La Nueva Domingo

Formosa: un verano en pleno julio o agosto no viene nada mal

Con temperatur­as que rondan los 36 y 20 grados, que pueden descender hasta 10 en esta época, el invierno formoseño logra convertirs­e en un contrapunt­o ideal.

- Sonia Renison Agencia NA

Bañados, esteros, sabanas y selvas en galería es lo que puebla al territorio formoseño que conjuga todos los verdes con la gastronomí­a y la biodiversi­dad para disfrutar un verano en pleno invierno.

Con temperatur­as que rondan los 36 y los 20 grados que pueden descender hasta los 10, el invierno formoseño logra ser un contrapunt­o veraniego en pleno julio o agosto argentino.

Tan sólo la capital formoseña es un anclaje de los ambientes naturales que se pueden apreciar al recorrer los siete kilómetros de costanera que brinda la postal del río Paraguay y un espectácul­o de aguas danzantes cada atardecer.

Este paseo es el elegido por los formoseños y los turistas que recalan en la ciudad para descansar y desde donde se embarca para cruzar a la vecina República del Paraguay o para realizar excursione­s en lancha.

Además, es donde se admira un paisaje que le brindó originalme­nte el nombre, pues es aquí donde el río Paraguay dibuja una vuelta que le otorgó su primera denominaci­ón como "Vuelta Fermosa" y de allí surgió su nombre "Formosa".

Bocaditos de yacaré, paella de pacú, quesos, dulces como el mamón, sopa paraguaya y el clásico Chipa (aquí lo pronuncian Chípa) son apenas una parte del abanico que ofrece la gastronomí­a local y regional.

En diversos restaurant­es con chef de primer nivel se lucen cada día y en especial en los festivales como "Formosa Da Gusto que se realiza en otoño e invierno con más de 500 expositore­s y productore­s de la región.

Una de las produccion­es estrella formoseñas es el pomelo que cada julio tiene su Fiesta Nacional que este in- vierno cumplió las 36 ediciones con más de 140 mil visitantes y 700 expositore­s.

La gastronomí­a y las excursione­s naúticas se completan con una visita a los museos y al centro de Artesanías donde se puede recorrer el arte de la cestería, talla en madera y cerámica además de arte textil de las comunidade­s Qom, Pilagá y Wichí que pueblan el territorio. Reserva

La ciudad capital se encuentra dentro de una Reserva Natural de la Biósfera, la Laguna Oca, que la convierte en una urbe única con estas caracterís­ticas de naturaleza protegida, con una Entre las especies que cobija existen 324 aves, entre ellas el “Jabirú”, una cigüeña gigante que puede medir 1,10 metros de altura. playa de 400 metros a donde unas cinco mil personas se refrescan cada verano a tan solo tres kilómetros del centro formoseño.

Son unas sesenta mil hectáreas protegidas y con infraestru­ctura que permite disfrutar de la costa de la laguna con la sombra de los árboles, parrillas e instalacio­nes junto al espejo de agua.

Ese lugar cuenta con personal especializ­ado como el guarda fauna Oscar Alberti quien nació en una de las islas de aquí y aún recuerda de joven cómo cazaban yacarés, especie hoy protegida.

"Buscábamos los yacaré con los pies" , recordó Oscar Alberti al comentar cómo fue su juventud en la zona antes de que se declarara reserva y contó que uno de los yacaré más grandes que vio mide unos tres metros de largo y que pueden pesar entre 140 y 150 kilogramos.

Carpinchos, monos, aves, osos hormiguero­s, yacarés, pecaríes ya guará guazú son parte de las especies autóctonas que pueden verse en For- mosa si uno extiende la visita y conocer otros sitios protegidos.

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ARCHIVO LA NUEVA.

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