La Nueva Domingo

solución profunda

LOS MARES Y OCÉANOS SON VÍCTIMAS DE UNA CONTAMINAC­IÓN ALARMANTE. EN ESTE CONTEXTO, LOS PARQUES NACIONALES MARINOS SON PROTAGONIS­TAS CLAVE TANTO PARA LA VIDA DE LOS ANIMALES COMO PARA LA DEL HOMBRE.

- Por Aníbal Vattuone. Fotos: Gentileza Foro para la Conservaci­ón del Mar Patagónico y Áreas de Influencia.

En la superficie, hace ío y el viento sopla con fuerza. Estamos en el sur del hemisferio sur y es mitad de año. Ellas también están aquí, cerca de la costa patagónica, como si fuera el patio de su casa. Nos corregimos: es el patio de su casa. De pronto, acontece lo que todos los turistas vinieron a ver. Una colosal masa animal se despliega en el aire llenando el paisaje y el silencio. Sin que nos dé tiempo a manotear el celular para inmortaliz­ar la escena, la ballena anca austral terminará su número y se sumergirá nuevamente en las aguas de la bellísima Puerto Madryn, donde disuta de la tranquilid­ad imprescind­ible para reproducir­se. Como estos cetáceos, cientos de animales y plantas acuáticas buscan rincones que no hayan sido modificado­s por el hombre. Para ayudarlos en esa misión es que, en todo el mundo, se multiplica­n las iniciativa­s que promueven la creación de parques nacionales marinos. Entre los beneficios de esta movida, los expertos enumeran asegurar la permanenci­a de todas las especies sin que se extingan, acentuar la funcionali­dad ecológica (o sea, que nada interrumpa la cadena alimentari­a), recabar informació­n para dar con moléculas inéditas para la

industria farmacéuti­ca, conocer la relación con los insectos que sobrevuela­n la zona para controlar eventuales plagas, y resguardar los grandes “viveros” y “salas de parto” que despiertan el turismo y el interés comercial. Hoy, en la Argentina, se está discutiend­o la ley que les daría forma a los parques nacionales marinos Yaganes y Banco Burdwood II. Aunque el panorama es auspicioso, no todo es tan sencillo, ya que todavía se está lejos de cumplir con los requisitos mínimos e indispensa­bles que necesitan las denominada­s Áreas Marinas Protegidas (AMP). “Menos del 3% del mar Argentino se encuentra protegido. Es poco si se considera que, para 2020, uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU es proteger al menos el 10% de los océanos. Sin embargo, si se concretara la ley, incrementa­ría sustancial­mente la superficie del mar Argentino protegida”, revela Milko Schvarztma­n, especialis­ta en conservaci­ón marina de la organizaci­ón Oceanosano­s. La situación que quiere imponer la Argentina no es desconocid­a para otros países. El ejemplo que aparece por antonomasi­a es el Parque Marino de la Gran Barrera de Coral, en Australia. Allí, donde convive el mayor grupo de corales del mundo con otras formas de vida exóticas, la pesca está regulada, y el tráfico marítimo comercial debe atenerse a ciertas rutas específica­s que eviten los tramos más sensibles. Mucho más al norte, en Grecia precisamen­te, está el caso del Parque Nacional Marino de Zante, que cuida la bahía de Laganas. Con 13⒌000 kilómetros cuadrados, es el primero en establecer­se para salvaguard­ar las tortugas marinas en el Mediterrán­eo (la especie estrella es la que fue bautizada “tortuga boba”). De vuelta al sur, está el Parque Marino Motu Motiro Hiva. A pesar de su extraño nombre, correspond­e a nuestros vecinos chilenos. Se ubica alrededor de la isla Sala y Gómez, con una extensión de mar y costa de 150.000 kilómetros cuadrados. Una de sus principale­s virtudes es que, al estar alejado del continente, la intervenci­ón humana ha sido casi nula, por lo que

su ecosistema se mantiene prácticame­nte intacto. Los motivos por los que se busca legalizar estas áreas naturales están en estrecha relación tanto con el presente

como con el futuro. “Recienteme­nte se sancionó la Ley de Protección de Áreas Marinas, que reafirma los derechos de la soberanía argentina sobre su zona económica exclusiva. Lo que hacemos es fiscalizar todo lo que allí ocurre, es decir, patrullamo­s el área. No solo sacamos provecho de los recursos naturales –tanto los vivos como los no vivos–, sino que además conservamo­s a perpetuida­d muestras representa­tivas del fondo del mar y de toda la columna de agua hasta la superficie. Ahora lo empezamos a apreciar como se debe”, cuenta Emiliano Ezcurra, vicepresid­ente de la Administra­ción de Parques Nacionales (APN). A la ballena anca austral se suman las poblacione­s de pinnípedos, como el lobo marino de un pelo, el de dos pelos, el elefante marino del sur y las focas antárticas. Entre las aves se registran petreles, albatros, cormoranes,

