Desde Tornquist hasta Esteros: cuando la frontera no es un límite
El grupo misionero del Colegio Nuestra Señora de Luján mostró —una vez más— su solidaridad en el norte.
Más allá de la frontera. Este es uno de los lemas del grupo misionero del Colegio Nuestra Señora de Luján (CNSL) que, desde hace siete años, lleva la palabra de Dios y realiza obras edilicias en el medio del monte santiagueño.
El lugar elegido por la co- munidad religiosa del CNSL es la pequeña población del Paraje Esteros, en el departamento de Alberdi, ubicada a 1.600 kilómetros de Tornquist, a 200 de la capital de Santiago del Estero y a 20 de Santos Lugares, la comunidad más cercana al lugar.
El encuentro es en la Escuela Nº 874, de nivel primario, cuya matrícula es de 22 alumnos y se encuentra en el medio del monte.
Hace siete años, la hermana Marta Allaltuni, del CNSL, tomó la decisión de empezar a misionar a Esteros porque “los caminos de Dios me llevaron hasta éste poblado”, dice siempre la religiosa.
Docentes, directivos, alumnos y exalumnos, sacerdotes, odontólogos, religiosas, gasistas, plomeros, electricistas, metalúrgicos y médicos de Tornquist y la región viajaron —intercaladamente— para compartir la fe y construir una posta sanitaria y una capilla.
Las dos edificaciones, ubicadas a unos mil metros de la Escuela 874, parecían una utopía, pero ya son realidad.
El paso de los años hizo que los pobladores de Esteros comenzaran a construir una relación que, después de siete años de misión, pasó de la amistad a la familiar.
Ranchos de adobe, burros, chanchos y cabritos deambulando los alrededores de cada precaria edificación, son una permanente postal cuando se empieza a transitar los pequeños caminos del monte santiagueño, donde las distancias entre los moradores del lugar son de varios kilómetros a la redonda.
Sin cloacas, luz y gas, los pobladores de Esteros toman el agua de lluvia (captada a través de alguna chapa co- nectada a una improvisada canaleta que lleva el agua a un barril o aljibe), del río o de la que distribuye el gobierno en distintos reservorios a través de un camión cisterna que recorre el monte.
“Nos esperan siempre con los brazos abiertos, el brasero prendido, el mate y las ricas tortillas que preparan con todo cariño para nosotros”, es la frase que se repite entre los misioneros.
La hermana Marta, junto a dos odontólogas de Stroeder (exalumnas de la religiosa), después de participar de las primeras misiones sugirieron construir una posta sanitaria, a lo que también se decidió agregar una capilla.
Con mano de obra del lugar, y con profesionales de Tornquist que viajaron en varias oportunidades, se construyeron las dos edificaciones.