La Nueva Domingo

Legalizaci­ón del aborto

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una LUEGO DE acalorada, sentida y polémica sesión, el voto favorable de 129 diputados -contra el negativo de otros 125- dio media sanción a la ley que despenaliz­a el aborto o, dicho en otras palabras, avala la decisión de las mujeres de decidir la interrupci­ón voluntaria de su embarazo.

AHORA LA

ley pasará a senadores y, antes de terminar el año, posiblemen­te ya las mujeres podrán decidir si quieren o no que su hijo nazca, decisión que tendrán que tomar antes de cumplirse las 14 semanas de gestación, es decir, poco antes de que el bebé cumpla sus primeros cuatro meses en la panza.

HA SIDO

un debate intenso. No tanto en el ámbito del congreso -donde los diputados ensayaron discursos que partieron desde lo más elemental y básico, pasando por alguna lectura interesant­e- sino en la sociedad misma, donde, como suele ser costumbre en nuestro país, se tomaron dos posturas extremas, de estar a favor o en contra, sin grises ni medias tintas.

CUANDO LAS

discusione­s se polarizan de tal manera por el si o por el no, se suele perder de vista el foco que debe mantener todo debate. Entonces se desoyen argumentos y se toman posturas rígidas, a veces demasiado cercanas al fanatismo.

ESA SITUACIÓN

le quita fuerza y amplitud a un debate que, por su contenido, debiera ayudar a consolidar o mejorar cada postura.

LO CIERTO

es que, “en el país del Papa” -como gustaron resaltar muchos medios, sobre todo extranjero­s-, la práctica del aborto dejará ahora de ser un crimen penado con uno a cuatro años de prisión -tanto para las mujeres como para los que lo practican- y se podrá hacer de manera legal, con todos los beneficios que eso implica para la salud de la mujer.

FRANCISCO, EL

Papa argentino, ha dejado en claro su posición sobre el aborto, asegurando que esa práctica es una forma de “cuidar la raza” similar a la que practicaro­n los nazis, “pero con guantes blancos” y habló del “homicidio de los chicos”, de “tirar a un inocente” para resolver “una vida tranquila”.

ES LA

postura del líder de una religión con 1.280 millones de seguidores.

LA LEY

de interrupci­ón voluntaria del embarazo ya es una realidad. Lo que no quita que se siga planteando, con justicia y razonabili­dad, la defensa de los niños por nacer, la discusión sobre la vida y la muerte, la decisión que involucra a varios actores, incluso a un Dios creador de todas las cosas.

Cuando las discusione­s se polarizan de tal manera por el si o por el no, se suele perder de vista el foco que debe mantener todo debate.

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