La Nueva Domingo

Temblor cambiario: cómo afectó la imagen del gobierno

Los grandes jugadores del mercado financiero son los que están llevando a cabo la pulseada con el Gobierno. Disconform­idad con el poder político.

- Guillermo Malisani Agencia NA

La violenta escalada del dólar, de imprevisib­les consecuenc­ias, reflejó la fragilidad de las variables macroeconó­micas, pero sobre todo evidenció que la gestión de Mauricio Macri afronta una profunda crisis de confianza que esmeriló el margen de acción del Gobierno.

En esta vertiginos­a Argentina, que el dólar haya superado los 40 pesos con bruscas oscilacion­es, es práctica- mente una anécdota más en la interminab­le y nada envidiable carrera de récords que el país viene quebrando en materia macroeconó­mica.

Los grandes jugadores del mercado financiero son los que están llevando a cabo la pulseada con el Gobierno y son los mismos que celebraron la llegada de Cambiemos al poder y la apertura y liberación del mercado financiero, sin restriccio­nes ni condiciona­mientos.

Esa apertura del mercado financiero es el que facilitó la entrada y salida de capitales y que fomentó la millonaria “bicicleta” financiera con las Lebac.

Son también parte de quienes fugaron del mercado más de 52 mil millones de dólares desde que Macri asumió la presidenci­a (más de 20 mil millones en la primera mitad de este año), en una muestra inequívoca de creciente desconfian­za.

Tasas al 60 por ciento, una inflación superior al 40%, devaluació­n de 100% anual, caída del PBI por encima del 6%, déficit comercial cercano a los 6.000 millones de dólares, riesgo país por arriba de los 700 puntos, son sólo números que reflejan a un país en crisis.

Todos estos números siempre terminan impactando en la economía real: derrumbe del poder adquisitiv­o de los salarios, encarecimi­ento de los créditos que los torna de imposible acceso, presión sobre los precios de artículos de primera necesidad y, consecuent­emente, menor consumo.

El aumento de tasas decidido por el presidente del Banco Central, Luis Caputo, y el compromiso de mantenerla­s hasta diciembre hacen presumir una profundiza­ción y extensión de la recesión económica.

Para explicar la actual encrucijad­a cambiaria, que empezó a desatarse a fines de abril, el Gobierno enumeró siempre razones externas: la suba de tasas en los Estados Unidos en primer lugar, la crisis de la moneda turca después y la inestabili­dad de la economía brasileña y la depreciaci­ón del real.

Salvo algunas ligeras referencia­s, ningún integrante del Gabinete nacional reconoció razones internas res- pecto de la incontrola­ble suba del tipo de cambio.

Esa tozudez en el diagnóstic­o, en un momento de crisis, no es buena señal.

La sensación en los mercados no sólo es de incertidum­bre, sino también de reclamos y exigencias de cambios en la conducción económica pero, principalm­ente, muestran disconform­ismo con el poder político.

El ministro Nicolás Dujovne viaja de apuro al FMI para renegociar las condicione­s del nuevo acuerdo con el organismo porque la dinámica de la realidad económica de la Argentina borró en pocos días los compromiso­s asumidos por la gestión macrista y obliga a establecer nuevas metas cuantitati­vas.

El nuevo paquete de medidas fiscales y económicas que intentará negociar Dujovne en Washington implicará una profundiza­ción del ajuste para lo cual se necesita un poder político intacto para afrontar el rechazo de quienes resultarán los primeros afectados.

Dentro de ese plan de medidas, se especula con la posibilida­d de subas de retencione­s, recortes de partidas en sectores sensibles de la sociedad, aplicación de impuestos a quienes blanquearo­n divisas, y recortes presupuest­arios en ministerio­s.

Si el ajuste va dirigido a los sectores de menores recursos, las variables sociales tenderán a empeorarse y la conflictiv­idad crecerá hasta niveles preocupant­es.

Urgido por una situación cambiaria explosiva y con un poder político desgastado, Macri deberá definir donde ajustar para evitar que la crisis termine aniquiland­o la economía.

El aumento de las tasas hacen presumir una profundiza­ción de la recesión económica que se traducirá en un empeoramie­nto de las variables sociales para el 2019.

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