Terminal Arizu
Hace 48 años, en agosto de 1970, la Municipalidad definió cual sería la ubicación apropiada para la nueva (y necesaria) terminal de ómnibus.
Respuesta directa al crecimiento urbano, la comuna elaboró un amplio Plan de Desarrollo Urbano, donde incluyó el emplazamiento ideal para la terminal de media y larga distancia, una carencia que ya generaba severos conflictos a la ciudad.
Se trataba de un terreno de 19.300 metros cuadrados, ocupado por el edificio de la abandonada Bodegas Arizu, con frente sobre la avenida Cerri y delimitado por las vías ferroviarias y las calles Chiclana y San Luis. El lote exigía ser expropiado a tres propietarios: Arizu, García Reviriego y Montalbán. Esa sola situación ya daba cuenta de la compleji- dad de la decisión.
Definida la ubicación, el intendente Gustavo Perramón Pearson remitió la documentación al ministro de Obras Públicas bonaerense, “para que considere el gobierno su construcción”. Según el jefe comunal, “la magnitud de la obra y su carácter regional” eran sobrados mo- tivos para que la Provincia “realice la obra o preste ayuda financiera”. Es decir que todo estaba fuera de los recursos del municipio.
En cuanto al emplazamiento sugerido, los técnicos resaltaron su “inmejorable proximidad” a la estación ferroviaria y al área central de la ciudad y la posibilidad de “crear una fuerte imagen arquitectónica urbana”. También se indicó que era apropiada “para que se radique allí un centro comercial y hotelero rentable”. Es decir que el proyecto era, cuanto menos, muy ambicioso.
Como dato complementario, el municipio informó que el movimiento diario de micros era de 318 unidades cada día, los cuales llegaban, por entonces, a las terminales de 19 de Mayo 41 y Gorriti 48.
El proyecto nunca pasó de ese carácter.