El cuerpo habla
El argentino Néstor Pitana fue elegido para dirigir la final del Mundial de Rusia. El comentarista deportivo Enrique Macaya Márquez señaló no solo su imparcialidad, sino el valor de sus gestos contundentes, precisos y capaces de ser entendidos en todos los idiomas, lo que comprobamos ampliamente. Se dice que los gestos son el idioma internacional de la humanidad. En El padrino, considerada por algunos críticos como la mejor pel ícula de todos los tiempos, el dominante don Corleone, interpretado por un estupendo Marlon Brando, decide la vida y la muerte con una casi imperceptible señal. Esa economía de movimientos, tan cara a los profesores de arte dramático, permite que una sola mirada (¿la de Clint Eastwood en el final de Los puentes de Madison?) transmita los sentimientos más profundos. La ascendencia italiana y andaluza en algunos de nosotros nos vuelve grandilocuentes. Sin embargo, todos sabemos que bastan un guiño, una cabeza que se vuelve o un escrutar de reojo para entender sin palabras una emoción ajena. Hay gente que habla de alegrías inmersa en una profunda tristeza. Pero la verdad es como el aceite sobre el agua: se nota, es imposible simularla o esconderla. El silencio es una información total, como lo es un ceño fruncido o un pestañeo casi inapreciable. Alfonsina def ine a su amante: “… sin inmutarse escucha la voz de la sirena: / mira, conoce, luego sonríe dulcemente…”. En verdad, a las palabras se las lleva el viento. Un saludo puede ser solo una inclinación de cabeza con un aire cordial; si cesa, nos alarmamos o sorprendemos. Tuve un famoso director editorial que en su larga vida laboral despidió a una sola persona. La casualidad me hizo testigo. Pasé por la puerta abierta cuando estiró su mano y pronunció una sola palabra: “¡ Váyase!”. Así f ue como cayó a llorar entre mis brazos la colega expulsada que se había declarado abiertamente mi enemiga. En toda esta anécdota existió un solo vocablo imperativo. El prestigioso antropólogo Albert Mehrabian concluyó que cuando alguien está hablando, solo se recibe el mensaje de sus palabras en un 7%, el tono de su voz transmite hasta un 38%, mientras que el máximo contenido de su alocución nos llega por su lenguaje corporal, lo que se calcula en un 55%. Se dice que con la educación aumenta la represión de las expresiones verbales. Las mujeres traducimos mejor la información no verbal del lenguaje corporal. Algunos científicos opinan que se debe a una cualidad nat ural de los cromosomas femeninos XX y otros creen que nuestra intuición aumenta al tener hijos y criarlos: nos comunicamos con nuestros bebés en un lenguaje sin palabras. Shakespare aseguraba: “Las palabras están llenas de falsedad o de arte; la mirada es el lenguaje del corazón”. ¿ Será cierto que un 10% de los conf lictos se deben a una diferencia de opinión y un 90% a un tono de voz equivocado? El lingüista estadounidense John Grinder es directo: “La tonalidad y el lenguaje corporal determinan que la palabra hola signifique un simple reconocimiento, una amenaza, una humillación o un agradable saludo”. Lo mejor es escuchar y estar atento a lo que no se dice. Alguien me comentó que tocarse el pecho con la mano derecha es un gesto fingido del sentimiento; cuando es real lo hacemos con la mano izquierda. La importancia del aspecto nos inclina a sospechar que la ropa no significa nada hasta que alguien vive adentro. Pablo Neruda define poéticamente lo que despierta una mujer solo existiendo: “De su mirada largamente verde / la luz caía como un agua seca, / en transparentes y profundos círculos / de fresca fuerza”.
“Todos sabemos que bastan un guino, una cabeza que se vuelve o un escrutar de reojo para entender, sin palabras una emocion ajena. Hay gente, que habla de alegrias inmersa “en una profunda tristeza .