La Nueva Domingo

“Lo mandaron a la Antártida con 18 años y 5 estampilla­s”

Los restos del primer argentino en izar la bandera nacional en territorio antártico descansan en Bahía Blanca.

- Federico Moreno fmoreno@lanueva.com

Hugo Alberto Acuña fue, en 1904 y con apenas 18 años, el primero en izar la bandera argentina en territorio antártico.

“Él era el padre de mi padre y vivía conmigo en Florida, partido de Vicente López. Fue una gran influencia para mí porque cuando yo tenía 7 años se jubiló y no tuvo mejor entretenim­iento que educarme --sonríe--, con sus ideas políticas y espiritual­es”, comentó Noemí Acuña, quien esta semana estuvo en nuestra ciudad para el homenaje a su abuelo en el Cementerio Municipal, donde descansan sus restos.

Sobre las circunstan­cias en que un joven de 18 años terminó siendo el primero en izar la bandera nacional en el continente blanco, Noemí, quien todavía tiene varios primos en nuestra ciudad –-su tía Zulema Acuña de Castro se radicó aquí--, re- cordó la anécdota.

“Yo siempre me pregunto cómo terminó ahí, no sé qué carisma especial tenía que se llevaba bien con el perito Moreno -–Francisco Pascasio--. Un día mi abuelo estaba arriba de una escalera lavando un vidrio, era un che-pibe, y Moreno le dijo ‘pibe, ¿te querés ir un año a la Antártida?’; y él desde arriba de la escalera le dijo que sí. Lo enviaron como estafetero postal”.

“Cuando me criaba, le pregunté qué le dijo su padre al enterarse de que se iba, y me contestó que le dijo ‘mejor, una boca menos’. Lo que pasa es que eran pobres, aunque ricos en sabiduría, a mí mi abuelo me inculcó el estudio, la música y la literatura”.

Acuña pasó un año en el continente más frío del planeta, viviendo en una casita de 16m2 para 5 personas, de las cuales el único argentino era él. “Dormían en camas paraguayas, tenían 4 sillas y ellos eran 5, así que me lo imagino sentado en un cajón de manzanas. Lo mandaron a la Antártida con cinco planchas de estampilla­s, un matasellos, y unas tarjetas del barco Scotia –-Escocia le vendió al presidente Roca la estación meteorológ­ica que luego se transformó en la base Orcadas--. Unos meses después le llegó la primera carta a mí mamá, que decía: “Esta es la primera mandada desde aquí, guardala como recuerdo, cariños a mamá”.

Cartas guardadas

“Desde que falleció mi abuelo, en 1953, me cansé de mandar cartas a los sucesivos presidente­s diciendo que quería ser la primera mujer argentina en ir a la Antártida. Nunca me respondier­on.

“Años después, estando en el extranjero me enteré de que Arturo Illia designaba el 22 de febrero –-día que mi abuelo izó la bandera no bien se fueron los escoceses-- como el Día de la Antártida Argentina”, explicó Noemí.

“Pero lo más interesant­e pasó en 2004, cuando hacía un año que había vuelto a vivir a Buenos Aires. Me llamaron de Cancillerí­a, yo pensaba que era una broma, y resultó que Rafael Bielsa me quería ver. Fui a verlo y del estante alto de un armario sacó todas las cartas que yo había mandado durante los últimos 50 años. ‘¿Cómo puede ser que tengan esto guardado’, le dije. ‘Esto se guarda todo, siempre’, me contestó. Y me invitaron a ir, en el centenario de la presencia nacional en el continente, a conocer la Antártida”.

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