La Nueva Domingo

El país. Fenomenal crisis de confianza

- Por Eugenio Paillet info@lanueva.com

Voces que se escuchan en el oficialism­o y la oposición coinciden en un punto: este es el momento más difícil y dramático que ha tenido que atravesar Mauricio Macri desde que llegó al poder. El problema es que a la monumental crisis de confianza que provocó aquella primera corrida bancaria de abril, que terminó de explotar esta semana y que llevó a un ministro a decir que "Hagamos lo que hagamos, la gente no nos cree", ahora se plantearía hasta una crisis de liderazgo.

Es lo que ha pasado con los fuertes cuestionam­ientos internos a Marcos Peña, que es como cuestionar al propio Macri. Se pueden entender los embates desde la oposición o de los economista­s que no comulgan con el Gobierno. Pero en este caso los que piden la cabeza del Jefe de Gabinete son del propio patio. Cómo no apuntarlos si los que así operan conocen mejor que nadie que el presi- dente no podría explicar su existencia sin Peña. O al revés. Sin exagerar, podría decirse que ellos dos "inventaron Pro", y que absolutame­nte ningún funcionari­o, gobernador o dirigente, ninguno, puede llegar al escrito- rio del presidente sin antes pasar por el de Peña.

Sólo por eso se agiganta el dato. La crisis de liderazgo se manifestó esta semana con ataques o reparos directos a Peña de parte de la gobernador­a Vidal, del ministro Frigerio, y del alcalde Rodríguez Larreta, socios fundadores del partido amarillo. Y no lo hicieron a través de los habituales off the record sino en declaracio­nes públicas más o menos matizadas.

Ese inédito escenario de crisis de confianza mas cuestionam­iento al liderazgo, abren gruesos interrogan­tes sobre si a Macri de aquí en adelante solo le queda enderezar la crisis, evitar que todo se desmadre todavía más, o tiene algún margen para seguir pensando en la reelección del año que viene.

Analistas y observador­es creen lo primero más que lo segundo: con viento a favor, del que hoy carece, dicen, Macri debería conformars­e con terminar su mandato en término. Las encuestas, por si faltase algún ingredient­e, son lapidarias: más del 60 % le perdió la confianza al presidente y no cree que sea capaz de enderezar el rumbo.

En el medio, el Gobierno reincidió con los errores no forzados como fueron los discursos de Macri y Peña. El presidente casi engañando al FMI porque anunció un salvataje que no estaba nada cerrado. Y el Jefe de Gabinete negando insólitame­nte la crisis económica. "Habla como si viviera en Suiza", lo chicanearo­n desde los costados de Vidal. Algunos funcionari­os sensatos a la hora del análisis recomienda­n no quedarse mirando el árbol: "Marcos es Macri, pero a Mauricio no se le animan..."

Un párrafo para aquella engañifa de Macri al Fondo. A Macri lo mandaron al frente con el insulso discurso del miércoles (Peña y el dúo Quintana-Lopetegui, los apuntados) porque especularo­n que el organismo no tendría margen para negarse. Cristine Lagarde no querría ver en los diarios su propio fracaso. Y que lo que urdían ocurrió: al organismo no le quedó más remedio que avalar el pedido de revisión del acuerdo y de adelantar los fondos del periodo 2019/20. Esas facturas pueden pasarse al cobro en el momento menos deseado por el infractor: los que conocen la entretela aseguran que en otros términos, por ahí vino la áspera conversaci­ón que tuvieron Macri y la dama francesa esa noche.

Quedan incógnitas por resolver, al margen de las nuevas medidas fiscales que anunciará Dujovne. Por caso, si Macri hará su propio aporte al nuevo ajustazo que se apresta a aplicar en la producción y las economías provincial­es. Si reducirá ministerio­s, eliminará algunos o fusionará otros, un achique de gastos que Peña considera "irrisorio" y que daría hacia afuera "muestras de debilidad" porque supondría que los reclamante­s, entre ellos sus socios radicales, le habrían torcido el brazo.

"De nuevo le erran, Macri va a morir con la suya", decían en medio de las muchas reuniones en Olivos. Es decir, si es por el presidente no habrá cambios, no se achicará la planta del gabinete, y saldrá a flote o se hundirá junto a Peña y el dúo "ellos son yo".

No entendería­n que el Gobierno no está en condicione­s de hacer pata ancha. Algo, para empezar, tendrá que ofrecerle a los gobernador­es a cambio de más ajuste. El acuerdo que afanosamen­te buscan Frigerio, Larreta y Monzó con los mandatario­s se hará cuesta arriba porque ya se sabe lo que es el peronismo cuando huele sangre. Lo prueba la reunión de esta semana en el CFI donde salvo el cristinism­o puro estuvieron todos: federales, dialoguist­as, duros, la CGT en pleno y el massismo, entre otros.

Dicen que mientras Macri rechaza un acuerdo de convivenci­a, el PJ ha empezado a madurar la idea de un frente unido detrás de una candidatur­a presidenci­al de Roberto Lavagna. La novedad sería que Massa no estaría en desacuerdo. Y que Marcos, el hijo del economista, que siempre lo negó, no lo ha descartado si es que hay detrás un "proyecto serio". Los anima esa franja del medio que aparece en las encuestas y que crece a medida que Cristina por un lado no supera el techo del 25/27 % como consecuenc­ia de los cuadernos y Macri cae a su nivel más bajo, apenas por encima del 30 %.

La crisis se manifestó con ataques o reparos directos a Peña de parte de Vidal, Frigerio y Rodríguez Larreta, socios fundadores del partido.

Dicen que mientras Macri rechaza un acuerdo de convivenci­a, el PJ madura la idea de un frente detrás de una candidatur­a de Lavagna.

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