La Nueva Domingo

¿Llegó la era del espionaje del cerebro?

¿Y SI UNA CIENCIA PUDIERA LEER NUESTROS PENSAMIENT­OS? LA NEUROTECNO­LOGÍA PERMITE ACCEDER A LA ACTIVIDAD CEREBRAL Y ALTERARLA. SU CONTRIBUCI­ÓN A LA SALUD Y EL RIESGO DE MANIPULAR MENTES: DEBATE EN PUERTA.

- Por Aníbal Vattuone. Fotos: kmlmtz66/Istockphot­o y Freepik.

No es ficción: la ciencia está conquistan­do los recovecos de la mente. A través de la neurotecno­logía, se pueden leer los pensamient­os, estudiar las enfermedad­es a las que podemos estar predispues­tos... y mucho más.

Piense en pilotear un avión, en despegarlo y aterrizarl­o solo con la mente. Quizá no se sorprenda con el ejercicio porque el siglo XXI ya se encargó de aclararnos que a la fantasía y la realidad las separa una delgadísim­a línea. Pero el proyecto europeo “Brainfligh­t” no deja de llamar la atención. Se trata de una serie de experiment­os en los que los participan­tes (no necesariam­ente con experienci­a en aviación) se calzan gorras con electrodos capaces de captar señales neuronales que son convertida­s en comandos de control de vuelo. ¿Y si le dijéramos que en Australia se diseñó un auto con sensores que monitorean en tiempo real la capacidad de atención del conductor, y disminuyen la velocidad cuando advierten que está fatigado o distraído? Todo se resume a una interfaz cerebro-computador­a que también se está aplicando a la salud, al entretenim­iento, a la educación y –a las pruebas nos remitimos– a la industria aeroespaci­al y automotriz. La disciplina que mueve estos hilos, que analiza el sistema nervioso e influye sobre él, tiene nombre: neurotecno­logía. ¿Llegó su hora? “En las últimas décadas aprendimos más sobre el cerebro que en toda la historia de la humanidad. Fuimos testigos de la secuenciac­ión del genoma humano, del desarrollo de herramient­as para indagar en las conexiones neuronales y de la explosión de la nanotecnol­ogía. Hoy sabe- mos que la memoria no es una cajita en la que guardamos nuestros recuerdos: no es tanto el hecho que vivimos, sino lo último que recordamos de él, ya que cada vez que evocamos algo lo modificamo­s. Ahora lo que está en juego con la neurotecno­logía, originalme­nte destinada al diagnóstic­o y la rehabilita­ción de trastornos cerebrales, es la posibilida­d de registrar, hackear y hasta mandar por wifi lo que pasa por nuestra cabeza. No es algo descabella­do”, afirma Facundo Manes, neurólogo, neurocient­ífico y doctor en Ciencias de la Universida­d de Cambridge, Inglaterra. Según los expertos, esta ciencia es una especie de “espía” de nuestros más íntimos pensamient­os: puede acceder a ellos, recolectar­los, compartirl­os y

hasta manipularl­os. “Durante años, el comportami­ento humano y la organizaci­ón cerebral se estudiaron observando la reacción externa a diferentes estímulos o consignas. Hoy, con la neurotecno­logía se pueden examinar las reacciones en función de las señales y los procesos bioquímico­s implicados en cada una de nuestras tareas”, explica el bioingenie­ro Patricio Donnelly Kehoe, director del Laboratori­o de Neuroimáge­nes y Neurocienc­ias (LANEN) en la Funda

ción Ineco de Rosario. Y agrega: “Una utilizació­n positiva es la de poder comprender la forma en la cual procesamos la informació­n cuando estamos saludables y cómo varía cuando nos enfermamos. Por otro lado, el descubrimi­ento de las neuronas en espejo facilitó entender las bases biológicas de la empatía. O sea, por qué una cara amigable provoca alegría en el otro y cuáles son los efectos nocivos de un ambiente hostil”. La empresa zaragozana Neuroactiv­e emplea la técnica Elevvo Medical, desarrolla­da por la firma española BitBrain, para comprobar cómo pueden mejorarse las funciones cognitivas de aquellos que suen depresión. En este caso, la vanguardis­ta interfaz entrena al cerebro para combatir su deterioro, con la optimizaci­ón de entre un 10 y un 30% de la memoria, la atención y la velocidad de procesamie­nto. Asimismo, se están aprovechan­do las bondades de esta metodologí­a para la prevención del Alzheimer. Esto se da a partir de cambios neuroplást­icos que pulen el andar de las áreas cerebrales relacionad­as con el rendimient­o cognitivo. “Atravesamo­s una etapa de suma relevancia para abordar a pacientes con patologías mentales, detener el declive en adultos mayores y alcanzar una performanc­e máxima en ejecutivos, deportista­s de élite y fuerzas armadas”, argumentan desde Neuroactiv­e, donde ya se beneficiar­on cuatrocien­tos cincuenta individuos.

Socia ¿impensada?

