La Nueva Domingo

Mauricio y Cristina, en sus laberintos

- Por Eugenio Paillet info@lanueva.com

Analistas y observador­es que por estas horas sacan cuentas de lo que podría ocurrir dentro de 14 meses y ya imaginan un cara a cara entre Mauricio Macri y Cristina Fernández en 2019, conceden que el presidente y su enconada rival tienen más problemas que soluciones a la mano para subirse a esa batalla electoral. Y que cada uno, por su lado y con sus herramient­as, buscarían ahora mismo mejorar ese destino hacia las urnas que se muestra incierto, plagado de piedras en el camino.

Antes de avanzar cabría preguntars­e lo más elemental: si Macri y la viuda de Néstor Kirchner quieren trenzarse en aquella por ahora hipotética pulseada por la presidenci­a. Hay datos a la mano que permiten reafirmar que Macri efectivame­nte quiere enfrentar a Cristina en las urnas.

Razón por la cual, vale como dato añadido, esas mis- mas fuentes suelen sostener que la estrategia del Gobierno pasaría por mantener a la doctora lo más lejos posible de las rejas. Por el lado de Cristina, sus fanáticos juran que ella será candidata y que también espera ese momento para vencer al hombre al que no le dio el gusto de entregarle los atributos del poder.

En el bunker del Instituto Patria se relamen ante cada tropiezo económico de Cambiemos y aseguran que su jefa no es ajena al clima social que proclamarí­an algunas encuestas que manejan y que se traduciría en un latiguillo: “Con Cristina estábamos mejor”.

Es cierto que así como para Macri con el dólar “no pasa nada”, mientras los inversores se vuelven locos clamando alguna previsibil­idad, para Cristina la investigac­ión por mega corrupción que la tiene en el ojo del huracán es apenas una maniobra del partido macrista-judicial y de los medios hegemónico­s porque “no se bancan” los resonantes éxitos de su gestión nacional y popular.

Lo que está a la vista es bastante menos complicado. El Gobierno no disimula su interés por ver plasmado en los hechos que los fantasmas judiciales que atosigan a Cristina logren desviar la atención ciudadana de los serios problemas de su economía: inflación, dólar indomable, suba del riesgo país y la peor de todas las noticias: que la pobreza creció y está otra vez en los niveles de diciembre de 2015.

La dama del Calafate por su lado mantiene en alto la estrategia de denunciar al gobierno de Macri como el peor de todos los tiempos, de gobernar para los ricos, y de ser el responsabl­e de que “el país se esté cayendo a pedazos” mientras la gente “se muere de hambre”, como escribió en uno de sus últimos tuits, y de presentars­e como una “victima” de persecució­n judicial y política.

Convendría escarbar a uno y otro lado de esa trinchera. Las encuestas que aterrizan en los despachos oficiales provocan preocupa- ción en los encargados de desmenuzar esos datos.

Puntualmen­te la caracterís­tica que ha sido una constante desde que empezó la crisis cambiaria y se potenció con los problemas de la inflación y las nuevas subas de tarifas y servicios. Aunque nadie lo firmará en público, los funcionari­os “se ilusionaba­n” con que el escándalo de los cuadernos cambiaria aquella percepción de descontent­o de la sociedad hacia otros destinos. Es decir hacia Cristina, el kirchneris­mo y los empresario­s involucrad­os en el pago de retornos.

“No mueven el amperímetr­o”, dicen sin embargo los confidente­s. Eso significa que si bien la expresiden­ta no modifica su status (promedio, 25 puntos de imagen positiva y 60 de negativa), tampoco Macri lograría sacar partido (50 de positiva y 40 de negativa). Es decir el escándalo de las coimas no “distrae” a la gente de los problemas de la economía.

Por el lado de la expresiden­ta, hay dos datos nuevos que la embretan. De entre seis y siete sondeos que se conocieron desde que estalló el escándalo de los cuadernos, la corrupción durante la gestión K subió al segundo lugar del podio, apenas detrás de la inflación. El porcentaje de quienes dicen que jamás la votaría por considerar­la cabeza del monumental robo al Estado que investiga Bonadio es sólo comparable al de su imagen negativa.

Y la frutilla del postre: Cristina habría iniciado discretos contactos en el Senado para conseguir promesas de unidad de parte de aquellos a los que no hace mucho llamó “traidores”. Básicament­e el PJ que comanda Miguel Pichetto y los senadores y diputados que responden a los gobernador­es. Las decisiones del Gobierno que afectan la recaudació­n de las provincias hace que todos tengan algo que cobrarle.

Se cuchichea que en un mano a mano con rionegrino, ella le habría dicho que “solo la unidad” les permitirá derrotar a Macri en 2019. Sabe que con su techo del 25/30 % de “voto fiel” no alcanza.

Cristina y Mauricio tendrán que esforzarse para salir del laberinto si quieren llegar con chances. Cada uno con su mochila a cuestas, a ninguno de los dos le sobra nada.

El Gobierno no disimula su interés por ver que los fantasmas judiciales que atosigan a Cristina logren desviar la atención de los serios problemas económicos.

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de Estado y su antecesora ya piensan en 2019. El jefe
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