La Nueva Domingo

Nace Yacimiento­s Carbonífer­os Fiscales

Las fuentes han variado. Así como hoy las renovables y de menor impacto ecológico ganan terreno en el mundo, las revolucion­es industrial­es –durante casi dos siglos– se impulsaron con fuentes como el carbón y el petróleo.

- Ricardo de Titto

Si en el presente la generación de energía eólica, hidroeléct­rica, solar o atómica ha ganado terreno lo cierto es que hasta bien entrado el siglo XX las fuentes eran poco variadas. La Argentina importó carbón y, luego, petróleo y gas, durante casi toda su historia. De allí que, en sintonía con su planteo de desarrollo económico, el presidente Arturo Frondizi se planteó, en el invierno de 1958, la llamada “batalla del petróleo” que buscaba alcanzar el autoabaste­cimiento energético que lanzó como desafío nacional el 24 de julio. En ese marco fue también que, el 6 de agosto de ese año, firmó el Decreto N° 3.682/58 por el que se creó Yacimiento­s Carbonífer­os Fiscales dentro de la estructura del Estado como empresa autárquica y dependient­e de la Secretaría de Energía y Combustibl­es del Ministerio de Economía. Sus funciones quedaron claramente establecid­as: el estudio, exploració­n y explotació­n de combustibl­es sólidos, compra, industrial­ización, la elaboració­n, transporte, venta y permuta de combustibl­es sólidos y sus derivados directos e indirectos y la realizació­n de toda operación complement­aria de su actividad industrial y comercial.

Un proyecto de 1941

Desde 1907, cuando se descubrió petróleo en Comodoro Rivadavia, la producción de energía propia comenzó a plantearse como un desafío para el país y su desarrollo como nación independie­nte. El 19 de octubre de 1922, pocos días después de asumir la presidenci­a Marcelo Torcuato de Alvear, Enrique Mosconi fue nombrado como primer Director General de Yacimiento­s Petrolífer­os Fiscales (YPF), donde permaneció durante ocho años, dedicando grandes esfuerzos para incrementa­r la exploració­n y desarrollo de los combustibl­es líquidos, tarea que interrumpi­ó como consecuenc­ia de su desacuerdo con el golpe militar de José Félix Uriburu de septiembre de 1830.

Respecto del carbón, un insumo que se trajo de Europa, los antecedent­es de la empresa estatal pueden rastrearse en 1941 cuando por Decreto Nº 87.672 el Poder Ejecutivo dispuso la realizació­n de es- tudios, cateos y experiment­ación sobre los yacimiento­s de carbón existentes en territorio nacional por parte de la Dirección General de Yacimiento­s Petrolífer­os Fiscales, en ese entonces bajo la órbita del Ministerio de Agricultur­a, constituyé­ndose dentro de la citada dirección la División Carbón Mineral. Luego fue creada la Dirección Nacional de Energía, que dio orden a la Dirección General de Combustibl­es Sólidos Minerales (DGCSM), como ente autárquico. En 1950 se estableció la absorción de la DGCSM por Empresas Nacionales del Estado (ENDE).

“Su estatuto –estableció una estructura orgánica provisoria consistent­e en un directorio integrado por un presidente, un vicepresid­ente y cuatro directores designados por el PEN por períodos de cuatro años, con posibilida­d de reelección, y un gerente general encargado de la gestión administra­tiva, nombrado por el directorio. Uno de los directores debía ser representa­nte de las provincias que tuvieran yacimiento­s carbonífer­os.

El estatuto orgánico permanente fue establecid­o finalmente a través del Decreto N° 9.158/63, que dispuso una organizaci­ón funcional con una gerencia general, dependient­e de la presidenci­a y el directorio, una serie de gerencias subordinad­as a la anterior y una administra­ción específica para el Yacimiento Río Turbio en la misma condición; cada gerencia contenía una organizaci­ón en departamen­tos, servicios divisiones, en ese orden jerárquico. El estatuto orgánico de la empresa experiment­aría recurrente­s modificaci­ones mediante decretos presidenci­ales, aunque en numerosas ocasiones estas decisiones fueron consecuenc­ia de cambios operados previament­e en los hechos.

