El barrio Rucci convive con sus problemas desde hace 40 años
Alrededor de 2.500 personas viven en apenas 8 manzanas y sufren inconvenientes similares. Calles y veredas en mal estado, muchas veces con agua estancada, y la inseguridad son temas que se repiten entre los vecinos.
El barrio Rucci no es un barrio más en Bahía Blanca. Alrededor de 2.500 personas viven en apenas 8 manzanas, que se finalizaron hace exactamente 40 años.
Y las problemáticas están a flor de piel. De algunas se hace eco la sociedad de fomento, que es presidida por Jorge Schneider, y otras se perciben ni bien se ingresa a ese rectángulo que conforma el predio.
Desde la falta de seguridad –en ese lugar se produjo uno de lo hechos policiales más conmocionantes de este año, como fue el asesinato en abril de Agustina Bustos-- hasta el desborde de cloacas hacen que las quejas sean recurrentes.
“En Emilio Rosas hicieron un bulevar de doble circulación, pero hasta calle México nomás, cuando la sugerencia nuestra era hacerlo llegar hasta Ecuador, donde están los desagües pluviales. Ya sabíamos lo que iba a pasar: to- do el agua que viene queda estancada a lo largo de México hasta Arias. Cuando llueve ese sector se hace intransitable por varios días”, reco- noció Schneider consultado sobre quejas puntuales de vecinos que sus monoblocks dan a esa arteria.
En otras calles de las inmediaciones se vive un panorama similar, de manera que el aspecto de salubridad deja mucho que desear, pese a las periódicas peticiones de los vecinos, quienes suelen recurrir a los medios de comunicación para hacer conocer las desagradables condiciones en que deben movilizarse.
El barrio fue inaugurado el 20 de marzo de 1976, cuando se hizo entrega de las viviendas de la primera etapa. Recién en 1978 se completó el plan, aunque con modificaciones al proyecto original (por ello, cuenta Schneider, se construyeron monoblocks más bajos y de menor capacidad habitacional).
Precisamente, la zona está compuesta por un complejo de departamentos de hasta 4 dormitorios ubicado al reparo de una larga hilera de añejos árboles que lo separan de un camino empedrado y un vasto sector descampado. En la recorrida de “La Nue
va”., el inconveniente del agua vuelve a ponerse en el tapete en Piedrabuena.
“Allí hay permanentemente. Hace 30 años que vivo aquí y desde esa época que hay pérdida y no sabemos de dónde viene, porque es un sector bajo”, señaló Schneider.
Aunque los habitantes del lugar reconocen que el pa- trullaje policial es más intenso en los últimos meses, luego del crimen de Agustina, algunos se quejan de los peligros que se corren luego del anochecer.
“En algunos lugares, el alumbrado público es precario y muchas calles son oscuras y peligrosas, dándole ventajas a los delincuentes”, esgrimió Jorge, propietario de un departamento en el monoblock 30.
“El alumbrado se mejoró un poco con la poda de árboles. Las luces funcionaban, pero eran tapadas por las ramas. De todos modos, notamos que la policía permanentemente recorre y esa barrita de chicos que se juntaban aquí ya no están”, esgrimió el presidente de la so-
“En algunos lugares, el alumbrado público es precario y muchas calles son oscuras y peligrosas, dándole ventajas a los delincuentes”.
“Cuando las cloacas se desbordan o se tapan, ABSA viene y destapa en las bocas de las esquinas, pero no en las casas particulares”. ciedad de fomento.
“En la canchita, al atardecer, un grupo se junta a inhalar pegamento. Eso lo vemos todos”, refutó Claudia, quien prefirió el anonimato por su seguridad.
Por el estado de las calles, a los habitantes no sólo se les complica movilizarse en automóviles sino también a pie, ya que hay ausencia de veredas en buen estado (rotas por las raíces de los árboles) y en ellas también prolifera la basura.
Precisamente, al ser consultados sobre la prestación del servicio de recolección los vecinos reconocen que “pasan diariamente, pero cuando les pedimos que vengan a recoger algunos residuos como ramas y tierra -producto de la limpieza de espacios verdes- no responden al llamado y quedan en el lugar por mucho tiempo”.
“Que alguien le diga a Héctor que me preste una 4x4”, grita un vecino luego de buscar a su hijo en la escuela 30 Fray Luis Beltrán, ubicada en México y Sáenz Peña.
Y da paso a otra problemática: la escasa mantención que tienen las calles internas del barrio.
“Es la cuadra más comprometida por los baches que se formaron, pero no es la única. La gran mayoría está así”, reconoció Schneider.
El barrio cuenta con todos los servicios, pero el incremento del agua se sintió más que en otros lugares de nuestra ciudad, ya que el Rucci tiene una cisterna que alimenta a todo el barrio.
“Le hicimos muchísimos pedidos a ABSA, porque nos trae el agua hasta la cisterna. Y la elevación al tanque y la posterior distribución corre por cuenta de los consorcios de vecinos. Entonces, además del gasto de agua, también pagamos electricidad para subirla al tanque y luego bombearla a cada casa. Y todo lo que se rompe es nuestra responsabilidad”, contó Schneider.
Y un vecino, Oscar Ortiz, agregó que algo similar sucede con las cloacas.
“Cuando se desbordan o se tapan, ABSA viene y destapa en las bocas de las esquinas, pero no en las casas particulares. Por lo que cada vecino se tiene que hacer cargo de ello contratando una empresa privada”.