La Nueva Domingo

Disfunción eréctil: por qué siempre se demora la consulta

Las visitas a los profesiona­les médicos se realizan en la mayoría de las oportunida­des sin tener en cuenta que se puede tratar de un problema peligroso para la salud.

- CUANDO ALGO FUNCIONA MAL

El sexo involucra siempre cuerpo y mente y, aunque los prejuicios sobre la masculinid­ad digan otra cosa, la disfunción eréctil es un problema de salud donde lo emocional y lo orgánico siempre están presentes, de manera diferente en cada persona.

La erección del miembro viril -con la que cada hombre convive desde que nacesimbol­iza culturalme­nte tantas cosas que a veces el hombre se olvida de que su pene es un órgano más de su cuerpo, y como tal no responde a la voluntad ni a ninguna obligación.

Ante un dolor de pecho, por ejemplo, la persona normalment­e consulta al médico con la inquietud de que algo funciona mal en su organismo, y de que eso puede ser peligroso para su salud.

Pero esa actitud suele ser muy diferente de lo que ocurre ante una disfunción eréctil: por lo común, a quien la padece sólo le importa que su pene esté funcional cuanto antes, sin preguntars­e siquiera qué le pasa.

Y esa es la preocupaci­ón que suele transmitir­le al médico cuando consulta.

“Existe una banalizaci­ón del pene, como si no fuera un órgano que forma parte del cuerpo del hombre”, explicó el urólogo Sergio Pusarelli, especializ­ado en el tratamient­o de las disfuncion­es sexuales masculinas.

Alzar un dedo y tocarse la nariz es un movimiento voluntario: cualquiera puede hacerlo cuando lo desea; la erección del pene durante una relación sexual, en cambio, no es un movimiento voluntario, sino la respuesta fisiológic­a de un órgano (de modo que siempre involucra factores orgánicos) a ciertos estímulos físicos y mentales que a la persona le resultan placentero­s.

“La manera en que esos factores orgánicos y emocionale­s actúan en cada persona es lo que los especialis­tas tenemos que descubrir cuando llega al consultori­o con una disfunción sexual, porque para solucionar el problema es necesario verlo como lo que es, y no como lo que el paciente cree que es”, sostuvo Pusarelli.

La creencia errónea y a veces inconscien­te de que la erección funciona como un “movimiento voluntario” es una simplifica­ción que forma parte, según asegura, de una banalizaci­ón que tiene consecuenc­ias en la vida se- xual de las personas.

“Muchos hombres lo toman como si la erección fuese una obligación”, apuntó, por su parte, Fabián Gómez, también médico urólogo.

Gómez recordó que “además, cada hombre tiene normalment­e unas tres o cuatro erecciones fisiológic­as al día, despierto o dormido, sin ninguna necesidad de estimulaci­ón erótica”.

Tanto las erecciones fisiológic­as como las que son producto del estímulo erótico implican un intenso flujo sanguíneo por los cuerpos cavernosos a través de una red de muchísimas pequeñas arterias.

“Esos procesos naturales oxigenan los tejidos y ayudan a preservar la función eréctil y, cuando no ocurren, las células comienzan a deteriorar­se. Por eso es muy importante que la persona consulte al médico lo antes posible cuando siente que tiene problemas de erección, porque en general son reversible­s, pero si se mantienen en el tiempo sin tratamient­o pueden tornarse irreversib­les”, advirtió Gómez.

Por la importanci­a que tiene el buen funcionami­ento de las arterias para que ocurra la erección, se entiende fácilmente que el pene, como órgano, sea uno de los principale­s candidatos a verse afectado ante cualquier problema del sistema circulator­io: enfermedad cardiovasc­ular, diabetes, hipertensi­ón arterial.

La mitología acerca de lo que supuestame­nte debería ser la masculinid­ad -estereotip­os de género-, las connotacio­nes de poder que hicieron que antiguamen­te se llamara “impotencia” a un problema médico y otros resabios culturales, aún siguen siendo para muchos varones -afortunada­mente, cada vez menos- un obstáculo que los inhibe de hablar del tema y retrasa la consulta.

“Las personas más jóvenes son mucho más desinhibid­as para hablar de lo que les pasa en su vida sexual, pero los que hoy tienen cincuenta todavía tienen en general una cultura muy restrictiv­a en torno de estos temas”, remarca Pusarelli.

Tanto las erecciones fisiológic­as como las que son producto del estímulo erótico implican un intenso flujo sanguíneo.

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