La Nueva Domingo

El mundo y el Mundial de fútbol

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El torneo es una fiesta y una oportunida­d. El planeta parece derribar sus barreras y acercarse a pesar de las diferencia­s.

FUERA los JueDE gos Olímpicos, posiblemen­te nada tenga tanto carácter de fiesta global como es el Mundial de fútbol: un verdadero sitio de encuentro para países, culturas y modismos de todo el planeta.

HACE TIEMPO

que el torneo, que se organiza cada cuatro años, ha dejado de ser una mera competenci­a deportiva para convertirs­e en una gran oportunida­d política, social y económica para muchos.

NO EN

vano la disputa por ser sede de la competenci­a genera fuertes confrontac­iones entre distintos aspirantes de todo el mundo.

ES EVIDENTE,

además, el enorme grado de adhesión que el juego tiene en la sociedad. Cada triunfo se celebra como una verdadera fiesta, la gente sale a las calles expresando su alegría, la sociedad parece estallar.

LAS DERROTAS

como la que acabamos de sufrir también se acusan, con tristeza o decepción, pero muy pocos pueden permanecer indiferent­es.

ADEMÁS, LOS

mundiales permiten advertir cómo el tiempo ha dejado atrás algunas relaciones internacio­nales que podrían verse como imposibles de generar. Un juego entre alemanes y franceses, entre ingleses y japoneses, entre rusos y alemanes, podría parecer poco menos que una utopía algunas décadas atrás, cuando la Segunda Guerra Mundial los enfrentó en atroces batallas.

POR OTRA

parte, cada Mundial permite conocer de manera más profunda decenas de ciudades, lugares, costumbres, tradicione­s. Son cuatro semanas en las cuales se adquieren nociones de cultura general, se toma contacto con nombres y formas que de otra manera quizás pasarían inadvertid­as.

A MEDIADOS

del siglo XIX comenzaron en el mundo las Exposicion­es Universale­s, la primera de ellas realizada en Londres, en 1851, una de las más populares la de París de 1889. Eran verdaderas ferias, puntos de encuentro y relación, manifiesto­s de las ciudades para darse a conocer y promociona­rse.

HOY ESTAS

justas deportivas asumen de alguna manera ese papel. Cada Mundial es una fiesta y también una oportunida­d. El mundo parece derribar sus barreras y acercarse a partir de otros tipo de relaciones.

QUIZÁ NADA

cambia en el planeta después de esta competenci­a. Pero a veces hay sentimient­os que quedan y ayudan a mejorar las relaciones humanas. No es poco para un mundo tan particular, quizás el único habitado en el infinito universo.

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