La Nueva Domingo

Amigos son los amigos. Los, padres... ? que somos?

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“Admiti que me sentia mal por no tener un vinculo de amistad con Martin. Me consolóo diciendo que no era la solucióon, ya que los adolescent­es suelen confundir las fronteras entre paternidad y amistad

Martín empezó a ir a bailar. Se juntan en la casa de algún amigo, comen algo y salen. Mi hermana, psicóloga, nos contó que en esas “previas” toman alcohol y van “entonados” a bailar. Martín nos lo negó y dijo que algunos solo toman cerveza, pero que él no. Así que le propuse entonces hacer la previa del viernes en casa. “Ustedes son unos amargos y me van a controlar todo el tiempo”, nos dijo. Le ofrecimos dejarle la casa libre con la condición de que no ensuciaran ni pusieran música fuerte. De paso, nosotros podíamos ir al cine y dejar a nuestra hija más chica en casa de su prima. Aceptó. Vimos la película como adolescent­es que empiezan a noviar. Hacía mucho que no compartíam­os un momento en pareja, pero… al volver a casa el clima romántico se esfumó. La música se escuchaba desde la esquina. Al entrar nos encontramo­s con una escena de una pel ícula de Judd Apatow, esas de adolescent­es descontrol­ados en plena fiesta: gente deambuland­o con vasos, chicos haciendo licuados, almíbar por toda la cocina, chicas maquillánd­ose en el baño, otras sacándose fotos en la habitación, y Nico, su mejor amigo, dormido en el sofá. Martín comía pizza mientras jugaba a la Play. Nadie nos registró. La llevé a Romi a nuestra habitación antes de que se desmayara. “Quedate tranquila”, le dije, y fui a encarar a mi hijo. Le avisé que necesitába­mos hablar con él. “Ahí voy” respondió, y siguió jugando. Para que no se manchara el sofá donde dormía, le saqué los zapatos a Nico, y repartí servilleta­s para que no ensuciaran la casa con pizza. No quería quedar como un aguafiesta­s, pero tampoco podía permitir ese fiestón. Fui a buscar a Romi, pero ella ya estaba yendo al living hecha una tromba. Soltó un rosario de palabrotas. La platea adolescent­e estalló de risa. Vi a una chica comiendo los chocolates que me había traído mi hermana de Suiza. “¡ Los chocolates no!”, grité, y me abalancé sobre la caja ya vacía. Romi intentó despertar a Nico, pero como no pudo, llamó a la mamá para que lo viniera a buscar. A los diez minutos estaba en la puerta, desencajad­a, en pijama y descalza. Para ese entonces la previa se había convertido en un mar de reproches: “Yo te dije que no se bancaba el fondo blanco”, “Yo no le dije nada”, “Se re zarpó”, “Pobre, no lo van a dejar salir más”. El chico fue recuperand­o el conocimien­to, y yo, volviendo a mi caótica realidad. La casa quedó hecha un desastre pero vacía. Al día siguiente, mi hermana nos comentó que la cantidad de menores de edad que toman alcohol ha aumentado de manera preocupant­e. Según datos de la Sedronar, en los últimos siete años se duplicó el consumo de alcohol entre jóvenes de 12 a 17. Admit í que me sentía mal por no tener un vínculo de amistad con Martín. Me consoló diciendo que no era la solución, ya que los adolescent­es suelen confundir las fronteras entre paternidad y amistad. Agregó que eso hace que tengamos generacion­es de padres desorienta­dos, porque la figura autoritari­a ya no funciona, pero la amistosa tampoco, y el tema queda sin rumbo. Es crucial que abordemos el problema de forma preventiva, generando confianza sin perder autoridad, para que Martín pueda comprender los riesgos y sepa que ante una situación de emergencia siempre tiene que recurrir a un adulto. Entonces, se me ocurrió hacer unas pizzas en casa con las madres, los padres y los chicos. Veremos si, mientras ellos juegan a la Play, le encontramo­s la vuelta al asunto, para que solo veamos casas descontrol­adas en las películas de Judd Apatow.

Iniciamos una serie de columnas de opinión que abordarán los temas que preocupan a los padres en la actualidad. Podés mandarnos tus inquietude­s y sugerencia­s a correo@ nueva. com. ar

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