El mundo sigue hablando del retiro de Manu Ginóbili
Una mirada más cercana a Manu Ginóbili por parte del relator Alvaro Martín. Otro que se extrañará mucho.
Deportes.
Medianoche, relajado en un sillón o una silla. Tomando algo para pasar el rato y ayudar a no cabecear en los tiempos muertos televisivos. Jugaban los Spurs, estaba Manu Ginóbili, todo era posible.
Costaba apagar el tele antes del final, por más que se hiciera tarde. Algo seguro que te ibas a perder. Y aún más, con el color que le daba a la transmisión de ESPN el claro y carismático Alvaro Martín, junto a su comentarista Carlos Morales. ¿Quién no vivió esa situación a lo largo de la carrera del 20 en la NBA? Ya pasó, cuesta asimilarlo. Nada será igual. Tampoco para Alvaro, quien le contó a Nueva."
"La qué hacía cuando jugaba el bahiense.
“Como relator, cuando Manu tocaba el balón, tenías que callarte, porque lo que iba a pasar sería importante, espectacular, inteligente -aseguró-. Y más vale que no estuvieras hablando cualquier cosa, porque te iba a hacer quedar mal. El no hacía quedar sólo mal al defen-
sor, sino también al relator”. —Es que siempre tenía algo para dar. —¡Oh, sí! Siempre. —¿Qué vas a extrañar particularmente de Manu?
—Aparte de la creatividad y lectura de juego que siempre tuvo, Manu en este último período veía una tremenda economía en movimiento. Tenía una lectura que te demostraba por qué extendía su carrera. Se veía la inteligencia funcionando con su creatividad en la cancha. Y lo que todo el mundo va a extrañar, es lo plantado que tenía los pies en la tierra y la perspectiva que daba un ser humano con este tipo de personalidad. Tenía esa sensatez, sin ser áspero, y ese don en todo sentido.
—¿La NBA va a extrañarlo más por su juego o por su imagen?
—He visto jugadores de todas las edades fijarse en él. Yo últimamente veía cómo ahorraba energía, como preparaba la jugada... Por más que no tenía el físico para ser protagonista y mostrar todo lo que se puede en una cancha de básquet, con su ejemplo le enseñaba a muchísimos jugadores. Y eso lo va a extrañar la Liga. Es como si una facultad perdiera a su profesor estrella.
—De todas maneras, a la NBA también le sirven los díscolos, los que tienen otro perfil.
—Sí, pero de nuevo llega la vanidad de pensar que eso es lo importante, y cuando entrás a los playoffs te das cuenta que lo importante es otra cosa: que vas a extrañar a Manu. No se me ocurre nadie de sus características, que tenga esa combinación de veteranía y sensatez. —¿En qué lugar lo posicionarías?
—Indiscutible, en el Salón de la Fama. Se vio en los tributos que recibió de sus pares, inclusive de jugadores retirados. Lo primero que mencionaban era que merecía estar ahí. Eso no siempre fue unánime, ni siquiera fue el caso, porque está siempre el prejuicio de que la primera mitad de su carrera no fue titular, no abrió partidos, no se cargó de puntos... Yo pienso que lo van a recordar por su estilo de juego, tan poco ortodoxo y tan poco encasillado; un enorme ganador, un maestro del juego. —¿Qué sello dejó?
—Tuvo dos contribuciones particulares: cambió el estereotipo del jugador internacional y le dio una lección a la NBA de que lo importante no es abrir partidos, sino cerrarlos y, sobre todo, en playoffs. Le cambió esa manera vana que dominaba la cultura estadounidense. Todavía persiste, no soy iluso, pero entrenadores y jugadores van a seguir señalando a Ginóbili.
“Con el retiro de Manu, es como si una facultad perdiera a su profesor estrella”, comparó el experimentado Alvaro Martín.