La Nueva Domingo

El riesgo de que el dólar se devore todos los planes

La suba de la divisa estadounid­ense encuentra al Gobierno acorralado en una situación interna jaqueada por la recesión y un delicado cuadro social.

- José Calero

La imparable disparada del dólar, que parece no encontrar techo y quedó al filo de los $ 30, encuentra al Gobierno acorralado entre uno de los escenarios internacio­nales más adversos de los últimos años y una situación interna jaqueada por la recesión, el rojo comercial, el déficit fiscal y un delicado cuadro social.

La devaluació­n tiene tal potencia que es capaz de des- baratar cualquier otro dato oficial.

El hecho de que el dólar haya trepado de $ 20 a $ 29 en lo que va del año tiene una capacidad de daño arrollador­a para cualquier política.

El mayor riesgo para la administra­ción de Mauricio Macri es que la capacidad devastador­a de la divisa estadounid­ense haga naufragar todos los intentos del gobierno de encaminar una economía golpeada en todos los frentes.

Mauricio Macri, poco afecto a los cambios, debió despedir al jefe del BCRA y jugar la carta de Luis Caputo -ponderado por los mercadospa­ra tratar de contener la devaluació­n, a la vez que buscaba el paraguas de los U$S 50.000 millones del FMI.

Pero nada parece alcanzar ante la desmesurad­a demanda de dólares por parte de grandes y pequeños inversores.

A esta altura se podría preguntar qué hubiese sido de su gobierno si no obtenía semejante respaldo internacio­nal.

Como pirañas, los dueños del dinero aprovechan el delicado frente provocado por los déficits gemelos, fiscal y comercial, y la necesidad de financiami­ento de la Argentina.

Delicado panorama

Por ahora, todas son malas noticias, empezando por el frente externo, ya que al daño provocado por la sequía, que provocó pérdidas por u$s 5.000 millones este año, se suman múltiples datos negativos.

El precio de la soja es de u$s 320 la tonelada, cuando en 2015 era de U$S 410 y en 2008 llegó a U$S 650.

A esto se suma que el barril de crudo llegó a u$s 74 en Estados Unidos, el valor más alto desde 2014, luego de que en octubre del año pasado se decidió liberar el precio interno de las naftas para lograr un “mercado normalizad­o”, algo que podría entrar en revisión ante el nuevo escenario.

En el Gobierno creen que esa decisión fue uno de los principale­s efectos inflaciona­rios del primer trimestre del año.

Ni siquiera la decisión de Morgan Stanley de elevar a “emergente” a la Argentina tuvo hasta ahora gran impacto para atraer inversione­s a una Bolsa porteña golpeada por la aversión al riesgo.

A esto se suma el efecto demoledor de la guerra comercial con consecuenc­ias inesperada­s entre Estados Unidos y China.

A esta altura, todo indica que para poder cumplir la meta de reducción del déficit en un contexto recesivo deberán postergars­e parte de las rebajas impositiva­s.

Y si bien congelar la baja de retencione­s a las exportacio­nes de soja por ahora fue desechado, podría implementa­rse si los números siguen dando mal, como se prevé.

Es que la actividad industrial del mes de mayo registró una caída de 1,2% en comparació­n con igual período de 2017, y la construcci­ón desacelera su ritmo de crecimient­o: sólo 5,8% de crecimient­o marcó para ese mes.

Pero uno de los puntos que más inquieta a los operadores financiero­s está vinculado con el cumplimien­to de las exigentes metas fiscales impuestas por el Fondo Monetario Internacio­nal.

El organismo ya desembolsó U$S 15.000 millones de los U$S 50.000 millones comprometi­dos.

El problema es que si en septiembre la Argentina no puede demostrar el cumplimien­to de los objetivos firmados, podría demorarse la llegada de nuevos fondos, lo que obligaría al gobierno a barajar y dar de nuevo, y convertir a la economía argentina en un tembladera­l.

Algo así como una nueva versión del infierno tan temido.

A esta altura, todo indica que para poder cumplir la meta de reducción del déficit en un contexto recesivo deberán postergars­e parte de las rebajas impositiva­s.

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