“Hubo un desfasaje muy grande entre lo que queríamos ser y lo que fuimos”
—¿Cómo encaja un equipo profesional en este proceso?
—Para mí eso es lo más apasionante. Una posibilidad es competir armando un equipo con recursos económicos, ponerlo a jugar y ver hasta dónde se llega; otra es si nos dedicamos a formar. Nuestro desafío es mucho mayor, porque ni siquiera es uno más uno. Estoy convencido de que el desarrollo de esta parte metodológica, nos va a potenciar para poder competir. Es como que van de la mano. En el barrio sería “no nos queda otra”: mejoramos en esto y lo llevamos a un nivel altísimo, generando que jugadores nuestros puedan tener nivel de ejecución, concentración y energía mucho más alto que la media y con eso compensar otras cosas para poder competir en el máximo nivel, o no hay plan B. Simplemente, porque no está el plan económico salvador. Yo lo veo como una ventaja. Mi viejo (Carlos) decía: 'cuando tenés cuatro hijos para darle de comer no te hacés tantas preguntas, te levantás y vas a trabajar'. Acá los pibes vienen a las 9 de la mañana, se van a las 2 de la tarde y no hay muchas preguntas; es esto y esto.
—¿El resultado en cada Liga fue un indicador del proceso de trabajo?
—Trato de disociar por completo el resultado de las sensaciones, y este año, intuitivamente veía que podíamos jugar 150 partidos más, pero la sensación era que estábamos estancados.
—¿Por qué?
—Si mirabas el diario, a falta de cinco o seis partidos estábamos sextos, con un presupuesto bajísimo respecto de los demás, pero la sensación era que había un techo que nos trababa. Y tiene que ver con esto de tener una idea de lo que queremos, pero nos falta la ejecución. Hubo un desfasaje muy grande entre lo que queríamos ser y lo que fuimos. Y lo que estaba en el medio es lo que intuitivamente veíamos. Y así como lo intuía yo, lo mismo la gente. Y no tiene que ver con ganar o perder.
—El equipo no transmitía confianza.
—Hubo temporadas que, por ahí, perdimos más, pero la sensación era más positiva. Lo que me deja dormir tranquilo es la sensación de evolución. Nosotros este año fuimos peores que el año pasado, independientemente del personal. Excusas hay cantidad, pero son excusas. Parte de lo que estamos haciendo ahora, es que no tengamos que depender del personal para que la línea sea continua. El éxito o el fracaso tiene que ser del programa de Bahía Basket, independientemente de los actores de turno.
—¿Cuáles serían los actores para la próxima tempora- da?
—La idea es que siga Jamaal (Levy); Gerson tiene contrato; en el caso de Pancho (Jasen), como cada temporada, la decisión pasa por él, porque se lo ganó, aportando dentro y fuera de la cancha; la continuidad de Anthony (Johnson) es más un deseo que una realidad. Nos encantaría que estuviera, pero lo veo muy complicado a nivel económico y, seguramente, tendrá ofertas de otros equipos.
—¿Los más jóvenes?
—Continúan los mismos con, obviamente, con mucha más participación de los jugadores que vienen de abajo: (Leandro) Bolmaro, (Bautista) Lugarini, (Federico) Elías, (José) Materán, que tuvo un año muy bueno... Se reincorporan Martín Fernández y Fermín Thygesen (vienen de Deportivo Viedma), más Caio, Rodrigo (Gerhardt), Filippa... Es un año importante para la transición de todos ellos hacia la siguiente temporada, en la que tendrán que dar un salto de calidad. Claramente el foco estará en los cuatro fantásticos: Facu, Juan Pablo, Santiago y Maxi.
—¿Parodi e Iglesias?
—No van a seguir. Hasta hoy es eso. Después veremos la situación económica, recursos y demás... Está claro que la base del equipo son nuestros jugadores y la mejora de nuestros jugadores son los mejores fichajes.
—¿Es cada vez menos probable que incorporen mayores nacionales?
—Creo que nos tienen que aportar algo muy particular. El caso de Pancho es un ejemplo: nos da sabiduría, compromiso, vestuario... Volvé al slogan: competir formando.