La Nueva Domingo

El oeste catamarque­ño presenta un paisaje único para disfrutar.

El oeste catamarque­ño, donde se concentran algunos de los picos más altos de América, ofrece uno de los recorridos más famosos.

- Sonia Renison

La provincia de Catamarca en el norte argentino, ofrece los secretos ancestrale­s de una tierra que dibuja la “Ruta de los Seis miles”, por los picos más altos del territorio y un sinfín de atractivos entre la historia, la arqueologí­a y los ponchos.

Es en el oeste catamarque­ño donde se concentran algunos de los picos más altos de América, uno de los cuales, ofrece uno de los recorridos más famoso, el Balcón del Pissis, un volcán de 6882 msnm, y al que se accede con guía especializ­ado.

Tan sólo el camino que conduce a esta región por la Ruta Nacional 60, el paisaje ofrece los colores de los minerales de las montañas en combinacio­nes plenas de verdes, ocres y rosados que se admiran en la Quebrada de Las Angosturas.

Desde Fiambalá y Tinogasta se llega hasta Chile, donde además en el Paraje Las Cortaderas, existe un hotel solitario con diseño exclusivo y con todas las comodidade­s a donde recalan los viajeros y turistas que emprenden estas travesías.

Estas dos localidade­s es- tán unidas por un recorrido histórico que despliega la Ruta del Adobe, en cincuenta kilómetros donde la arquitectu­ra colonial se admira en edificios reconstrui­dos y emblemátic­os.

El adobe se confeccion­a con barro, paja y estiércol y los muros alcanzan hasta un metro de ancho y se pueden conocer en este circuito turístico donde desde oratorios hasta antiguas casonas contienen la historia de tres siglos.

En el paraje Anillaco (homónimo del pueblo riojano), la Iglesia Nuestra Señora del Rosario tiene hasta el atrio de adobe y en la entrada de Fiambalá se encuentra otra Iglesia que es monumento Histórico Nacional, junto a la Bodega Don Diego.

En Tinogasta, existe un autocampin­g con piscina de grandes dimensione­s y que entre otros atractivos para la familia tiene un laberinto diseñado en un cañaveral y un pueblo en adobe hecho en miniatura.

La curiosidad de este pueblo en miniatura es que la Iglesia reza el Padre Nuestro en Quichua.

En la cima de la montaña, está el Complejo Termal La Aguadita que disfrutan locales y turistas de la región mientras que en la vecina Fiambalá, la oferta termal es conocida a nivel internacio- nal por desplegar catorce piletones que acompañan el desnivel de la montaña con distintas temperatur­as.

En el centro del pueblo, una de las casonas más antiguas es la Casona Del Pino que perteneció a un ex presidente argentino de la década del 30 hoy convertida en hospedaje y rodeada de cultivos de olivos y vides.

Los vinos catamarque­ños integran el nuevo mapa vitiviníco­la argentino y en especial, en la Finca Las Retamas, el mendocino Carlos Arizu, uno de los apellidos pioneros en el desarrollo del vino, ofrece cada abril, una cosecha manual a la luz de la luna con la que se elabora el vino "Plenilunio", de uva Biodinámic­a, es decir, sin aditamento­s, más que orgánica.

La cosecha es un clásico y se convirtió en una fiesta popular con espectácul­os musicales y celebració­n de la Pachamama.

Cerca, las dunas de Tatón tomaron dimensión durante seis ediciones del rally Dakar que pasó por aquí.

Son un paisaje único con alturas de hasta sesenta me- tros de un desierto de arenas blancas especial para practicar samboard, el deslizamie­nto con una tabla por la pendiente de los médanos.

Capital

La fisonomía de San Fernando permite desarrolla­r diversas actividade­s, desde paseos comerciale­s y visitas culturales hasta actividade­s como trekking, pesca y mountain bike.

Además conserva diversos circuitos religiosos, históricos y arqueológi­cos.

La ciudad resguarda edificios con un gran valor histórico que surgieron en el proceso de urbanismo de la ciudad.

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