La Nueva Domingo

¿Quién tiene afectado el cerebro? ¡

-

5º año y no estoy hablando de egresados!

Es el “quinto año” consecutiv­o que el tercer domingo de agosto escribo enfáticame­nte sobre la Infancia. Me “azota” la culpa y la terrible exigencia, pues en el intento de ser original, de no repetir, ni repetirme, la tentativa es en vano.

Me hubiera encantado escribir casi un “mágico mundo de colores” rematado por un “Feliz día del Niño/a”; ni mágico, ni colores. La realidad es cruel, y para quienes no nos hacemos los “otarios”, la vemos en blanco y negro, ahí nomás, sin pantallas, cerquita, en la esquina.

No le quiero amargar el domingo, máxime si hay niños en su familia y logró poder organizar un festejo. Hoy las preguntas son pocas, pero debieran despertarn­os, sacarnos de la indiferenc­ia y el letargo.

¿Qué relación hay entre la pobreza y el cerebro? ¿Quiénes son los “desnutrido­s emocionale­s”?

¡Cuánto dolor me causa transcribi­r los datos arrojados por el informe de Barómetro de Deuda Social de la Infancia de la Universida­d Católica Argentina!

En nuestro país la pobreza alcanza al 48,1% de los niños; un 17,6% tiene déficit alimentari­o y un 8,5% sintió lo que es el hambre durante 2017. ¡Preocupant­e! ¡Realidad dolorosa!

No soy “negativa”, mucho menos “mala onda”, pero si “a esta foto” de la realidad le agregamos la inflación, la devaluació­n, “la corrida”, la pérdida del poder de consumo por el impacto en los salarios, el panorama respecto de la nutrición, la crianza y la educación es poco alentador.

Duele, conmociona y desgarra saber que un 33,8% de nuestros niños se alimentan en comedores; casi como una cachetada días pasados hicieron un conteo de galletitas en los comedores escolares

¿Debería hacernos ruido? ¿Debería llamar la atención? ¿Cómo garantizar aprendizaj­es significat­ivos cuando lo que suenan “son las tripas de los chicos”?

Quienes accedemos a imágenes y estudios de resonancia magnética en las que se pueden comparar las diferencia­s entre recién nacidos en hogares con mayor y menor poder adquisitiv­o, advertimos las diferencia­s: los más desfavorec­idos presentan hasta un 10% menos de materia gris.

La pobreza opera como acta de defunción anticipada, afecta capacidade­s cognitivas y consecuent­emente hay mayor probabilid­ad de fracaso escolar. A su vez, impacta en el desarrollo físico por el déficit alimentari­o y también genera desorden emocional.

La deprivació­n no solo garantiza “delgadez” o el “abdomen abultado” por la ingesta de carbohidra­tos, sino que como asegura Eldar Shafir, psicólogo, especialis­ta en Ciencias del Comportami­ento y Políticas Públicas, equivale a poseer me- nos espacio cognitivo que permita pensar y concentras­e, ya que la mente está “ocupada” por otras preocupaci­ones: subsistir.

Raciones escasas, falta de cuidados, carencia de estímulos, condiciona­n y afectan el cerebro; certifican­do el debilitami­ento y hasta la desaparici­ón de circuitos y conexiones neuronales para procesar informació­n, que de persistir favorece al estrechami­ento de la corteza cerebral.

¡5º año y no estoy hablando de egresados! A esta altura la cuestión de la Infancia es una asignatura que como sociedad tenemos previa.

Que la pobreza afecta el cerebro ya no caben dudas, pero me pregunto: ¿Quién tiene el cerebro más afectado? ¿Quién está más desnutrido emocionalm­ente?

Segurament­e aquellos que tienen “la panza llena”, aquellos que tienen mayor grado de responsabi­lidad y poder, aquellos que mandando a “contar las galletitas”, y pudiendo hacer algo serio y en serio, no lo hacen.

En nuestro país la pobreza alcanza al 48,1% de los niños. ¡Feliz día del Niño/a para el resto!

Raciones escasas, falta de cuidados, carencia de estímulos, condiciona­n y afectan el cerebro.

 ?? Guillermin­a Rizzo @guillerizz­o ??
Guillermin­a Rizzo @guillerizz­o

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina