La pasión de los hinchas fue lo mejor que se vio en Rusia
El orgullo del simpatizante que copó cada estadio donde jugó Argentina fue lo más destacado. Los dirigentes y el cuerpo técnico no estuvieron a su altura.
Dos imágenes opuestas dejó el Mundial de Rusia para los hinchas argentinos: la pasión de la gente, que convirtió cada estadio donde jugó la Selección en un templo de fe, y la palidez del equipo, que no logró hacer pie y se mostró desorientado.
Tal vez como nunca antes, y a más de 13.000 kilómetros de distancia, los argentinos transformaron cada presentación de la Selección en una fiesta para el asombro de rusos y extranjeros. Había que ver, antes del partido frente a Nigeria, cada vagón de la línea verde del subte de San Petersburgo desbordado de chicos y grandes, hombres y mujeres y familias completas con la camiseta argentina, unidos en un canto que vence distancias, limitaciones económicas y muchas veces, incluso, la racionalidad para participar de esa fiesta que ya se justifica en sí misma, más allá de lo que proponga el equipo.
Los hinchas se sostuvieron en la adoración a Messi, entendiendo que el crack es la víctima mayor de un proceso que acumuló desaciertos de dirigentes sin capacidad comprobada y de un cuerpo técnico, encabezado por Sampaoli, que hizo del error una rutina inédita.
Entonces, los hinchas su- pieron que este equipo necesitaba más que ningún otro el contagio que bajaba desde las plateas de los estadios mundialistas que recorrió la Selección. ¿Cómo entender sino el esfuerzo para viajar a Kazán a más de 800 kilómetros de Moscú? Se sabe, los argentinos nos hemos convertido en hinchas de la hinchada. Y ese orgullo tribunero fue lo mejor que se mostró.
Los dirigentes deberán rendir cuentas. Claudio Tapia es un presidente de la AFA deslegitimado desde su origen dirigencial. No tiene experiencia ni pergaminos para ocupar el cargo. Y este Mundial confirma su defección: la suspensión del partido en Israel, con consecuencias internas en el plantel, y la explosión pública de las internas entre los jugadores y el DT evidencian la escasa habilidad de Tapia y sus acompañantes.
Qatar 2022 asoma en el horizonte lejano. Ojalá dirigentes, técnicos y jugadores estén a la altura de los sueños. Lo de los hinchas está más que descontado.