­s un plan de acción que detalle cuáles serán los pasos a seguir. Lo mejor es trazar pequeñas metas hasta lograr concretar nuestro fin mayor”. Viviana Blas

embargo, hay formas de poner en duda este bagaje cultural. “Es necesario entender que hay un abanico inédito de posibilida­des y animarse a experiment­arlas. Algunos ejemplos son el trabajo eelance, el boom de la movida de los emprendedo­res, la libertad horaria que cada vez ofrecen más empresas, las tercerizac­iones”, dice Molinari, aunque hace lugar a las complicaci­ones que pueden surgir ente a corporacio­nes o empleadore­s “chapados a la antigua”: “Es entonces cuando recomiendo una conversaci­ón franca que plantee qué es lo que uno aprecia de ese

trabajo y qué es lo que no le gusta o no lo hace sentir bien y querría modificar. Por supuesto, esto siempre debe ir acompañado de una idea de solución”. Claro que, para mantener esa conversaci­ón, antes hay que profundiza­r el diálogo con uno mismo y saber con claridad hacia dónde se quiere enfo

car el timón. “Una vez que identifica­mos que el malestar emocional se relaciona con nuestra actividad, llega el momento crucial de hacernos otra pregunta: ‘¿Cuál es la labor que permite desplegar nuestras capacidade­s?’. La respuesta a este interrogan­te nos permitirá conectarno­s con lo que nos apasiona, lo cual nos llevará a tener en claro cuál será el próximo objetivo”, sugiere

Blas. Y acota: “En este punto, necesitamo­s rea- lizar un plan de acción que detalle cuáles serán los pasos a seguir. Lo mejor es trazar pequeñas metas hasta lograr concretar nuestro fin mayor”. Por su lado, Molinari agrega una variante: evitar caer en la tentación de que el cambio provenga de afuera, de

una empresa, de un empleador. “La idea no es ir a buscar un puesto que otro nos da: la empresa y nuestro principal activo somos nosotros –sentencia–. Lo que queremos hacer y, por ende, lo que queremos ser, a veces sí tiene que ver con un papel en una nueva compañía; pero, a la vez, puede estar vinculado a algo que hacemos y ofrecemos por nuestros propios medios. Pensar en un puesto nos ata a un formato tradiciona­l”. No hay una fórmula para el éxito, pero, para concluir, la especialis­ta en recursos humanos se atreve a esbozar un consejo que apuntala la cruzada: “Debemos tener bien en claro qué nos hace sentir bien y qué no. Es importante saber que si decidimos solo por dinero, vamos a equivocarn­os. Aunque a veces nos parezca una fantasía o una ilusión, el trabajo ideal realmente existe, solo hay que atreverse a soñarlo”.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? En Desencajad­os. Herramient­as para el nuevo mundo del trabajo, Paula Molinari describe a la generación que lidera el nuevo paradigma laboral. Viviana Blas, en Conoce tus emociones (y sé feliz), invita al cambio a partir de la propia exploració­n.
En Desencajad­os. Herramient­as para el nuevo mundo del trabajo, Paula Molinari describe a la generación que lidera el nuevo paradigma laboral. Viviana Blas, en Conoce tus emociones (y sé feliz), invita al cambio a partir de la propia exploració­n.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina