La Nueva Domingo

La comunidad de Pigüé está sugestiona­da por las menciones a San La Muerte

Ya son seis los casos de vecinos intimidado­s por personajes que especulan con sus temores y creencias a fin de quitarles dinero. Solo uno de ellos realizó la denuncia formal. Muchos tienen terror a revelar su identidad.

- Anahí González agonzalez@lanueva.com

“Muchos tienen terror de hablar. No quieren ser identifica­dos por estos personajes que dicen venerar a San La Muerte o están vinculados a rituales satánicos y brujerías, que juegan con sus creencias y temores más profundos”.

La frase pertenece a Eugenio (Rosco) Favre, presidente del Foro de Seguridad de Pigüé, quien la semana pasada dio a conocer la existencia de vecinos —aunque sin revelar la identidad públicamen­te— que indicaron haber sido amenazados, mediante mensajes y otro tipo de acciones intimidato­rias, por personas que pretendían recibir dinero a cambio.

Los casos ascendían a cinco y, en las últimas horas, se relevó otro testimonio.

“Una chica me dijo que a una amiga le tiraban cosas en la puerta para que se asustara y dejara la casa”, cuenta.

Al parecer, alguien quería alquilar esa vivienda y había contratado a personajes que hacen este tipo de “trabajos” de brujería, macumba, invocación de fantasmas y magia negra, para echarla.

Favre empezó a difundir estos testimonio­s luego de recibir el llamado de una persona que se animó a hablar. A partir de allí surgieron los demás nombres de las víctimas y sus situacione­s.

“El problema es que estas cosas no toman estado público. Cuando le preguntás a alguien por qué no lo contó antes, te dice: '¿Yo qué iba a decir? ¿que me aparecían fetiches o una gallina muerta en la puerta?”, sostiene.

“Ahora que todo se hizo público, hay una catarata de gente que dice: 'A mí también me pasó”, comenta.

La denuncia es de personas que trabajan en Pigüé y en los pueblos vecinos.

“Les hacen un manejo psicológic­o, les dicen: 'Acá tenés malos espíritus. Vamos a matar a una gallina en tu habitación, poner su cabeza en un frasco y con eso vamos a concentrar ahí a los espíritus malignos”, comentó. Y la gente lo hace. “Los inescrupul­osos te van probando. Si vos accediste a matar una gallina o un gato y a cortarle la cabeza en tu habitación y la ponés en un frasco, ellos confirman cuán convencido estás”, asegura.

Lo mismo sucede si —según Favre— entrás en el cementerio de noche para sacar tierra de una tumba.

“Para ellos es la confirmaci­ón de que el poder que están teniendo sobre vos va en aumento. De ahí a pedirte 50 o 100 lucas (sic), hay un paso”, dice.

Estas acciones son tomadas como pruebas para convalidar el poder de convencimi­ento que tienen sobre las personas. Y una vez que lo saben, lo usan en su favor.

“Los van preparando y midiendo. Y a medida que accedés, entrás en un círculo vicioso en el que te hacen creer cualquier cosa y hacer cualquier cosa”, dice.

“Muchos manochanta­s (sic) se aprovechan de la desesperac­ión de la gente ante la enfermedad propia, o de un familiar para brindar una supuesta ayuda espiritual”, comenta.

Favre sostuvo que no aún se han hallado altares públicos de San La Muerte, pero que hay mucha gente que “se quiebra” y no sabe qué hacer cuando no puede seguir cumpliendo con lo que estos supuestos hechiceros les piden.

Determinó que no hay un solo personaje, sino varios y que no todos están vinculados a San La Muerte, sino a la magia negra y a otro tipo de rituales.

Favre asegura que esta devoción a San La Muerte es exportada del conurbano bonaerense, donde se lo considera el Santo Protector de los delincuent­es.

“Una mujer me habló de que le habían hecho un trabajo con el péndulo. Le hice el mismo trabajo y adiviné su documento y el de la hija. Se quedaron asombradas. Me creían todo. Después le dije: '¿Sabés que fácil es encontrar tu número de documento por internet?' Ahí le abrís la cabeza a la gente”, manifiesta.

Hasta el momento, solo una de las personas que brindó testimonio hizo la denuncia ante la Justicia y eso permitió que se librara una orden de restricció­n a las víctimas.

“Hay gente que hace publicidad, por radio, de unión de parejas, limpieza de casas y campos. Esa es la entrada. Así empieza. Si le das plata de buena voluntad porque creés en lo que te dice y te dice lo que querés oír, no hay delito; el problema surge cuando llegan las amenazas”, dice.

Frases como: “Si no me das lo que te pido, voy a liberar los espíritus en tu contra”, aterroriza­n a quienes creen.

“No podés ir a un juez y decirle que alguien amenazó con enviarte al infierno. No son causas fáciles de armar. Es un tema muy delicado”, evalúa.

En definitiva, hay que ver en qué lugar dejan una grieta para entrar con la ley.

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