Una historia que comenzó hace más de 130 años
El 26 de septiembre de 1885 la empresa de capitales británicos del ferrocarril del Sud habilitó un muelle de hierro de traza curva.
La génesis del puerto de Bahía Blanca, ubicado en la vecina localidad de Ingeniero White, como un sitio con infraestructura acorde al movimiento de buques de orden internacional y un verdadero centro de operaciones comerciales, data de 1885.
El 26 de septiembre de ese año la empresa de capitales británicos del ferrocarril del Sud (FC Sud) habilitó un elemental muelle de hierro de traza curva, al cual llegaban las vías del ferrocarril.
De esta manera, esa salida al mar Argentino, que en los papeles hacía de Bahía Blanca un lugar estratégico, fue adquiriendo porte de puerta de salida de los bienes agropecuarios hacia el viejo continente.
De hecho las principales ciudades de Europa, aquellas que de modestos pueblos se habían convertido en verdaderos centros neurálgicos comerciales e industriales, por caso Liverpool, tenían como razón de ser en su puerto.
No puede olvidarse que la revolución industrial había modificado de manera sustancial la tecnología de buques y máquinas, abriendo de esta manera un mercado mundial al que era posible llegar con productos, materiales y gente.
El puerto Comercial de Bahía Blanca comenzó a funcionar de manera inmediata, con un movimiento de carga que creció de forma exponencial.
A los diez años de habilitado, su infraestructura era insuficiente para atender los cientos de buques que llegaban de todo el mundo a cargas sus bodegas con cereales y cueros. De hecho, en determinados meses, la estación colapsaba, y los buques debían esperar por días hasta ingresar a la ría.
En 1899, el poblado que hasta entonces tenía su estación ferroviaria, terminal de la línea que comenzaba en Constitución, con el nombre de "El Puerto", fue rebautizada por el presidente Julio Argentino Roca con el nombre de "Ingeniero White".
El hecho ocurrió al regreso del viaje inaugural, realizado por Roca y una gran comitiva, de la línea férrea entre el puerto y Neuquén. Al detenerse el convoy en la localidad portuaria, Roca propuso un brindis y decidió rendir homenaje al ingeniero Guillermo White, presente en el tren, quien como máxima autoridad del FC Sud, había realizado esa obra, estratégica dado los conflictos que el país tenía con Chile, en tiempo record.
Tiempo de elevadores
En 1905 la situación del puerto de Ingeniero White era caótica. Su capacidad de trabajo era superada con creces por el uso y por miles se agolpaban los vagones cargados de cereales no solo en White sino en todas las estaciones ferroviarias de la provincia.
Ante esa situación, las autoridades del FC Sud decidieron construir dos modernos y avanzados elevadores de granos, capaces de acumular 4 mil toneladas de bolsas y 9.216 de cereal a granel cada uno, totalmente automatizados para descargar el material en las bodegas de los buques.
Los dos elevadores fueron fabricados en Inglaterra, utilizando una estructura prearmada de hierro, el material por excelencia para este tipo de edificios de uso industrial. Su revestimiento exterior se hizo con chapas metálicas.
Prolijamente desarmados y embalados en cientos de cajones llegaron a nuestro puerto, donde se había construido un muelle para su ubicación, el cual desde entonces y hasta nuestros días se conoce como "el muelle de los elevadores".
Las estructuras fueron debidamente armadas y su particular perfil pasó a ser parte del paisaje urbano no sólo del puerto sino de Bahía Blanca, ya que desde los puntos altos de su geografía se los podía distinguir.
Fueron habilitados al servicio en 1908 y durante 70 años funcionaron y sirvieron de buena manera al uso.
En 1978, en una de las in- tervenciones más desafortunadas respecto al patrimonio arquitectónico local, estas joyas de la arquitectura e ingeniería mundial fueron insensatamente desarmadas y vendidas como kilos de chatarra.
La idea era mejorar el lugar, darle más operatividad al mueble y integrarlo en una proyectada ampliación. Nada de eso ocurrió y aún por ahora el muelle muestra las "cicatrices" de los elevadores, sin tener uso alguno.
De la nacionalización al primer puerto autónomo
Luego de 63 años de pertenecer a privados, el puerto de Bahía Blanca fue nacionalizado, como parte de la compra que el Estado Argentino hizo de todos los ferrocarriles foráneos y sus bienes.
El traspaso ocurrió el primero de marzo de 1948, en medio de una gran fiebre de nacionalización impulsada por el gobierno del presidente Juan Domingo Perón. En el caso de nuestra ciudad, se dijo entonces que el hecho era "expresión de un paso gigantesco y afirmativo de la propia libertad económica, desde que implica el rescate para nuestro patrimonio de los medios por los cuales afluye la riqueza que produce el trabajo argentino".
Comenzó una etapa no demasiado feliz para el puerto local, producto de los vaivenes políticos que sufrió la Argentina durante los siguientes 40 años, viviendo incluso épocas en que prácticamente el puerto no operó, absorvido por los intereses que hacían del puerto porteño el centro de todas las cosas.
Se llegó así al gran cambio operado en el país respecto a las terminales portuarias de la costa bonaerense, apoyado en la Ley de Puertos sancionada en 1992, piedra fundamental del manejo de transportes portuarios.
En la histórica jornada del 1 de septiembre de 1993, el flamante Consorcio de Gestión del puerto de Bahía Blanca, presidido por José Egidio Conte, recibió de la provincia de Buenos Aires, ésta lo había recibido a su vez de la Nación, la terminal marítima.
Repitiendo aquella historia fundacional de 1885, cuando el elemental muelle de hierro fue el primero en su tipo de ultramar del país, ahora la estación adquiría condición de puerto autónomo.
El acontecimiento fue debidamente celebrado en nuestra ciudad, con la llegada de autoridades de todos los niveles y una cuidadosa publicidad oficial.
"Los bonaerenses debemos tener clara conciencia de que Buenos Aires no es sólo una provincia agropecuaria e industrial, sino también marítima", se aseguró entonces.
A las 11.35 de aquella jornada de hace 20 años, las sirenas y bocinas de todos los buques surtos en Ingeniero White y Galván sonaban al unísono, daban cuenta del histórico acontecimiento.