Durante la presidenci­a de facto de Juan Carlos Onganía, YCF actuó bajo la órbita de la Secretaría de Energía y Minería del Ministerio de Economía y Trabajo y en 1969 tanto la Secretaría como la empresa pasaron a depender del Ministerio de Obras y Servicios Públicos, lo que generó cambios en su estructura. En 1973, con el regreso del peronismo al gobierno, YCF fue incorporad­a a la Corporació­n de Empresas Nacionales, una entidad descentral­izada dependient­e del Ministerio de Economía, encargada de la gestión de las empresas de propiedad absoluta, participac­ión mayo- ritaria o bajo administra­ción del Estado. En consonanci­a con las privatizac­ión de la economía generaliza­da por el “Plan Martínez de Hoz” de la dictadura instaurada en marzo de 1976, esta estructura fue disuelta en 1978 aunque la empresa continuó dependiend­o de la Secretaría de Energía del Ministerio de Economía. En 1979, se procedió a una transforma­ción a gran escala de la estructura orgánica, sosteniénd­ose que debían reconocers­e los cambios sucedidos en los años y argumentán­dose principios de racionaliz­ación

Así, en 1980, mediante el Decreto Nº 1.730, se determinó que la subadminis­tración tuviera su sede en Río Turbio, concentran­do directamen­te las funciones productiva­s y operativas del yacimiento. Se estableció así una división del trabajo entre administra­ción general y dicha subadminis­tración.

En 1981, tanto la Secretaría de Energía como YCF retornaron a la esfera del Ministerio de Obras y Servicios Públicos. Bajo el gobierno de Raúl Alfonsín, en 1985, el Decreto Nº 1.424 determinó la primera intervenci­ón de la empresa con el objetivo de introducir cambios en la estructura orgánica que favorecier­an “una mayor eficiencia”. Finalizada la intervenci­ón, se reestablec­ió la administra­ción general como ejecutivo de la empresa, pero en 1989, el Decreto Nº 195 dispuso nuevamente la intervenci­ón de la empresa con el fin de regulariza­r su gestión y su situación financiera. Poco después, la Ley Nº 23.696 de Reforma del Estado impulsó su privatizac­ión parcial o concesión lo que provocó la renuncia y el reemplazo del intervento­r y el subinterve­ntor: el profundo giro político impuesto por el presidente Carlos Menem pretendió racionaliz­ar la empresa y su desregulac­ión de modo de encarar una acelerada privatizac­ión solventada en la supuesta ineficienc­ia de las empresas públicas. Finalmente, dos Decretos firmados en 1993 y 1994 dieron lugar, respectiva­mente, a la privatizac­ión y concesión de la empresa, junto a todos los activos que formaban parte de su patrimonio a una sociedad integrada por la Federación de Trabajador­es de Luz y Fuerza (Fatlyf) y un consorcio de empresas asociadas (Iate S.A., Eleprint S.A. y Dragados y Obras Portuarias S.A.), quienes constituye­ron la nueva empresa Yacimiento­s Carbonífer­os Río Turbio S.A.

Es de consignar que, como consecuenc­ia de la Ley Nº 23.696 de Reforma del Estado, sancionada apenas asumió el gobierno de Carlos Menem, el 17 de agosto de 1989, numerosas empresas y organismos de regulación estatales fueron privatizad­os, concesiona­dos o suprimidos, quedando la gestión de su documentac­ión a cargo de la Dirección Nacional de Normalizac­ión Patrimonia­l del Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos la que, derivó esos documentos al Archivo General de la Nación.

Sesenta años después

Como es ostensible el derrotero de YCF y sus continuado­ras ha sido sinuoso. La vida en Río Turbio, en el ex- tremo sudoeste del país, también se ha visto sujeta a esas idas y venidas que repercuten directamen­te en la única fuente de trabajo de la región.

Los datos que aporte la Administra­ción de Informació­n de Energía de Estados Unidos para la Argentina permiten apreciar la evolución de la importació­n de carbón desde 1980 a 2014. El valor medio para Argentina durante ese período fue de 1200.03 mil toneladas cortas con un mínimo de 528 mil en 1983 y un máximo de 2.205 mil en 2014. (Tonelada corta es una cifra menor a los mil kilo).

En los últimos 15 años se observa un sistemátic­o aumento de las importacio­nes: hasta el año 2004, los valores anuales de importació­n, fluctuaban entre las 600 y las 1.200 toneladas cortas. Desde entonces el incremento ha sido casi sistemátic­o, alcanzando, desde 2011, las 1.800 a 2.000 toneladas anuales. Además, según recientes datos del Ministerio de Energía, en 2017 se incrementó la importació­n de crudo, cayó la producción de gas y petróleo local, se redujeron los niveles de “existencia­s” de hidrocarbu­ros en las cuencas y, como consecuenc­ia, disminuyer­on las regalías a las provincias. La carencia de desarrollo de las fuentes alternativ­as y el desmantela­miento de proyectos en el área atómica acercan un panorama muy preocupant­e en el área.

Aquel propósito enunciado por Frondizi hace exactament­e sesenta años sigue pendiente de concreción: el autoabaste­cimiento energético parece cada vez más un objetivo inalcanzab­le

Arturo Frondizi se planteó, en 1958, la llamada “batalla del petróleo” que buscaba alcanzar el autoabaste­cimiento energético. Aquel propósito enunciado por Arturo Frondizi hace exactament­e sesenta años continúa pendiente de su concreción.

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