Monumento a Tornquist
Hace 107 años, en julio de 1911, se inauguró el monumento a Ernesto Tornquist, en la ciudad homónima, en homenaje a un pionero de la región y uno de los hombres más poderosos del país.
A las 7 de la mañana partió de la Estación de trenes de Bahía Blanca un tren especial con 70 invitados.
Tornquist era una fiesta, con bandas, banderas y niños para recibir además otro tren, el que partió desde Constitución con familiares del homenajeado.
Tornquist había fallecido tres años antes (1908) y el monumento estaba emplazado en la plaza principal, a pocos metros del templo que él mismo donara al pueblo.
Con la llegada de los trenes, cerca de 200 personas marcharon hacia la plaza, donde decenas de escolares formaban una guardia de honor. “La mañana estaba fatal --refiere la crónica de este diario-- por la tierra y el viento. Luego del Himno, se descubrió la imagen marmórea del eminente ciudadano”. Terminado el acto, hubo un almuerzo en los coches restaurante del tren y luego todos concurrieron a la estancia Tornquist.
La estatua inaugurada muestra al empresario en una silla, en actitud contemplativa. Pocos, acaso, pueden imaginar que fue uno de los hombres más poderosos del país durante casi 25 años.
Participó de la rehabilitación del frigorífico Sansinena, fundó la empresa de sanitarios Ferrum, la Compañía Azucarera Tucumana, la Compañía Argentina de Pesca, la Refinería Argentina, el Bristol Hotel en Mar del Plata, el Plaza Hotel de Buenos Aires, la cervecería Palermo y la cristalería Rigolleau. Su poder económico lo llevó a ser protagonista en la definición de temas clave, como el tratamiento de la deuda externa y la estabilidad monetaria.
En 1992 sus restos fueron trasladados de la Recoleta a Tornquist, donde descansan a pocos metros del monumento.