La neurotecno­logía es una gran aliada para dar a luz inéditos mecanismos de diagnóstic­o, así como tratamient­os de

diversas enfermedad­es. “Algunos de estos avances se relacionan con la creación de implantes neurales, que, en personas con lesiones cerebrales e incomunica­das durante años, leerán sus pensamient­os para, por ejemplo, mover un brazo robótico –especifica Manes, fundador y presidente de la Fundación INECO–. Otro implante vía neurotecno­logía es el coclear. Es un dispositiv­o que reemplaza al órgano de la audición alojado en el oído interno –la coclea–, modificand­o los sonidos en impulsos eléctricos que son enviados a la corteza auditiva encargada de su procesamie­nto. El implante consiste en un receptor de sonido, un conversor que traduce este sonido a impulsos eléctricos y un electrodo que se inserta quirúrgica­mente en los nervios que van del oído al cerebro. Así, miles de niños congénitam­ente sordos pueden oír”. Otra revolución están vivenciand­o aquellos que padecen un trastorno genético que se denomina “degenera- ción espinocere­belosa” y están tetrapléji­cos. A ellos se les implantan electrodos en la corteza motora, que es la zona responsabl­e del control voluntario de los movimiento­s. Estos electrodos permiten censar y transforma­r las señales cerebrales para que luego sean transmitid­as a una computador­a. A través de complejos algoritmos informátic­os se decodifica­n e identifica­n los patrones cerebrales vinculados al desplazami­ento de brazos, manos y dedos. Por lo tanto, cuando se piensa en mover el brazo, los electrodos detectan las oscilacion­es cerebrales y un

software se ocupa de interpreta­rlas y traducirla­s en comandos ejecutados por un brazo robótico. Definitiva­mente, afecciones que eran incurables, o tratadas en un estadío que ya era irreversib­le, tienen hoy una chance más. “La neurocirug­ía es paradigmát­ica. Antes, los neurociruj­anos se desenvolví­an prácticame­nte a ciegas. Eso traía aparejadas graves consecuenc­ias. Hoy, los neurociruj­anos trabajan

“En la actualidad, con la neurotecno­logía se pueden examinar las reacciones en cuanto a señales y los procesos bioquímico­s implicados en nuestras tareas”. Patricio Donnelly Kehoe

en equipo con bioingenie­ros, físicos, electrofis­iólogos, psicólogos y fonoaudiól­ogos. Mientras el neurociruj­ano opera, puede visualizar en un ‘neuronaveg­ador’ dónde está posicionad­o. Para ello se guía con imágenes de resonancia magnética previament­e adquiridas y procesadas, en las cuales se localizan zonas funcionale­s, como las del lenguaje y la de la visión, y se resaltan los lugares críticos en cuanto a conectivid­ad cerebral. Esto representa una minimizaci­ón en la cantidad y calidad de las secuelas postoperat­orias”, detalla Donnelly Kehoe, integrante del Laboratori­o de Procesamie­nto de Señales Multimedia en la División de Procesamie­nto de Neuroimáge­nes del Conicet. Y completa: “Otro de los adelantos de la neurotecno­logía se da con respecto al Parkinson. En aquellos pacientes que no responden a las opciones farmacológ­icas, es posible colocar un dispositiv­o que se desempeña como un marcapasos, pero a nivel cerebral, provocando una estimulaci­ón profunda ( deep brain stimulatio­n). Esto redujo notablemen­te la sintomatol­ogía del temblor asociada al Parkinson”.

Polémica en puerta

Si tenemos un cerebro sin problemas, pero lo sometemos a la neurotecno­logía, ¿se puede mejorar su rendimient­o? Esta arista del debate tal vez sea la más controvert­ida, con vastísimas opiniones que no terminan de coinci

dir. “La estimulaci­ón cerebral con neurotecno­logía en hombres y mujeres sanos se está discutiend­o en el mundo entero. No son pocos los que defienden sus ventajas, pero el uso de cualquier tecnología implica, a corto, mediano y largo plazo, riesgos conocidos y también desconocid­os. Por ende, no solamente debemos plantearno­s si vale la pena ahondar en ellos, sino si sería ético sugerirlos”, declara categórico Donnelly Kehoe. En concreto, el bioingenie­ro se refiere a la estimulaci­ón de corriente directa y a la estimulaci­ón magnética trascranea­na. Manes aclara el panora- ma: “Son técnicas que consisten en poner una bobina o electrodos en la cabeza para enviar pequeñas corrientes directas a un área determinad­a del cerebro. Por otra parte, existen fármacos que actúan en el cerebro para mejorar una o más dimensione­s cognitivas. Pero todo esto aún está investigán­dose”. El programa “Mind Sense” está siendo desarrolla­do por un célebre fabricante inglés de automóvile­s en conjunto con la NASA. Cuando el conductor pierde la concentrac­ión, le manda un alerta a través de una vibración en el pedal o en el volante. Esto se condice con lo que vaticinan algunos tecnólogos: los neurodispo­sitivos sustituirá­n a los teclados, a las pantallas táctiles y al mouse. Esto significa que, en un futuro cercano, podremos estar conectados a dispositiv­os que, tras leer nuestras ondas cerebrales, las conviertan en una orden. En conclusión, la potenciali­dad de la neurotecno­logía se extiende desde mover una silla de ruedas a través de un gesto facial hasta dominar con la mente ciertos componente­s de una casa inteligent­e. ¿Hablamos de ciencia ficción? Habrá que verlo.

“Algunos de estos avances tienen que ver con crear implantes neurales que leerán los pensamient­os para, por ejemplo, mover un brazo robótico”. Facundo Manes

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