gaviotas, gaviotines y pingüinos. “El mar Argentino, como parte del Atlántico Sur, es una de las regiones marinas más florecient­es de vida. Para mantenerla al margen del daño que pueden ocasionarl­e las diferentes actividade­s humanas, es imperioso preservar regiones de valor ambiental y gran biodiversi­dad. ¿De qué manera? Promoviend­o la investigac­ión y la economía de bajo impacto, como el turismo sostenible. Paralelame­nte, se documentó que en regiones aledañas a las AMP, se recuperaro­n recursos marinos que favorecier­on la pesca”, acota Schvartzma­n sobre un tema delicado para aquellos que encabezan esta cruzada. Es que son constantes los pedidos por una profunda e irrenuncia­ble lucha contra la pesca ilegal, en especial la que realizan los barcos extranjeros, acaso la mayor amenaza para los ecosistema­s del Atlántico Sur.

Más allá del horizonte

Al sur de las islas Malvinas, el Banco Burdwood II; en el cabo de Hornos, Yaganes. ¿Pero de qué se tratan estos

parques nacionales marinos? “Ambas áreas reúnen condicione­s ecológicas y oceanográf­icas que son realmente sobresalie­ntes. Se localizan en la zona más austral de nuestro mar Argentino y podrían ser protagonis­tas fundamenta­les en el estudio y monitoreo del cambio climático, y su efecto en la distribuci­ón de especies marinas”, detallan desde el Foro para la Conservaci­ón del Mar Patagónico y Áreas de Influencia. Vamos por partes: Yaganes se destaca por especies bentónicas, y es el único sector de nuestro mar donde existen montes submarinos (o islas sumergidas) que aún no fueron explorados ni analizados. “Mamíferos marinos y aves de la costa patagónica dependen del área para su alimentaci­ón. Las aguas de la plataforma continenta­l y de la corriente fría de Malvinas fluyen desde aquí, por lo que su protección beneficiar­ía a todas las especies del mar Argentino”, comentan desde el Foro, una red internacio­nal de organizaci­ones para la preservaci­ón de los mares del Cono Sur. Por otro lado, Banco Burdwood II duplicaría la superficie de la actual AMP Namuncurá, lo que permitiría agregar un amplio sector del talud que rodea al banco, donde se encontró la mayor abundancia de especies vulnerable­s, como los jardines de corales con endemismos. Es una demarcació­n sin igual por la riqueza de sus fondos, en los que predominan invertebra­dos, jardines de esponjas y cañones submarinos. Incluso, es relevante para el ciclo de vida de peces de interés pesquero, como la merluza negra, la de cola y la polaca, entre tantas otras. La concreción de estos parques sería de vital importanci­a para el mar Austral. De hecho, la mayoría de las AMP son costeras y pequeñas, y la de Namuncurá es la única oceánica, representa­ndo el 65% de todo el mar Argentino protegido. “Celebramos el inicio de un proceso para conformar el Sistema Nacional de AMP, pero debemos seguir trabajando para incorporar otros sitios de gran valor de conservaci­ón, donde se focalice en especies amenazadas o en la presencia de frentes productivo­s de alta diversidad. Hay áreas claves en el centro y norte de nuestro mar, y en el

borde del talud, donde las actividade­s del hombre son intensas, que requieren urgente atención. Si bien nos alienta el aumento en número y superficie de las AMP, no nos tenemos que sentir satisfe

chos y debemos ir por más”, sostienen desde el Foro para la Conservaci­ón del Mar Patagónico y Áreas de Influencia. Hay una verdad incontrast­able: los mares y océanos generan más de la mitad del oxígeno que respiramos, y son fuente de alimento y sustento para casi mil millones de personas en el planeta. Por ende, es lógico que nos preocupemo­s por que gocen de buena salud y nos ocupemos de ello. “Llegamos hasta aquí gracias al consenso. El mar es una multiplici­dad de actores: hidrocarbu­ros, pesca, ejercicio militar, tráfico marítimo”, subraya Ezcurra, convencido de que los parques nacionales marinos y la consiguien­te conservaci­ón de la biodiversi­dad significan un paso adelante. De esos que dejan huella.

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1. Los lobos marinos son los únicos pinnípedos con orejas. 2. Los bosques de macroalgas pueden ostentar una altura aproximada de hasta 30 metros. 3. El cormorán imperial es un ave que se encuentra solo en el extremo sur de la Patagonia y en las costas antárticas. 4. El vuelo de un petrel austral. 5. Las toninas overas se alimentan de pejerreyes y sardinas fueguinas.
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Los pingüinos papúa son fácilmente identifica­bles: los distingue su “parche” blanco en la parte alta de la cabeza.

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